Respecto a festinar los buenos resultados de la balanza de la cuenta corriente por parte del gobierno, merece unas leves reflexiones:
Comencemos por definir ¿qué es la famosa cuenta corriente? Es la suma del balance de bienes y servicios, más los ingresos de inversiones y remesas del exterior, en un periodo determinado.
Tenemos dos fenómenos que debemos analizar y es que esto del superávit de la cuenta corriente no es nuevo, viene dándose una evolución superavitaria desde finales del 2018, el primer fenómeno es que se han incrementado las exportaciones no petroleras fruto de la guerra de Trump versus China, que dicho sea de paso, también no tiene claro Trump este concepto ligado a los déficits de la balanza comercial y ha provocado tremendo sainete global, parece ser que a los populistas de derecha e izquierda no les cae el veinte de estas métricas económicas, pero volviendo a lo nuestro, México se ha aprovechado en medio de este escenario, así tal cual reza el dicho popular “A rio revuelto, ganancia de pescadores” de esta desafortunada reyerta comercial, que nos ha convertido de la noche a la mañana en el primer socio comercial de EU, y esto no suena mal, mantener las exportaciones en este tiempo de incertidumbre mundial, ciertamente es ventajoso y el segundo fenómeno se relaciona con la caída de las importaciones. Por esto, erróneamente se cree que es muy bueno que las exportaciones sean mayores que las importaciones y se dé un superávit de la balanza comercial, cuando inercialmente existe una asociación positiva cuando hay más exportaciones que importaciones, sin embargo, los últimos tres trimestres hemos vendido más que lo que hemos comprado del exterior. Pero observemos que las importaciones son las compras del exterior medidas en tres rubros principalmente: bienes de consumo, intermedios y de capital y si bajan su monto los bienes de capital por ejemplo, significa en la necia realidad, que se está dejando de invertir para producir más bienes y por lo tanto generar un movimiento de crecimiento en la actividad productiva y generar empleo, además, si esta baja se combina con la desaceleración económica externa e interna y con un círculo vicioso de menos importaciones, que aderezado con la confianza en franco declive, da como resultado menos crecimiento, empleo y dinero en el mercado.
Finalmente, el hecho de exportar significa, que quienes nos están comprando, (en el caso más emblemático para nosotros son los EU, más del 80% de las exportaciones mexicanas, ese es su destino) les está yendo bien económicamente y tienen recursos para importar y satisfacer a su población de bienes y servicios y viceversa, cuando importamos quiere decir que estamos comprando a otros de fuera porque nos está yendo bien, estamos creciendo y tenemos que satisfacer las necesidades en aumento de bienes y servicios de nuestra población, de aquí, que si bajan las importaciones, estamos dando un mensaje de que no nos está yendo tan bien, porque si la importación de bienes de capital, que es en parte la instalación y puesta en marcha de empresas (IED, Inversión Extranjera Directa) que generan empleos y producen bienes va a la baja, además de no alcanzar a satisfacer las necesidades de los pobladores de un país, pues es mala señal y más cuando los inversionistas nacionales están creciendo su apuesta al extranjero, aumentando las exportaciones de capital, en parte porque el estado de derecho y estabilidad jurídica no está asegurada en México, entonces el problema desde esta óptica se redimensiona.
En resumen, en economía no siempre hablar de déficit es malo, ni de superávit es bueno, como en el caso de México, un país con grandes necesidades de crecimiento de aproximadamente el 6% anual, con una población creciente de más de un millón de trabajadores al año que requieren empleo, donde crecimiento significa, importar los recursos suficientes de fuera para completar con los nacionales, y nos ayude a financiar y construir el crecimiento, desarrollo y satisfacer nuestras necesidades. El que tengamos superávit significa pues en este contexto un signo de debilidad, que se traduce en la caída de la planta productiva proveniente de fuera (IED), (hasta la otrora comunista recalcitrante China, así creció hasta convertirse en el dragón monstruoso que hoy es) y una expulsión de recursos de capital nacional al extranjero, cuando más los necesitamos en México.