Correctamente enseñada, la educación sexual integral empodera a niñas, niños y adolescentes para que sean asertivos en sus decisiones respecto a su sexualidad.
Aún es muy pequeño, pero parece estar seguro de quién es, o por lo menos, como quién quiere ser. Lalo tiene cuatro años y cursa el segundo año de kínder. Sus ojitos café brillan de alegría la mayor parte del tiempo y es muy sociable, aunque principalmente se junta con niñas, pues parece sentir mayor empatía que con los varones.
Su cabello lacio como espagueti remojado rebasa un poco la altura de sus orejas y tiene las puntas rubias. Parece originario de algún puerto, pero es de Ciudad de México. Esta semana, en su kínder de la colonia Anzures, la maestra de inglés le oyó decir dos o tres veces que de grande quiere ser doctora, pero no prestó mucha atención… miss por acá y miss por allá, difícil centrarse en un solo niño.
Mientras todos coloreaban una tortuguita con la que aprendían los colores en inglés, el pequeño Lalo volvió a decir que quería ser doctora y enseguida todas las niñas lo imitaron. Emocionadas, gritaban con orgullo su profesión del futuro. La miss, curiosa por las declaraciones del niño, le preguntó por qué quería ser doctora y no doctor.
El menor, con mucha seguridad, y con esa inmadurez de lenguaje que lo hace escucharse aún más tierno e inocente, respondió: “Polque a mí me gustan las doctolas y no los doctoles”.
A sus escasas cuatro primaveras le falta mucho por aprender de la vida, pero eso no merma en absoluto lo que siente y el convencimiento con el que lo dice. Lo cierto es que el pequeño Lalo podría o no ser transgénero, eso solo lo dirá el tiempo, pero mientras tanto, las personas mayores a su cargo podrían estar preparadas para orientarlo en el camino.
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Silvia Susana Jacomé, mujer transgénero y maestra de educación sexual, dice que es claro que los tiempos han cambiado, pues antes estos temas ni siquiera eran tocados. Explica que, en sus tiempos (hoy tiene 64 años), no había tantos sexólogos como ahora, sino médicos y psiquiatras que principalmente buscaban “normalizar” a aquellos que eran diferentes.
Silvia resalta que su condición de mujer transgénero, como la de cualquier otro trans, es un estado que pasa más por el eje del deseo que por el eje del género, una circunstancia espontánea que nace sin que se pida o se aprenda.
La también directora de comunicación de Ecosex, asociación que promociona los derechos sexuales, recuerda su propia historia y dice que ser mujer siempre fue algo intuitivo, aún sabiendo que tenía pene.
Recuerda que, “un día, cuando tenía seis años, mi prima dijo que me iba a enseñar a bailar, y yo tomé rápido mi pantalón como si fuera un vestido”, explica Jacomé, y añade que nunca se sintió parte del género masculino.
Según la educadora sexual, aunque actualmente existe mayor información sobre las personas transgénero, el papel de los individuos a cargo de los menores es esencial para que estos puedan evitar la violencia por ser diferentes.
“Un niño o niña pequeños no va a acceder a Google para informarse sobre su género, pero ahora los tutores tienen mayores posibilidades de hacerlo y atender las dudas de los pequeños”, señala Jacomé.
La también autora de “Citlali tiene tres abuelos”, cuento que le explica a los niños qué es una persona transgénero, editado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en 2017, explica que, cuando los niños son muy pequeños, como Lalo, realmente no perciben su identidad genérica, pero sí saben lo que sienten.
“A esa edad es muy difícil dar un resultado, pero hablar con los pequeños me da pistas para tratar el tema con los papás”, explica la educadora, quien el año pasado participó como ponente en el vigesimocuarto Congreso de Educación Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) con el tema de niñez transgénero.
No fue sino hasta que entró en la primaria cuando Silvia le puso nombre a su género, ya que antes no era necesario, solo se sentía como una niña, sin más.
“En esa etapa sentí fuertemente el mandato de género y aprendí a comportarme como niño. Sin embargo, la identidad de género es un descubrimiento, no un aprendizaje; no es una enfermedad que se contagia, es una convicción”, agrega la hoy educadora sexual.
PERMITIRLE AL MENOR EXPRESARSE LIBREMENTE
Una semana después de que la profesora de inglés de Lalo se percatara de la situación del pequeño, la comentó en el salón de maestros. De inmediato, todos los presentes comenzaron a contar historias al respecto: que si este quería ser mujer, que si solo se juntaba con niñas, que si era afeminado… Remató los comentarios el profesor de teatro, joven abiertamente homosexual, quien solo alcanzó a decir con cara de resignación: “Pobre, ¡cómo sufrirá su familia!”.
Aunque los maestros habían detectado la situación del pequeño con antelación, no sabían qué hacer y ni tenían suficientes niños como para preocuparse por uno solo. Sin embargo, es importante saber que el que los adultos a su cargo respalden con amor y respeto sus manifestaciones, le permitirá al menor expresarse libremente, sin miedos ni culpas.
