Para encontrarnos a nosotros mismos necesitamos perdernos, ir hacia un lugar fuera de nuestra zona de confort y buscar.
“Bruma cuenta la historia de Martina que es una chica mexicana que al descubrirse embarazada se pone a cuestionar el tipo de vida que ha llevado y la relación amorosa y de dependencia con su familia y sobre todo con la madre. Con el pretexto de ir a buscar a su padre huye a Berlín, (el padre es alemán y nunca lo conoció), pero realmente va en búsqueda de sí misma, de quién es y qué quiere en esta vida. En este viaje conoce a un personaje queer de setenta y tantos años que le ayuda un poco a enfrentar el futuro, lo interpreta Ditta School, que es en la realidad un drag que nos ayudó en este experimento, de filmar sin un guión y con improvisación, nos metimos en su mundo y grabamos en el cabaret donde trabaja, hace un show con imitaciones de cantantes famosas de los 60 y 70”, cuenta Max Zunino, director de la película.
Bruma es la segunda película del director Max Zunino (Los Bañistas 2016) que está por estrenarse el 5 de abril en cine nacional y se ha presentado en distintos festivales de cine como el Raindance de Inglaterra, además de proyectarse en países como Brasil, Argentina y Colombia. A propósito de su puesta en salas, Newsweek México conversó con el director y la actriz principal Sofía Espinosa.
―Sofía, además de Bruma, ¿en qué proyectos estás trabajando?
―Por suerte el año pasado terminó con trabajo y este año inicia también con trabajo, estuve filmando una película en Oaxaca que se llama Apapacho es una producción México-canadiense y ahora trabajando en otra película mexicana de la que todavía no puedo dar muchos detalles aún, pero es un film noir muy divertido que sucede en los años 70 y estoy terminando temporada de teatro con Alaska en el foro La Capilla.
—¿Y Bruma?
―Es una película particularmente especial para mí, es la segunda en la que colaboro con Max Zunino y me involucro no solamente como actriz, sino como productora y creando la historia juntos desde cero y estoy presente en todos los procesos. Es un proyecto muy arriesgado por la forma en la que lo hicimos y por ser independiente, no es una película contemplativa o aburrida, es muy fácil de seguirla y de engancharte con los personajes.
La idea de hacer la película surge porque Max se iba a Berlín a escribir otra película, nos fuimos juntos “esta ciudad nos encanta, hay que hacer algo”, ahí contactamos a César Ramos que es el otro actor principal y coproductor de la película. Trabajamos mucho con impro dentro de las escenas aunque ya teníamos muy clara la historia y la trabajamos previamente, fue muy libre la forma de rodar, muy libre para todos, para los actores y para la cámara. En Berlín, de pronto fue grabar en lugares donde no teníamos permisos pero la gente nos ayudó, tuvimos mucha suerte, entrábamos a un café y decíamos “vamos a filmar una película, somos pocos no vamos a estorbar y nos decían sí claro”.
—¿Qué le falta al cine mexicano y al público mexicano para acercarse a ver este tipo de propuestas?
—Yo creo que es un momento interesante porque hay mucha variedad de cine mexicano, y me parece es más por temor de las cadenas exhibidoras al que el público no le vaya a gustar otra fórmula distinta a la comedia romántica. Bruma es una película distinta pero dinámica que conecta con algo muy real y que todos hemos sentido, esa necesidad de salir corriendo y tratar de descubrir qué queremos en la vida. Existe el prejuicio de que el cine independiente o de autor es denso o lento, no siempre es así y Bruma no lo es. –Responde Sofía.
―Hay un detonante en Martina que la lleva a esta búsqueda, a un viaje de introspección, ¿qué tanto hay de Martina en ustedes y cuáles han sido sus razones propias para hacer esta búsqueda?
Sofía: Desde muy chica descubrí quería ser actriz y me enamoré del cine, hice mi primera película a los 14 años. Ya más grande, tratando de descubrir quién soy yo como adulta, me fui tres meses a Buenos Aires pero me quedé dos años, estuve estudiando teatro, performance y hasta circo. Fue cuando tuve esa crisis de vida en el sentido de replantear lo que quería. Cada tanto en la vida, es bueno detenerse a hacer esta reflexión y como el espíritu de la película, hay que perderse para encontrase a uno mismo.
Max: He sido Martina en varios momentos de la vida, la primera que recuerdo fue muy pequeño, a los siete años. Yo nací en Uruguay, en tiempo de la dictadura y por la represión mis padres me trajeron a vivir a México, fue replantear mi vida a pesar de apenas ser un niño. La libertad y la búsqueda de la identidad tienen la misma construcción de la película, el buscar día a día con improvisación, diario improvisamos nuestra vida. Te encuentras momentáneamente, pero cada tanto tiempo en la vida es necesario volverte a perder y cuestionarte dónde estás parado, no creo que una vez que te encuentras sea para siempre.
—¿Por qué la gente no puede perderse Bruma?
Sofía: Bruma habla de un modo muy real sobre la libertad, tiene una frescura que pocas veces se ve en el cine en general por las condiciones que tuvimos para hacerla, la gente puede conectar con eso, de pronto te olvidaas que estás viendo una película y te adentras en este torbellino que es la cabeza de Martina y que te hace atreverte a cuestionarte a ti mismo.