Siria está ayudando a destruir sus armas químicas proscritas, pero podría estar usando cloro y gas lacrimógeno en contra de los rebeldes.
¿Siria está violando la famosa “línea roja” del presidente Barack Obama por el uso de armas químicas, de nuevo?
Ambos bandos de la guerra civil siria se acusan cada vez más unos a otros del reciente uso ilegal de varios gases y agentes químicos sospechosos. Y aun cuando funcionarios occidentales tratan estos reportes con cautela, estos podrían suscitar dudas sobre la efectividad del acuerdo alcanzado el año pasado para librar al país de sus armas químicas.
Ese acuerdo, alcanzado entre EE UU, Rusia y un reacio gobierno sirio después de que se desinflara la amenaza de Obama de usar la fuerza en respuesta a un letal ataque químico en agosto pasado, concebía un cálculo rápido del arsenal químico de Siria, sacarlo del país y destruirlo en el mar.
Preocupados por la posibilidad de otra fecha límite incumplida —estaba programado que Siria entregase todas sus reservas para destruirlas el 27 de abril—, los Estados Unidos solicitaron una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Washington espera que un informe hecho por un representante de la misión conjunta de la ONU con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) presione a Damasco para que acelere el paso para destruir voluntariamente su arsenal químico.
Por décadas, Siria ha construido mucha de su doctrina de defensa alrededor de la guerra química, tratando de igualar la capacidad de fuego de su enemigo Israel. Pero con el régimen del presidente Bashar Al Assad presionado para desmantelas las reservas que ha amasado al paso de los años, parece que está surgiendo un nuevo tipo de guerra química en el país, más apropiada para las escaramuzas entre el ejército controlado por el gobierno y las diversas fuerzas que están peleando para derrocar a Asad en vez de una guerra total en contra de un estado enemigo. Esta versión siria de la guerra química tal vez no sea tan letal, pero seguro que es ilegal.
Por ahora, Rusia, EE UU y las agencias internacionales que supervisan el proceso de desarme están enfocados en la destrucción de 1300 toneladas de agentes como el sarín, el gas mostaza y el gas nervioso VX que Siria aceptó que albergaba como parte de su consentimiento el año pasado de la convención de armas químicas, la cual las prohíbe. (A mediados de abril, después de que se hallaron discrepancias en la declaración original, otras 500 toneladas de material tóxico se añadieron a la lista.)
Sin embargo, ahora hay reportes del uso de agentes como el cloro y otros gases sospechosos, incluido un gas lacrimógeno “mejorado” u otros dispositivos para control de motines, en el conflicto entre el ejército y los rebeldes. “Tenemos indicios del uso de un químico industrial tóxico —probablemente cloro— en Siria este mes”, dijo Jen Psaki, del Departamento de Estado de EE UU. La Casa Blanca dijo que la cuestión se “estaba investigando”.
“Ambos bandos se acusan unos a otros, y es difícil decir lo que en realidad está pasando”, dijo un funcionario europeo que maneja el desarme. Si los reportes son ciertos, dijo él, las sustancias usadas en los ataques posiblemente tengan una base de cloro y están destinadas principalmente a incapacitar en vez de matar.
Najib Ghadbian, quien representa a la coalición de rebeldes sirios apoyados por Occidente en la ONU, la semana pasada acusó a Siria de un ataque el 11 de abril en contra de la ciudad norteña de Kafr Zita, controlada por la oposición, donde “barriles explosivos cargados con químicos y gases tóxicos” fueron usados por el ejército en contra de civiles. “Testigos presentes en el lugar han declarado que las explosiones produjeron un humo denso de color amarillo y hedores fuertes, con las víctimas presentando síntomas que iban desde sofocación y ahogo hasta vómito, espuma en la boca y, en varios casos, hipertensión”, escribió Ghadbian en su carta del 16 de abril al Consejo de Seguridad. Él añadió que los síntomas coinciden con gases de cloro, un “químico de uso dual que es letal cuando se usa en batalla, y su uso constituye un crimen de guerra”.