Además, con orientación el menor podría evitar cualquier tipo de violencia más adelante, dado que su condición sale de las normas sociales establecidas en una sociedad heteropatriarcal como la que vivimos.
“Correctamente enseñada, la educación sexual integral empodera a niñas, niños y adolescentes para que sean asertivos en sus decisiones respecto a su sexualidad. Y los ayudará a desenvolverse en una sociedad donde persisten la violencia contra las mujeres y las desigualdades basadas en el género”, señala la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Los menores dependen de sus padres o tutores y de la apertura que estos tengan para tratar temas ligados a su sexualidad y al género para educarse. Así, los pequeñitos podrían saber que la sexualidad es un aspecto muy amplio de su vida y que nacen y mueren con ella, como lo indican diversos especialistas del tema.
NIÑOS Y NIÑAS TRANSGÉNERO EN EL SIGLO XXI
Aunque el tema de las personas transgénero no es nuevo, el de los infantes tiene relativamente poco tiempo circulando en la esfera pública. En plataformas digitales populares como Netflix existen programas como Growing Up Coy, la cual cuenta la historia de Coy Mathis, una niña transgénero de seis años que ganó una demanda contra su escuela, para así poder ser reconocida legalmente como mujer y usar los baños de estas.
También hay películas como 3 Generation, con Elle Faning, una adolescente que decide vivir como varón. Asimismo, marcas con tanto alcance como Marvel han difundido superhéroes transgénero, por ejemplo, Rebekah Bruesehoff, niña transgénero de 12 años, quien apareció en Marvel’s Hero Project, una producción de Disney+ dedicada a encomiar a héroes de la vida real.
Otro menor transgénero famoso es Shiloh Pitt, hijo de Angelina Jolie y Brad Pitt. El ahora niño de 13 años, que nació como mujer, se ha presentado en diversos eventos con vestimenta masculina desde los cuatro años.
De esta forma, aunque actualmente existe mayor difusión y apertura hacia la niñez transgénero, muchas veces en las escuelas el tema se queda en el tintero, porque de la teoría a la práctica hay un gran tramo y la realidad es que esta condición ha sido vetada por los sectores más conservadores en el mundo.
Es importante tomar en cuenta que la difusión actual del tema es parte de la educación sexual no formal que reciben los menores a través de los medios de comunicación, la cual es importante que sea acompañada y explicada por sus tutores.
En todo el orbe se ha presentado una gran cantidad de crímenes de odio hacia las personas que aceptan su identidad de género. La tolerancia no parece ser una alternativa para quienes exigen una verdad única en la tierra, como si incluso entre ellos mismos no fueran diversos.
EDUCACIÓN SEXUAL INFANTIL EN MÉXICO
Parte de la educación sexual es tratar temas de género para evitar problemas de violencia y hacer que los pequeños que se sientan diferentes sean respetados. Sin embargo, aún hay un largo camino por recorrer para considerar a las personas transgénero como parte de la diversidad, sobre todo en la niñez.
De acuerdo con la Asociación Mexicana para la Educación Sexual (Amssac), la cual ha elaborado manuales de educación sexual para profesores de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la sexualidad se divide en cuatro partes que integran un todo: género, relaciones afectivas, reproductividad y erotismo.
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El género es parte de la educación sexual, por lo que es importante saber que la identidad de género es aquella que define el grado en que cada persona se identifica como masculina o femenina o alguna combinación de ambos, señala la institución.
Aunque a inicios de año, en el kínder de Lalo las maestras trataron de implementar las reformas en materia de educación que trajo la administración de AMLO, la cual pretende integrar la educación sexual infantil como parte del plan de estudios, esta no avanzó mucho, pues se concentraron en otros temas.
Para organismos como el Consejo Mexicano para la Investigación Educativa (Comie), la educación sexual aún es escasa, sobre todo en los contenidos sobre sexualidad en educación básica. “Su inclusión (de la educación sexual) en la educación básica ha sido una demanda histórica desde el siglo pasado, que se logró de manera insuficiente”, señala la institución.
De esta forma, en un congreso llevado a cabo en 2017, el organismo explicó que es importante capacitar a los profesores en educación sexual integral para que estos, a su vez, puedan preparar a los infantes para una vida con menores riesgos de conductas violentas o discriminatorias y en la que puedan disfrutar de sus derechos.
El tema y la aceptación de una niñez transgénero avanza día con día, incluso en México, donde, por ejemplo, ha habido iniciativas para que pueda ser reconocida legalmente con el género con el que se sienta identificada. Ante ello, resulta de gran valor para la salud mental de los menores —y de sus familias— que quienes estén a su cuidado, en este caso los profesores, puedan acompañarlos y que los niños aprendan a amarse y respetarse tal como son.