La relación entre México y Japón, que se extiende por varias décadas, ha revelado sorprendentes similitudes culturales, las cuales son bellamente exaltadas en la presentación “Danza que Une México y Japón”, bajo la dirección de Naoko Kawabe.
Durante su presentación en la Feria Nacional de San Marcos, la compañía Ginreikai ofreció actos soberbios que combinaron acertadamente la danza tradicional japonesa con elementos de los intercambios culturales históricos entre ambas naciones.
Como siempre ha ocurrido, me estremece el particular sonido de los instrumentos de cuerda tradicionales de Japón como lo es el Koto o el Shamisen; en actos más atrevidos llegaban a mezclar el mariachi, el jazz y el metal con dicha música. Aunque hablando de uniones, no pude evitar buscar las canciones como Cielito Lindo, interpretado por Misora Hibari en a finales de la década de los cincuentas; o al Mariachi Vargas cantando en japonés.
Aunque sin duda una de las que más captó mi atención fue la colaboración que hicieron los Panchos con el trío Tri-kats a finales de la década de los sesentas. “Una vez más mi corazón vuelve al Japón buscando la pasión de un amor oriental” (esta es una de las danzas más bellas)“Se llama el Fujiyama, el símbolo de amor hecho montaña”. Con esta melodía me fue más clara la unión de la que habla la compañía.
Las raíces tanto del sol se entrelazan con las nuestras desde sus leyendas. Por ejemplo, tanto el Monte Fuji en Japón como el Popocatépetl en México son montañas con un profundo significado cultural, asociado a leyendas de amor y pérdida. El Fuji, sagrado para los japoneses y con templos a su alrededor, se vincula al cuento de la princesa Kaguya y un emperador afligido que quemó ofrendas en su cima para alcanzar la luna. De manera similar, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl protagonizan una trágica leyenda mexicana de una princesa engañada y un guerrero desconsolado, cuyos cuerpos se transformaron en las montañas nevadas que hoy conocemos.
Ambos volcanes, el Fuji y el Popocatépetl, además de ser símbolos nacionales, tienen connotaciones sagradas y religiosas para las culturas ancestrales y expresan un profundo respeto y solemnidad hacia la naturaleza pues las reconocen como seres sintientes dotándoles de historias propias.
De la misma manera, la danza tradicional de estas naciones son expresiones que guardan un amplio sincretismo hacia la naturaleza, la espiritualidad, y las relaciones humanas. Y son estos los ejes que conducen a la Danza que Une México y Japón.
Formación de bailarines mexicanos y japoneses; todos somos uno
En entrevista para Newsweek Aguascalientes, la artista Naoko Kawabe señaló que estos temas también son representados en danzas prehispánicas en México. “Independiente de la cultura, decimos que somos uno; no importa donde nacemos o dónde estemos, esa es nuestra filosofía”.
Precisó que la danza tradicional japonesa es solemne y teatral, sin embargo, las danzas puras llegan a durar hasta 40 minutos con símbolos que no resultan tan fáciles de reconocer para el público mexicano.
“Aquí en México hacemos el espectáculo mezclando la tradición con algo más moderno, pero con las bases de la tradición; esto con la autorización del instituto de Japón”, dijo.
Los bailarines profesionales de Japón entregan una gran parte de su vida en este arte tan rebosante. Explicó que la danza tradicional Nihon Buyo es un derivado del Kabuki, ahí participan las familias de las academias y sus hijos tienen una formación desde los cuatro años y llegan hasta los 90 años bailando.

Todos los bailarines, incluidos los mexicanos, para recibir certificarse como bailarín tradicional tiene que ser sometidos a rigurosos exámenes. Muchos de los alumnos de Ginreikai mexicanos ya han aprobado el examen para formar parte de la academia Hanayagi Ryu quien coordina el grupo de baile.
“Ha sido precioso trabajar con mexicanos. Por ejemplo, tenemos a Elizabeth Vázquez que desde hace tres años está conmigo. Uno siente más cariño por enseñar la cultura japonesa. Yo vivo en México, lo aprecio mucho, y me parece que lo que hacemos es intercambiar nuestras culturas”, declaró Naoko.
La maestra dijo estar agradecida por la buena recepción que tuvo del público hidrocálido, espera poder regresar en más ocasiones para presentar sus proyectos. Invitó también a buscarlos en sus redes sociales en Facebook como Instagram como Ginreikai Japanese Dance.
El gambare en aprender una nueva danza
Para tener un panorama más amplio sobre el intercambio cultural con Japón, entrevistamos también a Elizabeth Vázquez, bailarina Ginreikai Hanayagi Ryu, quien dijo que su primer acercamiento con la danza japonesa fue hace 15 años a partir de las clases que impartía Naoko Kijara.
Aprender la danza tradicional japonesa ha cambiado la vida de Elizabeth.
“Se nota en todos los aspectos, te vuelves más constante, más Gambare, es decir, echarle ganas, no te dejas vencer tan pronto, si no que siempre vas más constante y luchando. Yo era muy tosca, y a partir del baile me volví más delicada, incluso en la vida diaria”, señaló.
Vázquez reconoció que culturalmente hay muchas similaridades entre México y Japón, por ejemplo, es que ambos tienen culturas enfocadas en el respeto y la admiración de las tradiciones del otro. También es que en la comunidad persiste el gambare a manera de que se da el trabajo en conjunto para salir adelante.
Respecto a su formación, reconoció que sí es un reto considerable el adaptar las tradiciones japonés en cuanto al baile.
“En mi caso, entré cuando tenía 30 años. Ha sido complicado porque es diferente a los bailes mexicanos que son más movidos y ritmos; aquí –en la danza japonesa- no hay una marca de qué momento puedes cambiar el paso, a diferencia de la danza mexicana. En fin, nunca terminaré de aprender”, relató.
Rituales para el resguardo de vestuarios
Naoko Kawabe explicó que el vestuario que se utiliza en la danza, en particular los kimonos, son especiales para este fin ya que no son adecuados para eventos sociales de otros tipos. Cada uno de los vestuarios tiene características particulares.
Precisamente, Elizabeth Vázquez también es la encargada del resguardo de materiales y vestuarios, precisó que muchos de los objetos que utiliza la compañía tiene que tener un resguardo especial como las sombrillas o los abanicos. Son elaborados con materiales importados y bajo técnicas artesanales específicas por lo que no son de fácil adquisición.
“Las prendas necesitan dejarse secando al viento y en la sombra, porque no se pueden lavar. El dragón con el que bailamos esta ocasión tiene más de 40 años, y no sé cuánto tiempo más tenía con la maestra Kawabe, que es la suegra de la maestra Naoko. Yo llegando al estudio tengo que revisar cada material para remplazarlo”, comentó.
Finalmente, Elizabeth señaló que el arte de la danza ha representado para ella una formación espiritual y, curiosamente, le ha llevado a valorar más las raíces mexicanas.
Coincido con la postura de Elizabeth pues no se puede negar la riqueza cultural que existe en México pues, del norte al sur, cada estado tiene sus particularidades. Sin embargo, son precisamente estos intercambios culturales los que han enriquecido más la cultura de nuestro país: muchas de las tradiciones y de la cultura actual dependen ampliamente de una eterna conversación con el mundo.