“Es muy importante que la nueva generación de jóvenes no pierda sus sueños. El punto de partida no debe ser la tecnología, la producción o el dinero, sino un sueño que desees convertir en realidad”: Alfonso Cuarón.
Todo comenzó en 1995 con The Little Princess; no era la primera película del director (Solo con tu pareja había sido una cinta muy taquillera en México en 1991), pero fue la primera de la pequeña Liesel Matthews, quien cautivó a miles de niñas que soñaban con ser como Sara Crewe: una princesa que es rescatada por su padre después de años de estar en un internado durante la guerra, para por fin regresar a su castillo en la India, en donde se bañaba en un río acompañada de elefantes. The Little Princess es la película en la que el director mexicano Alfonso Cuarón tuvo la oportunidad de ponerse en el mapa del cine a nivel mundial y salir del país. Una de las características más impresionantes de la película es la fotografía de Emmanuel Lubezki, el eterno compañero de Cuarón que fue nominado a un Oscar gracias a su trabajo en esta película y que fue también el encargado de la fotografía de su más reciente obra: Gravedad. Así, lo más importante de The Little Princess es que capturó a una generación que crecería con el éxito de su director.
Películas y años después llegó a los cines Y tu mamá también, en la que el director trabajó con dos talentosos jóvenes mexicanos que hasta ese momento no eran muy conocidos y cuyas carreras despegaron después del apasionado beso con el que terminan la cinta: Gael García Bernal y Diego Luna. La comedia causó un enorme revuelo entre los jóvenes del país, quienes adoptaron el “Manifiesto Charolastra” que, entre otros, uno de sus mandamientos es “Un toque al día… la llave de la alegría” y que rieron a carcajadas con una película que demostraba todo lo que se podía hacer con el cine mexicano. Para este momento Cuarón tenía ya una base de seguidores jóvenes, que no se componía solo por quienes veían sus películas, sino por quienes participaban en ellas. Al parecer trabajar con Alfonso es la plataforma de despegue para una carrera exitosa.
En 2004 Alfonso Cuarón recibió la invitación para dirigir la tercera película de la saga de Harry Potter —fenómeno que tenía a la juventud completamente hipnotizada—. Y así comenzó una nueva etapa de su carrera: los blockbusters al más puro estilo Hollywood. Harry Potter y el prisionero de Azkabán es la primera cinta de esta serie en la que los alumnos del ficticio Howarts dejan de lucir como niños y se empiezan a ver como adolescentes; con sus grandes habilidades para dirigir fantasía y efectos especiales, Cuarón logró que la película apelara también a los jóvenes (y adultos), y con ella conquistó —una vez más— los corazones de sus seguidores y del cine internacional, que para ese momento ya era su casa.
Hablando de Hollywood y el mundo del cine estadounidense, haré un paréntesis de este recuento para aclarar que, aunque hay quienes dicen que no sienten los triunfos de Cuarón como triunfos de México y que dejó su país para irse a hacer cine con otro tipo de comodidades. La realidad es que toda película necesita dinero para filmarse y el primer mundo le ha ofrecido a Cuarón la posibilidad de hacer películas con un presupuesto mayor y con una gama más amplia de actores preparados. Pero, en mi opinión, sus últimas películas lo único que tienen de mexicano es al director.
Sin duda, una de mis películas favoritas es Children of Men, en la que podemos ver a un Cuarón totalmente diferente al que habíamos visto antes: guerras, terrorismo nuclear, contaminación extrema, suicidios en masa y una incapacidad del ser humano para procrear que en algún momento llevará al fin del mundo. Las escenas, la historia, los actores, son excelentes y toda la película la pasas comiéndote las uñas: angustiado y nervioso, con ansia de saber el final y, al mismo tiempo, con la esperanza de que la cinta nunca acabe. Te sientes identificado con una situación que —aunque llevada al extremo— no se queda muy lejos de lo que en el mundo vivimos hoy.
Tal vez esa y The Little Princess sean la razón por la que Gravedad me decepcionó, y creo que no solo a mí, sino a muchos de sus seguidores. En esta última película ya no hay nada más que un Cuarón enteramente estadounidense; sí, las escenas son increíbles, los efectos especiales y la tecnología nos hacen sentir como si literalmente hubieran filmando en el espacio, pero la historia de amor es muy hollywoodense y eso no pega tanto entre los jóvenes mexicanos que solemos ser un poco más “apaches” —o menos cursis— en cuanto al amor.
La inspiración de Cuarón siempre ha sido la vida misma y todo lo que ocurre dentro de ella, para él el cine y la tecnología son solo partes de la vida y nunca las pondría frente a las cosas que en verdad importan: sus hijos. Alfonso compartió la creación de la película Gravedad con su hijo Jonás, de 33 años, quien al escribir el guión aportó un lenguaje mucho más directo, breve e inmediato que el que suele usar Cuarón y un ritmo que atrajo mucho la atención de los jóvenes. El hecho de que Jonás este tan relacionado con el cine que hace su padre, no tiene que ver solamente con la admiración que le tiene como padre, sino que lo admira como director, le gusta su trabajo y no solo quiere ser como él en el mundo del cine, quiere trabajar con él y formar parte de sus proyectos; esto nos habla de lo que Cuarón representa para los jóvenes, no es solamente un excelente director mexicano, sino que es alguien que filma películas con las que podemos identificarnos, que nos hablan directamente y, sobre todo, que nos enfrentan con situaciones reales.
Algo que no podemos dejar de lado es que Alfonso Cuarón le ha abierto las puertas del cine internacional a muchos otros directores mexicanos, como Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y, por supuesto, a su hijo Jonás; Cuarón es uno de los directores que nos ha llevado a los Oscar y sus películas dejan bien a México (mucho o poco) frente a los ojos del mundo. No cabe duda de que Cuarón podría hacer más por el cine mexicano, sobre todo ahora que el mundo tiene los ojos puestos en él y en su futuro trabajo. Creo que es responsabilidad de todos los mexicanos aportar algo por el bien de este país y tal vez él sea la persona que necesitamos para revivir el característico cine mexicano que, aunque Cuarón no lo ha puesto en el mapa de los jóvenes cinéfilos, ha logrado poner al país, porque al final de todo México es su patria, una patria de la que él se siente más que orgulloso y nosotros deberíamos de estarlo también, orgullosos de saber que en nuestra tierra han nacido talentos tan grandes como Alfonso Cuarón.
Los ganadores del Oscar
Película:
12 Years a Slave
Dirección:
Alfonso Cuarón (Gravity)
Actor:
Matthew McConaughey (Dallas Buyers Club)
Actriz:
Cate Blanchett (Blue Jasmine)
Actor de reparto:
Jared Leto (Dallas Buyers Club)
Actriz de reparto:
Lupita Nyong’o (12 Years a Slave)
Película animada:
Frozen
Cinematografía:
Emmanuel Lubezki (Gravity)
Diseño de vestuario:
Catherine Martin (The Great Gatsby)
Documental:
20 Feet from Stardom
Documental cortometraje:
The Lady in Number 6: Music Saved my Life
Edición:
Gravity
Película extranjera:
The Great Beauty (Italia)
Maquillaje y peinado:
Dallas Buyers Club
Partitura original:
Steven Price (Gravity)
Canción original:
Let it Go (Frozen)
Diseño de producción:
The Great Gatsby
Cortometraje animado:
Mr. Hublot (Laurent Witz y Alexandre Espigares)
Cortometraje:
Helium (Anders Walter y Kim Magnusson)
Edición de sonido:
Glenn Freemantle (Gravity)
Mezcla de sonido:
Gravity
Efectos visuales:
Gravity
Adaptación de guion:
John Ridley (12 Years a Slave)
Guion original:
Spike Jonze (Her)