Fuerzas de la oposición citan más de 10 casos similares entre septiembre y mediados de abril, según una fuente occidental familiarizada con las acusaciones. Aun cuando Psaki, del Departamento de Estado de EE UU, dijo recientemente que Washington investiga estas acusaciones, hasta ahora ningún país ha solicitado formalmente una investigación por parte de investigadores de la OPAQ que se hallan en Siria.
Un alto funcionario anónimo de la defensa israelí dijo a los reporteros a principios de abril que él podía confirmar por lo menos uno de tales ataques, el cual según las fuerzas de la oposición produjo síntomas que iban desde vómito hasta alucinaciones. El funcionario añadió que la sustancia usada en el ataque del ejército sirio no fue incluida en la declaración de armas químicas del gobierno.
Por razones obvias, almacenar y usar cloro —un químico usado ampliamente para propósitos civiles, desde limpiar escusados hasta desinfectar albercas— no están prohibidos por la convención química. Tampoco lo está una amplia gama de agentes para control de multitudes como el gas lacrimógeno. No obstante, la convención prohíbe el uso de tales agentes en batalla.
Por su parte, Damasco afirma que los rebeldes se quejan con el fin de meter a Occidente en la guerra en Siria, y acusa a su vez a sus enemigos locales de emplear dispositivos químicos hechos burdamente en contra del ejército. En una carta reciente al Consejo de Seguridad, el ministro del exterior sirio acusó a Turquía, Arabia Saudí, Israel y los Estados Unidos de conspirar con los rebeldes en ataques que usaban agentes químicos hechos burdamente.
El embajador de Siria ante la ONU, Bashar Ja’afari, me dijo recientemente que él había presentado una grabación de audio al Consejo de Seguridad en la que se oía a un “terrorista” planeando un ataque químico con fuerzas externas. Él añadió que también había alertado al consejo sobre evidencia de que un terrorista afiliado con Al-Qaeda planeaba usar un coche bomba en contra de una instalación militar, esperando destruirla, donde se almacenaban armas químicas.
Mientras tanto, se dijo recientemente que el proceso de desarme posiblemente no cumpla con la crucial fecha límite del 27 de abril, la cual fue impuesta después de que el gobierno no cumplió con una fecha límite previa en febrero. Para el 27 de abril, todos los agentes químicos declarados por Siria deben ser entregados en la ciudad porteña de Latakia, donde serán cargados en barcos daneses y noruegos para llevarlos a su destrucción en el mar.
Para mediados de abril, según la OPAQ, Siria había entregado casi 70 por ciento de sus reservas. “Desde principios del año, la limpieza se paraba y reanudaba, reanudaba y paraba”, me dijo Michael Luhan, portavoz de la OPAQ.
En discusiones anteriores del Consejo de Seguridad, Rusia y otros países que apoyan al gobierno sirio lo elogiaron por, en líneas generales, apegarse al plan. Sin embargo, diplomáticos occidentales dicen que Damasco desde hace mucho ha usado el pretexto de las dificultades de seguridad para retrasar el ritmo de la eliminación de armas. “Cuando quieren hacerlo, usualmente antes de las reuniones del consejo, ellos aceleran el ritmo, y luego se ponen a hacer tiempo”, dijo un diplomático occidental.
“Nosotros nos hallamos en un punto medio”, dijo Luhan. Siria, dijo él, ha mostrado la capacidad de avanzar muy rápido cuando quiere. Pero también ha notado las dificultades de logística para asegurar y entregar agentes químicos volátiles en condiciones de batalla. Si el proceso de destruir el arsenal declarado de Siria se completa en junio como está programado, o incluso semanas o meses después, ello será un gran logro para la agencia, la cual obtuvo el Premio Nobel de la Paz el año pasado. Pero dado que los malos hábitos químicos son difíciles de superar, las potencias mundiales y la OPAQ tal vez necesiten empezar a entablar un nuevo tipo de guerra que ahora está surgiendo en Siria.