Durante un estudio con ratones, unos científicos identificaron un circuito cerebral que puede predecir si un individuo se volverá bebedor compulsivo. Los investigadores esperan que su hallazgo pueda conducir al tratamiento y la prevención del alcoholismo.
En un esfuerzo para averiguar por qué algunas personas desarrollan problemas con la bebida y otras no, los autores del estudio, publicado el jueves 21 de noviembre en la revista Science, administraron alcohol a una población de ratones que nunca había estado expuesta a esta sustancia. Los animales ingirieron niveles de alcohol equivalentes a un atracón de bebida y, durante este proceso, algunos roedores empezaron a beber de manera compulsiva. A lo largo de la investigación, el equipo capturó imágenes de las células nerviosas de una región encefálica conocida como circuito corteza-tallo cerebral.
A continuación, los científicos observaron las neuronas de dos áreas del cerebro que intervienen en el control de la conducta y en la respuesta a incidentes adversos, y notaron que estas regiones habían establecido comunicación en los animales que se habían aficionado a la bebida.
Entonces, el equipo estimuló la vía corteza-tallo cerebral y encontró que los ratones consumían menos alcohol.
En una declaración para Newsweek, la profesora Kay M. Tye, neurobióloga del Instituto Salk para Estudios Biológicos y coautora del estudio, informó: “Es importante destacar que, tras activar el circuito corteza-tallo cerebral durante varios días, pudimos lograr reducciones persistentes en el consumo de alcohol, incluso después de interrumpir la manipulación cerebral”.
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Tye explicó por qué no pudieron realizar una investigación que utilizara la misma metodología para rastrear el consumo de alcohol en humanos. “Es imposible controlar las condiciones de vida, la manera como se conducen con parientes, amigos y compañeros, o las presiones sociales a que están expuestos; por no mencionar que, muchas veces, un estudio como este puede requerir de varios años”.
“Por otra parte, tampoco podemos registrar la actividad neuronal de los cerebros de adultos jóvenes que están en proceso de desarrollar patrones de consumo alcohólico”, agregó.
En cuanto al hallazgo, Tye comentó: “Me sorprendió mucho encontrar en el cerebro algo que puede predecir el consumo de alcohol con tanta precisión; incluso después de varias semanas. En mi opinión, el descubrimiento más revolucionario [de la investigación] fue identificar un biomarcador con tanto poder predictivo para un problema tan poco esclarecido como el consumo compulsivo de alcohol. Nuestra decisión de estudiar este circuito fue muy afortunada”.
El Dr. Cody A. Siciliano, coautor de la investigación y profesor auxiliar en el Centro Vanderbilt para Investigación de Adicciones, dijo a Newsweek: “Este estudio respalda la idea de que, independientemente de la herencia, las diferencias preexistentes en las conexiones cerebrales incrementan el riesgo de un trastorno alcohólico”.
“Al aislar un circuito que influye en esta vulnerabilidad, nuestra investigación crea la posibilidad de identificar individuos en riesgo e intervenir antes que desarrollen problemas importantes”, concluyó Siciliano.
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El equipo espera que su investigación contribuya a desarrollar tratamientos futuros basados en este circuito.
Si bien no intervino en el estudio, el profesor Jianfeng Feng, del Departamento de Ciencias Computacionales en la Universidad de Warwick, dijo a Newsweek que muchos científicos, incluido él mismo, han buscado este tipo de circuito “desde hace algún tiempo”.
“Hasta ahora, no habíamos podido identificarlos”, reconoció Feng.
Con todo, advierte que la nueva investigación utilizó un modelo animal, de modo que no queda claro si los resultados son válidos para los humanos.
“Como todo en las ciencias, [el estudio] plantea más interrogantes que respuestas”, lamentó.
“Por ejemplo, ¿podremos identificar biomarcadores genéticos del circuito que puedan usarse con más facilidad para predecir los tres tipos de consumo alcohólico: moderado, excesivo y compulsivo?”
Feng concordó en que la investigación es un paso más en el desarrollo de posibles objetivos terapéuticos, invasivos o no, dirigidos a la adicción farmacológica.
En un estudio realizado a principios de este año, Feng y sus colaboradores hallaron que la corteza prefrontal medial es una de las regiones más estrechamente relacionadas con el consumo de alcohol, independientemente de la cantidad ingerida. “Por consiguiente, esta nueva investigación parece confirmar parte de nuestros hallazgos en humanos”, concluyó.
En opinión de Feng, las próximas investigaciones podrían centrarse en esclarecer si ese mismo circuito tiene algún nexo con otras sustancias.