El Reino Unido arremete contra el dinero de dudosa procedencia, y algunos oligarcas exsoviéticos comienzan a preocuparse.
Una noche reciente en Venecia, cientos de personas atiborraban el magnificente Palazzo Pisani Moretta en un baile de máscaras, con un costo de 3,500 euros (4,300 dólares) por cabeza. Los invitados llevaban espléndidos atuendos y bebían champaña mientras acróbatas y músicos iban por ahí haciendo cabriolas. Pero, en una esquina, dos varones maduros de origen ruso, uno de ellos vestido como un dux veneciano, y el otro como un dandi del siglo XVIII, lucían apesadumbrados.
“Es una cacería de brujas”, dijo el dux.
“Más histeria antirrusa”, coincidió el dandi. “De repente, he dejado de sentirme seguro”.
¿La razón de estas preocupaciones? Nuevos poderes amplios, introducidos por legisladores del Reino Unido a principios de este año para lanzar una ofensiva contra los 90,000 millones de libras esterlinas (126,000 millones de dólares) que, según cálculos, se blanquean a través de empresas y bienes raíces de lujo en el centro de Londres. Conocidos como Órdenes de Riqueza Inexplicable, estos nuevos poderes de investigación permiten a los organismos de aplicación de la ley del Reino Unido que exijan que cualquier persona que tenga propiedades o bienes con un valor de más de 50,000 libras (70,000 dólares) en el Reino Unido explique el origen de su riqueza. Los nuevos poderes, junto con un ánimo agresivo en el Parlamento y entre las autoridades de aplicación de la ley con respecto al lavado de dinero, amenazan con destruir la cultura financiera escasamente regulada que hasta hace poco hacía que Londres fuera un lugar atractivo para invertir dinero, frecuentemente de dudosa procedencia, para una parte de la élite mundial. Y particularmente, para los oligarcas de la otrora Unión Soviética.
“Básicamente, están revirtiendo la carga de la prueba”, señala Alexei (el dandi veneciano), un hombre de negocios ruso que ha vivido en Londres por más de 20 años (pidió mantenerse en el anonimato al hablar de sus asuntos financieros). Las autoridades del Reino Unido “pueden declararte culpable hasta que demuestres tu inocencia. Londres siempre fue un lugar en el que se podía hacer negocios fácilmente. Ahora, creo que la gente lo pensará dos veces antes de invertir ahí”.
Alexei se queja de que las noticias sobre los distintos delitos del Kremlin, aparecidas durante tantos años, desde la intervención en la elección presidencial de Estados Unidos hasta las trampas en los juegos olímpicos, han generado una cultura en la que los empresarios rusos comunes son señalados injustamente como ladrones. Después de la “locura” del asunto Trump-Rusia y del reciente drama de la BBC titulado McMafia, un programa de televisión que trata de la vida de gánsteres rusos en Londres, “la gente piensa que todos los rusos adinerados son básicamente criminales”, dice Alexei.
Quizá tenga razón. Pero durante las últimas dos décadas, los bancos y los bienes raíces del Reino Unido se han convertido en uno de los mayores centros de blanqueo de dinero sucio, en el que se lavaron alrededor de 90,000 millones de libras esterlinas el año pasado, de acuerdo con la Agencia Nacional contra el Crimen del Reino Unido. Activistas anticorrupción de países como Siria y Nigeria han revelado una gran cantidad de bienes en Londres ligados a políticos y oligarcas de sus respectivos países. Sin embargo, muchas de las personas que realizan el lavado de dinero son ciudadanos de la antigua Unión Soviética. “Londres se ha convertido en el centro mundial donde se lava el dinero y las reputaciones de miembros del crimen organizado de Rusia”, señala Bill Browder, que fue el más grande inversionista de los mercados extranjeros en Rusia antes de que su abogado, Sergei Magnitsky, fuera arrestado y asesinado en prisión en 2008, tras revelar pruebas de un enorme latrocinio cometido por la policía y las autoridades fiscales rusas (Browder fue expulsado del país 2009 y, desde entonces, ha tratado de identificar los bienes de las personas involucradas en la muerte de Magnitsky, incluidos los millones de dólares lavados a través de bancos del Reino Unido).
