Ya lo decía Churchill cuando intentaba convencer al parlamento de reconstruir la Casa de los Comunes: “Moldeamos arquitectura que después nos moldea de regreso”. Y es lo que propone Juan Carlos Baumgarten: arquitectura interior que moldea a las personas que la habitan día con día.
¿ALGUNA VEZ te has preguntado qué tanto afecta el espacio en el que te desenvuelves en tu estado de ánimo o tu salud? Juan Carlos Baumgarten, el arquitecto mexicano director del despacho Space, dice que la mayoría de los humanos pasa más de 70 por ciento del tiempo en el interior de un espacio. Y puede comprobar que ese espacio es determinante para el desarrollo personal.
Cuando era apenas un estudiante de arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México, Baumgarten se sentía curioso de otras disciplinas. Así fue como comenzó a tomar clases que, a simple vista, no tenían nada que ver con su carrera, tales como psicología ambiental y filosofía. Los directores de su licenciatura se mostraron preocupados, pues si Juan Carlos continuaba con cambios en las clases de su currículo no sabrían qué título otorgarle en su cédula profesional.
Al final se rindió al sistema y tomó todas las clases de su licenciatura, más unas extras que le interesaban, como las de psicología. Al terminar sus estudios tuvo la oportunidad de mudarse a Estados Unidos, en donde comenzó a involucrarse de lleno en la arquitectura de interiores. Sentado en la sala de juntas de su oficina, en CDMX, Juan Carlos así habla de la arquitectura de interiores:
“En México no le damos mucha importancia. Aquí en Space hacemos arquitectura exterior e interior y solo porque hacemos exterior nos ganamos el respeto de la gente. Pero este país ve la arquitectura interior como de segunda categoría, los demás arquitectos te rebajan a algo muy superficial, pero debemos de cambiar eso porque el ser humano no vive el edificio desde el exterior. Vives los interiores, es con lo que estás en contacto todo el tiempo. Creo que el comenzar mi carrera profesional fuera de México me ayudó a no contaminarme con esa desvalorización de los interiores”.
Baumgarten hace referencia a aquello de lo que hablan ya muchos estudios científicos. El Center for Health Design (Centro de Diseño para la Salud) tiene estudios que comprueban que los enfermos dejan de tomar medicinas más rápido si el cuarto en el que están cumple con condiciones como luz natural, colores claros y ventilación. Ahora, Juan Carlos Baumgarten utiliza esos estudios para hacer entender a sus clientes lo importante que es la arquitectura de interiores.
Comienza a hacerlo en el campo de la neurociencia, pero por muchos años ya lo ha hecho en el mundo corporativo. Las grandes empresas, como Google y Facebook, empezaron a notar la injerencia que tiene el diseño sobre el desempeño de sus empleados. Por eso han invertido millones de dólares en rediseñar estos espacios.
“Comenzamos a encontrarnos con clientes del mundo corporativo que nos hacían preguntas que no sabíamos responder, porque no eran preguntas de arquitectura. Fue cuando decidí abrir un despacho que tuviera un pie muy bien fundado en temas de investigación, porque en el mundo hay muchas personas que no son arquitectos, pero que están preocupadas por la interrelación entre arquitectura y otras cosas”, cuenta sobre las oficinas de Google en México que él mismo diseñó.
No es nueva esta idea de que el comportamiento de los seres humanos está condicionado al espacio en el que habitan. Los griegos lo sabían, por eso el Partenón es un ejercicio impresionante de sección aurea. Y es sabido, desde esos tiempos, que la sección aurea genera emociones positivas en el cerebro, de ahí que la encontramos constantemente en la naturaleza: los caracoles son un buen ejemplo.
Juan Carlos Baumgarten: “Las oficinas tradicionales modifican tus comportamientos: no hay acceso a luz natural, no hay espacio suficiente y no hay colores”.
Algunos ven las creaciones como el objeto final, pero Juan Carlos Baumgarten las entiende como una herramienta que moldea de regreso al creador. “Sucede algo extraño en el mundo; por un lado, hemos logrado cosas impresionantes como impresoras 3D y, por el otro, en los últimos años se ha incrementado casi al doble la cantidad de personas con depresión, hay 350 millones de personas en el planeta con esta. Algo estamos haciendo mal y asumimos que es un problema que tiene que resolver la industria farmacéutica sin ni siquiera cuestionarnos mucho. Pienso que todos somos responsables de lo que está sucediendo y es un problema que no va a resolver una sola industria. De ahí nace la premisa de que podemos hacer algo desde la arquitectura”, explica.
Los especialistas lo llaman neuroarquitectura y tiene que ver con la forma en la que el espacio puede ayudarnos en los procesos cognitivos. Todo comenzó cuando en la década de 1960 se realizó un estudio que muestra que la gente que tenía depresión seguía una serie de comportamientos muy específicos: reducir el núcleo social y el acceso de luz natural, encerrarse en espacios oscuros y romper ciclos de sueño. Entonces, tomaron a personas que no tenían depresión y las hicieron seguir esos comportamientos; como resultado, en un par de semanas estas personas estaban deprimidas.
Sobre ello, Baumgarten dice: “Así es como nos afecta el espacio. Las oficinas tradicionales modifican tus comportamientos: no hay acceso a luz natural, no hay espacio suficiente y no hay colores. Empezamos a estudiar los comportamientos de la gente que normalmente tiene un alto puntaje en temas de felicidad y empezamos a encontrar cómo a través del diseño podemos modificar comportamientos”.
También pasa en las escuelas: “No hay áreas verdes, las niños no tienen estímulos porque los salones están diseñados para que las personas responsables de la limpieza lo hagan fácilmente y no para que los niños aprendan”.
Para comprobar que sus construcciones obtienen los resultados que buscan, Space se ha dedicado a medir a las personas que se han mudado a las oficinas que ellos diseñan. Gracias a un algoritmo que entrevista a personas en línea miden la percepción de felicidad, de salud, el engagement y satisfacción, esto antes y después de los proyectos. “Hemos medido a 50,000 personas y hay cerca de 20 por ciento de incremento en salud y en felicidad”.
La filosofía de Juan Carlos Baumgarten es sencilla: “Si no los puedo ayudar a ser felices, porque hay muchos otros factores, por lo menos debo de asegurarme de que no estoy haciendo nada para deprimirlos cuando están utilizando nuestros entornos”.