Jonathan Jakubowicz dirige el filme del héroe panameño.
Para Jonathan Jakubowicz realizar una segunda película no ha sido fácil. Luego de su estruendoso, exitoso y ya casi legendario debut con su ópera prima Secuestro express (2005), primera cinta venezolana distribuida por un gran estudio (Miramax) y que abrió la puerta a una generación de creadores que hoy día apuestan a la consolidación de una industria cinematográfica venezolana, Jakubowicz se marchó del país en medio de amenazas y persecuciones por parte de extremistas seguidores del difunto —y entonces presidente— Hugo Chávez. Y saltando entre Hollywood y Panamá, se le ocurrió algo que hoy ya tiene no solo nombre, sino un rodaje terminado: Hands of Stone, el largometraje protagonizado por el venezolano Edgar Ramírez, Robert de Niro, el cantante estadounidense Usher y otro cantante, uno de Panamá, Rubén Blades, que relata la vida (dentro y fuera del cuadrilátero) del ilustre boxeador panameño Roberto Durán, Manos de Piedra. Una odisea que, para sorpresa de muchos, ya es realidad.
“La idea surge hace unos siete años”, recuerda Jonathan Jakubowicz. “Quería contar la historia de un héroe latinoamericano. Pensé en Durán y al investigar un poco más de su historia, y su relación con el legendario entrenador Ray Arcel, supe que había una oportunidad única para hacer una película con potencial de llegar al público de todo el planeta”.
—¿De quién es el guion? ¿Cómo resumir más de 100 victorias, una leyenda viviente, en el papel? ¿Por dónde empezaste? ¿Qué tipo de investigación realizaste?
—El guion es mío. Para lograrlo leí todo lo que se había escrito, vi todas las peleas y documentales que se habían hecho, y entrevisté a todo el que pude: Durán, su familia, sus amigos, sus enemigos, sus rivales, sus entrenadores, a Sugar Ray Leonard, al ahora difunto Angelo Dundee, a la viuda y al biógrafo de Ray Arcel (el personaje que interpreta De Niro), y a decenas de panameños del Chorrillo, el barrio en el que creció Durán. La película cuenta parte de su infancia, y sus primeros tres campeonatos mundiales. No intenta resumir toda su carrera, sino algunas de sus glorias más importantes, y su mítica rivalidad con Sugar Ray Leonard, incluyendo la pelea de New Orleans, el enigma más grande de la historia del boxeo.
—¿Cómo comenzó a reaccionar la gente en
Panamá ante la posibilidad de que se realizara una película sobre Durán?
—Panamá siempre nos trató con mucha generosidad. Durán es el héroe nacional, pero es también aquel de quien todos tienen una anécdota. Parte del proceso creativo fue estar en Panamá medio año pateando calle y escuchando las teorías sobre Durán de los taxistas panameños. El apoyo que recibimos fue completo, público, privado, empresarial, gubernamental… es una película gigantesca, que recrea tres décadas en cinco ciudades diferentes, con más de 15 000 extras y un crew (equipo) de casi 400 personas… normalmente hubiese costado 50 millones de dólares, pero gracias al apoyo de todo el país se pudo hacer con 20 millones.
—¿Cuándo y cómo fue el encuentro o llamada inicial que tuviste con Roberto Durán?
—Lo conocí en Nueva York. Desde ese día hasta que me gané su confianza pasaron más de cuatro años. Durán siempre nos trató con cariño, pero tanta gente le ha prometido cosas y le ha quedado mal, que no es fácil que te tome en serio. Fue un proceso largo que me permitió conocerlo y que nunca hubiese podido lograr de no ser por su hijo Robin, quien es nuestro productor asociado y además actúa como hermano de Durán en la película.
—¿Y con Robert de Niro?
—A De Niro le gustó Secuestro express y la idea de hacer la película de Durán. Pero estuve más de un año trabajando con él en el guion hasta que aceptó hacer la película. Para él era muy importante capturar ‘la voz’ del personaje de Ray Arcel, y eso me obligó a investigar muchísimo y a trabajar muy de cerca con Stephanie Arcel, el amor de su vida. Ella tiene 98 años y vive en Manhattan, y se terminó reuniendo varias veces con De Niro y con Ellen Barkin, quien la encarnó en la película.
“Con respecto a Usher, estaba en una reunión con Freddie Roach, el legendario entrenador de Pacquiao, y le pregunté si conocía a un boxeador que pudiese hacer de Leonard. Me dijo que me buscara a un bailarín, pues ningún boxeador es capaz de moverse como Leonard. Y así fue que pensamos quién era el mejor bailarín del mundo y llegamos a Usher. Le hicimos llegar el guion y en la primera reunión me mostró algunos de los movimientos de Leonard de manera impresionante. Terminó entrenando por más de un año con el propio Sugar Ray Leonard, y el resultado final es de un virtuosismo tan impresionante, que el propio Leonard me dijo que Usher podría hacer carrera de boxeador profesional”.
—¿Estuvo Durán de alguna manera presente durante el rodaje?
—Vino a visitarnos varias veces, pero siempre se iba rápido. Es muy respetuoso del proceso creativo. Como en el cuadrilátero, en la vida Durán tiene un timing impecable y así fue durante el rodaje. Venía cuando lo necesitábamos, sin llamarlo, se aparecía cuando quería y siempre era en el momento indicado. Hubo muchas reuniones entre él y el equipo creativo de la película, y todos sus hijos y hasta su esposa aparecen en la película.
—Háblame de trabajar con Edgar Ramírez en este rol. ¿Cómo fue su preparación no solo a nivel de actuación, sino boxística? ¿Estuvo Roberto Durán trabajando con él, impartiéndole algún tipo de ayuda? ¿Cómo se metió Edgar en este papel?
—Lo de Edgar fue una transformación completa. Llegó a Panamá sin haber boxeado nunca en su vida y entrenó hasta ocho horas diarias durante medio año en un gimnasio underground en el que entrenan todos los campeones panameños del ghetto. Los hijos de Durán fueron sus entrenadores, y Durán le fue enseñando mañas que solo él conoce. Edgar no solo aprendió a boxear, sino que aprendió a boxear específicamente con el estilo de Durán. Y en el proceso aprendió a hablar como panameño. Su papel es insólito, pasa por todas las emociones y nunca deja de ser tan explosivo como Durán. Fue una experiencia increíble trabajar con él y hoy en día es uno de mis mejores amigos.
—¿Alguna anécdota de situaciones inesperadas?
—Muchas, pero recuerdo cuando en Nueva York estábamos filmando en Little Italy con De Niro y John Turturro y se apareció David Blaine a hacernos magia. Además vino con JR, el mítico artista plástico. Fue surrealista. Tanto talento de tantas disciplinas, encerrados en un salón secreto de un restaurante de la mafia, una locura.
—¿Con qué se va a encontrar el público al ver esta cinta?
—Rubén Blades lo llamó Shakespeare en licuadora. Creo que el público se encontrará con un viaje emocional que lo sacudirá como si su alma estuviese en el cuadrilátero con Manos de Piedra.
Actualmente se está finiquitando el negocio con las distribuidoras que colocarán fecha al estreno de Hands of Stone. Una historia sobre los buenos tiempos del boxeo, el tiempo de los grandes; cuando se notaba un aire de grandeza que, con los años y los grandes montos, ha decaído. Aquellos fueron tiempos de gladiadores, de pundonor… Roberto Durán, a pesar de ser un ídolo imperfecto, batalló como pocos y es bueno saber que un grupo de artistas llevará su legado al nivel donde merece estar.
“No hace falta hacer cine en Hollywood”, concluye Jonathan Jakubowicz, “si logramos que leyendas de Hollywood hagan cine latinoamericano”.
Carlos Flores es periodista venezolano. Ha sido colaborador de diversos medios de comunicación y es autor de La moda del suicidio (EXD, 2000), Temporada caníbal (Random House Mondadori, 2004) y Unisex (Santillana, 2008). Actualmente es editor en jefe del diario Notitarde La Costa y columnista de The Huffington Post. @CarlosFloresX