Recientemente, investigadores de Global Witness y de Transparencia Internacional documentaron la existencia de pagos sistemáticos de dinero ligados al crimen organizado ruso y a funcionarios corruptos de ese país, realizados a través de empresas fantasma con sede en Londres, un caso conocido como “la lavandería rusa”. “Lo que sabemos del caso de la lavandería rusa es que, ciertamente, han existido lazos con el Estado [ruso]”, declaró Ben Wallace, ministro de Seguridad del Reino Unido, al diario The Times de Londres, cuando reveló las nuevas regulaciones. “El punto de vista del gobierno es que sabemos en lo que están metidos y no permitiremos que siga sucediendo”.
Las medidas emprendidas en el Reino Unido contra el dinero sucio no están dirigidas específicamente a ciudadanos rusos o de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, algunos de los grupos de cabildeo más poderosos que han impulsado las nuevas leyes han sido organizaciones no gubernamentales anticorrupción como Transparencia Internacional y Global Witness, que se han centrado en el lavado de dinero de la antigua URSS. En el informe más reciente de Transparencia Internacional, publicado en diciembre pasado, se identifican más de 140 propiedades en Londres, con un valor total de 4,200 millones de libras (5,900 millones de dólares) “que fueron adquiridas por personas poseedoras de una riqueza sospechosa”. Esto sin mencionar el número mucho mayor de empresas fantasma establecidas en el Reino Unido, las cuales han sido usadas sistemáticamente para blanquear enormes sumas de dinero con poca o ninguna supervisión por parte de las autoridades de ese país.
Más de 100 de las empresas sospechosas identificadas por Transparencia Internacional tienen su sede en un solo edificio de Londres, ubicado en 175 Darkes Lane, en el pueblo suburbano de Potters Bar, en Hertfordshire. En una investigación reciente realizada por la serie File on 4 de BBC Radio se reveló que la mayoría de esas empresas eran clientes de una compañía de servicios empresariales que proporcionaba un domicilio legal en el Reino Unido y que no tenía acceso a las cuentas o transacciones de los negocios supuestamente realizados por su oficina. Richard Smith, bloguero del sitio web Naked Capitalism, tuvo acceso a algunas de las cuentas filtradas de varias compañías registradas en Darkes Lane. Descubrió una red de transferencias provenientes de Azerbaiyán, Kazajstán, Letonia y Chipre. Una de esas empresas, que no fue nombrada por Smith debido a que las cuentas fueron filtradas de manera ilegal, mostraba ganancias por más de 800 millones de libras (1,100 millones de dólares) entre 2012 y 2014, pero declaró una ganancia oficial de apenas 27,000 libras (38,000 dólares) antes de cerrar sin dejar huella.
Desde luego, existen muchos empresarios honestos incluso en los países más corruptos del mundo. Sin embargo, hasta ahora las autoridades del Reino Unido no habían tenido las herramientas legales o la inclinación para distinguir, por ejemplo, entre un oligarca ruso en busca de asilo, un pelele de Vladimir Putin y un jefe de la mafia criminal. El cabildo de los servicios financieros de Londres, que genera 7.2 por ciento de la economía del Reino Unido, de acuerdo con un informe parlamentario de 2017, también ha disminuido los esfuerzos para inspeccionar el dinero internacional que entra en la ciudad al oponer resistencia a más regulaciones. Margaret Hodge, legisladora del Partido Laborista, ha hecho campaña desde hace mucho tiempo a favor de “lograr un equilibrio entre la fácil creación de empresas para favorecer el crecimiento comercial” y una inspección adecuada del dinero mal habido. Ahora mismo, declaró recientemente a la BBC, el Reino Unido está “en el lado equivocado” de la balanza.
Ahora, tras varios años de cabildeo realizado por activistas anticorrupción como Browder, el Reino Unido finalmente parece actuar en serio con respecto a la investigación de los orígenes de todo el dinero de dudosa procedencia que fluye a través de Londres. Además de los nuevos poderes, el Reino Unido nombró recientemente a un zar contra crímenes económicos y creó una nueva oficina dentro de su Agencia Nacional contra el Crimen, la cual se centrará en el lavado de dinero y otros delitos financieros. Como declaró en enero Wallace, el ministro de Seguridad del Reino Unido, “cuando los atrapemos iremos por ellos, por sus bienes, y haremos que el ambiente donde viven se vuelva difícil”.
