La carrera por convertir las urbes en motores de prosperidad sin sacrificar calidad de vida entra en una fase decisiva. Cinco años antes de que la población urbana mundial roce los 5 000 millones de personas —y apenas un cuarto de siglo antes de que el 68 % de la humanidad viva en ciudades, según las Naciones Unidas— los sistemas tradicionales de transporte, energía y servicios públicos muestran señales de agotamiento.
En México la presión es igualmente tangible: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que 79 % de los mexicanos residía ya en zonas urbanas en 2020, una cifra que crecerá a medida que la población total se acerque a los 130 millones. Esta densidad se traduce en costos económicos y ambientales: la congestión vehicular en las 32 principales áreas metropolitanas del país implica 94 000 millones de pesos anuales y un desperdicio de 100 horas por persona cada año.
“El tiempo perdido en el tránsito representa un impuesto invisible sobre la productividad y la salud. Si no digitalizamos la gestión vial, los beneficios de la electrificación se diluirán”, advierte Alfredo Del Mazo Maza, especialista en políticas públicas y exgobernador mexiquense.
Cloud + IA + sensores: casos que ya funcionan
Gestión de tráfico en tiempo real. Ciudades como Buenos Aires demostraron que los sistemas de semaforización inteligente, alimentados con datos de cámaras, GPS y sensores, recortan los tiempos de traslado hasta en 20 %, de acuerdo con McKinsey. Plataformas similares operan hoy en Singapur, Seúl y Ámsterdam, y sus algoritmos se alojan en nubes públicas capaces de procesar millones de eventos por minuto.
En algunos países, por ejemplo, ha comenzado a adoptarse el transporte público eléctrico y eficiente. La adopción de autobuses cero emisiones parece avanzar favorablemente pues en 2023 se vendieron casi 50 000 unidades eléctricas, lo que elevó el parque global a 635 000 y representó el 3 % de las ventas totales de autobuses, según la Agencia Internacional de Energía (IEA). Modelos de aprendizaje automático ya permiten programar recargas y recorridos con base en demanda y topografía, reduciendo picos de consumo en hora punta.
Otra tecnología aplicada con éxito, es la programación dinámica de flotas. El uso de datos de tarjetas inteligentes y apps de movilidad permite ajustar frecuencias en tiempo real. McKinsey calcula que estos algoritmos elevan la ocupación de autobuses hasta en 15 % y recortan kilómetros en vacío.
Finalmente, en lo que tiene que ver con urbanismo, se encuentran residuos y alumbrado inteligente. Sensores de llenado y luminarias conectadas (con potencial de ahorro del 20–89 %en energía municipal, de acuerdo con CONUEE) complementan la visión de servicios urbanos basados en datos.
“No se trata solo de vehículos eléctricos, sino de un ecosistema donde la nube, la inteligencia artificial y el internet de las cosas convierten cada semáforo, paradero y luminaria en un nodo de decisión”, subraya Alfredo Del Mazo.
En cuanto a productividad y competitividad, el IMCO estima que eliminar apenas un 10 % de los atascos generaría un ahorro superior a 9 400 millones de pesos anuales en las principales urbes mexicanas.
Mientras que en salud pública, la integración tecnológica significaría menos congestión y por lo tanto, menos emisiones de partículas finas (PM₂.₅), contaminante vinculado a más de 36 000 muertes prematuras al año en el país, según el INECC y la OMS.
Finalmente, Alfredo Del Mazo Maza destacó el rol que tiene todo esto en materia de inclusión, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
“Un país que haga de la movilidad inteligente una política de Estado ganará en competitividad y salud pública. La tecnología ya existe; el reto es orquestar los datos con visión de largo plazo”, puntualizó.