“La reivindicación de la ‘paz’ solo adquiere un sentido proletario cuando se llama a la lucha revolucionaria”. El socialismo y la guerra. Lenin.
Al igual que sucede en otras latitudes de América Latina, en México hemos escuchado gritos de “revolución” especialmente desde el regreso del Partido Revolucionario Institucional al poder hace poco más de un año. Al hacer estos llamados al levantamiento, los jóvenes en especial suelen hacer referencia a personajes como Vladimir Ilich Ulyanov, mejor conocido como Lenin. Pero ¿quién es este revolucionario?, ¿Sabemos lo suficiente sobre sus ideas como para basar en ellas los cambios que queremos para el país?
Vladimir Ilich Ulyanov fue el fundador de la Unión Soviética. Filósofo comunista y ardiente discípulo de Carlos Marx, fue el líder del Partido Bolchevique y autor intelectual de la Revolución de Octubre de 1917. Para algunos, un profeta; para otros, un tirano. Lo que no podemos negar es que Lenin jugó un papel muy importante en la historia del siglo XX: le dio vida a una Rusia socialista. Lenin aplicó las ideas comunistas y los modelos económicos de Marx y Engels a la vida real y cambió para siempre la historia del mundo.
Nació en Simbirsk, a orillas del río Volga, el 22 de abril de 1870, en el seno de una familia bien educada y de clase media. Siempre fue un excelente estudiante, hasta que fue expulsado de la universidad por sus ideas radicales, y aun así Lenin obtuvo su título de abogado en 1891. Luego se mudó a San Petersburgo y se convirtió en un revolucionario; como muchos contemporáneos, fue arrestado y exiliado a Siberia, en donde se casó con la revolucionaria Nadezhda Krupskaya. Al término de su exilio, Lenin (seudónimo que adoptó en 1901) pasó los años de 1900 a 1917 en Alemania, Francia, Ginebra, Polonia y Suiza, en donde se convirtió en líder de la fracción Bolchevique del Partido Social Demócrata.
A fines del siglo pasado, Rusia contaba con una población de 175 millones de personas, de las cuales el 80 por ciento eran analfabetas. Era un país incomunicado, con zonas en estado salvaje y con millones de habitantes sirviendo de esclavos a los grandes terratenientes; con campesinos viviendo en la ignorancia y en la pobreza extrema, en donde los obreros eran explotados y en donde día a día crecía una nueva clase burguesa. San Petersburgo era la capital y sede de los zares, el centro del movimiento obrero e intelectual y el lugar de contacto con Europa; San Petersburgo era el lugar en donde debía comenzar la Revolución.
Para llevarla a cabo, don Ilich proponía la violencia organizada como lucha de clases que predicaba Marx; Lenin creía que el marxismo estaba bien, pero que se quedaba solo en la teoría, y que la tarea de un revolucionario y socialista consistía en ayudar a los trabajadores a asimilar esa teoría para luego ponerla en práctica; el socialismo no llegaría por medio de evolución —como lo había previsto Marx—, al socialismo tenía que llegar el pueblo, y la única manera de llegar a él era luchando.
Para Lenin, los ricos abusaban de los pobres, y creía que cualquiera que estuviera ganando más que otro era un déspota; quería un gobierno que verdaderamente representara a la clase obrera, quería derrocar al gobierno zarista, el cual se sostenía en un modelo económico que mantenía a la mayoría de la población en la miseria.
En 1917, una Rusia hambrienta y, sobre todo, cansada de la Primera Guerra Mundial, pedía a gritos un cambio: El 11 de marzo el zar ordenó asesinar a un grupo de obreros que se manifestaba en la plaza Znamenskaia. Como resultado, los soldados se unieron a la rebelión y una multitud exigía la caída del zar. La Duma (cámara de diputados) decidió tomar el poder y acabar con la monarquía. La caída del zarismo permitió a Lenin regresar a San Petersburgo y trabajar en contra del gobierno provisional, encabezado por Alexander Kerensky.
Dirigió la Revolución de Octubre en donde obreros, soldados y campesinos tomaron en pocas horas la ciudad; casi tres años de guerra civil fueron necesarios para que los bolcheviques asumieran el control de la mayoría de los soviets (consulados de trabajadores). El 7 de noviembre el gobierno provisional fue depuesto y Lenin se convirtió en jefe del primer estado socialista del mundo.
Durante el período de revolución Lenin demostró tener nula compasión por sus conciudadanos y asesinó a todo aquel que se opusiera a sus ideales. Archivos abiertos al término de la Unión Soviética, en 1991, apoyan las ideas de que Lenin era un hombre despiadado que constantemente recurría al uso de la fuerza. Su idea de una revolución civil era violenta y explícitamente ordenó matar a los campesinos ricos, a los terratenientes y a quien se opusiera al socialismo que él imponía. Podríamos decir que Lenin fue el arquitecto detrás del totalitarismo de Joseph Stalin (dictador de la Unión Soviética de 1924 a 1953 y responsable de la muerte de 40 millones de personas, entre purgas, hambrunas, colectivizaciones forzosas y persecuciones).
Aunque Lenin era rudo, no era necio, y cuando sus esfuerzos por transformar la economía rusa no funcionaron, introdujo el Nuevo Modelo Económico, que permitía, en baja escala, un comercio privado. En 1918 Lenin sobrevivió a un atentado, pero la herida que sufrió le cobraba poco a poco la salud. En 1922 sufrió un infarto que ocasionó la parálisis de la mitad de su cuerpo y cerebro, y el 21 de enero de 1924 murió en la ciudad de Gorki. Su cuerpo se encuentra en un mausoleo en la Plaza Roja de Moscú.
Heredero de las ideas de muchos, como Marx y Clauswitz, Lenin veía la política como la continuación de la guerra por otros medios. La verdadera paz se encontraría con la aniquilación de todos los enemigos y, con ello, de todo tipo de política. Construir el socialismo significaba terminar con la lucha de clases, excepto de una: el proletariado, la clase obrera.
Su política ideológica, el leninismo, prometía terminar con la política en un período de continua lucha de clases y naciones. Su filosofía, el marxismo leninista, subraya el papel fundamental que puede desempeñar el individuo en la lucha por el socialismo; Lenin pensaba en la lucha por el poder y en la conquista del Estado por parte del proletariado; creía en una guerra de clases en la que la voluntad de un individuo consciente puede superar la fuerza de la historia.
Lenin murió, pero el leninismo sobrevivió y me atrevería a decir que el papel de Lenin en la historia política de la Unión Soviética y del mundo fue mayor después de su muerte, ya que su ideología definió los términos políticos de quienes le sucedieron: Trotsky, Bukharin, Zinoviev y Joseph Stalin (los tres primeros asesinados bajo órdenes de Stalin). El leninismo se convirtió en el lenguaje político debajo de la movilización de masas, de la industrialización y la militarización de la Unión Soviética.
Él mismo decía que no es posible hacer una revolución mirando hacia el pasado y hacia otros países, ya que en cada situación se presentan diferentes elementos. No podemos planear una revolución basada en las ideas socialistas de Lenin porque la situación que vive hoy América Latina no tiene nada en común con la monarquía zarista que oprimía a Rusia en 1900. Es claro que el modelo propuesto por Lenin falló —y no solo una vez—, Rusia es de nuevo un país capitalista y su economía está en uno de los puntos más altos de su historia; debemos de luchar, pero por un gobierno que aplique políticas económicas y sociales que beneficien a todos los individuos de la sociedad. Si hacemos revolución que sea por una patria sin corrupción.