Los nuevos poderes surgen después de una importante ley, aprobada por el Parlamento en 2016, en la que se exige a las nuevas empresas que registren a “personas con un control importante”, es decir, no a los nominados, sino a los propietarios reales, de todas las compañías registradas en la Cámara Empresarial de Londres. Sin embargo, como señala Murray Worthy, activista de alto rango de Global Witness, no había “ningún mecanismo para revisar la veracidad de la información proporcionada por las empresas”. En un informe publicado en 2017 por Transparencia Internacional, se encontró que solo seis personas de la Cámara Empresarial vigilan a cuatro millones de empresas para que cumplan la ley. Y cerca de la mitad de las 766 que supuestamente participaban en delitos de lavado de dinero de alto nivel tenían su sede en tan solo ocho domicilios del Reino Unido.
Las nuevas Órdenes de Riqueza Inexplicable del Reino Unido están diseñadas para acabar con los huecos legales para los activos existentes en el Reino Unido. Sin embargo, aún quedan muchos de esos huecos. En la práctica, incluso las nuevas reglas hacen poco para controlar los miles de millones de libras en posesión de empresas fantasma registradas en el Reino Unido que se encuentran fuera de ese país. “El verdadero desafío de la corrupción o de cualquier tipo de crimen relacionado con empresas fantasma es que [la empresa] no es más que un pedazo de papel. Es solo un domicilio”, dice Jonathan Benton, exdirector de la Unidad Internacional contra la Corrupción de la Agencia Nacional contra el Crimen. “Los activos pueden encontrarse al otro lado del mundo”.
No obstante, las nuevas reglas por lo menos hacen que sea más difícil que las élites más corruptas del mundo utilicen propiedades y bienes ubicados en el Reino Unido como una alcancía a la cual recurrir para ocultar riquezas mal habidas. “Durante años, adquirir una propiedad en Londres ha sido una de las formas más fáciles de acumular capital”, señala un investigador financiero residente de Londres que trabaja para una importante empresa internacional de seguimiento a activos (esta persona no estaba autorizada para hablar de manera oficial). “Pensaban que a nadie le interesaría de dónde provenía el dinero”.
Un ejemplo mencionado por el investigador fue el de una casa con un valor de 16 millones de libras (22 millones de dólares) en el distrito de Mayfair de Londres, cuyo propietario era, hasta el año pasado, Rifaat al Assad, el tío del presidente sirio Bashar al Assad. Cuando varios grupos de derechos humanos afirmaron que Al Assad había malversado más de 300 millones de dólares en fondos del Estado sirio, Rifaat vendió la propiedad, así como una más en Sussex antes de que pudiera ejecutarse la orden de congelar los activos de su familia, emitida por un tribunal británico (Rifaat al Assad afirmó que su riqueza provenía de partidarios árabes adinerados).
Es probable que los empresarios legítimos se quejen de que están siendo catalogados injustamente. Y podría producirse un atolladero legal si los tribunales del Reino Unido intentan dar un veredicto sobre la legalidad de acuerdos dudosos, como el remate realizado por el Estado ruso de miles de millones de dólares en bienes vendidos a precios de liquidación a aliados de la familia de Boris Yeltsin, lo que creó la primera generación de oligarcas rusos. Tales acuerdos eran considerados legales en esa época.
Sin embargo, de repente Londres se ha convertido en un lugar mucho menos acogedor para el dinero sucio. Y el gobierno británico afirma que perseguirá incluso a los extranjeros de más alto perfil. Esto podría tener un impacto positivo en los regímenes más corruptos del mundo, donde los oligarcas suelen utilizar su riqueza para perjudicar a la democracia.
“Las órdenes sobre riqueza inexplicable se pueden utilizar contra cualquier persona, desde un traficante de drogas hasta un oligarca internacional o un criminal extranjero”, señaló Wallace en enero. “Vamos a ir tras individuos icónicos”.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek