Para la mayoría de las personas, la inteligencia artificial (IA) aún se asocia con chatbots como ChatGPT, una herramienta útil, aunque imperfecta, para responder preguntas y generar respuestas conversacionales. Pero esa percepción puede infravalorar enormemente la magnitud del cambio que la IA está a punto de traer, sobre todo con los robots en puestos de trabajo.
Para los que se aferran a la creencia de que aún faltan décadas para que la automatización y los robots tengan un impacto significativo en la mano de obra, Adam Dorr, director de investigación del think tank RethinkX, tiene una advertencia muy clara: este cambio va a ser fundamental, y está llegando más rápido de lo que pensamos.
“Lo que estamos viendo hoy con la IA sigue el mismo patrón histórico que hemos visto con cada gran cambio tecnológico”, dice Dorr, científico ambiental y teórico de la tecnología, en una entrevista exclusiva con Newsweek. “Las industrias no tardan 50 o 100 años en cambiar. Se tarda de 15 a 20 años, a veces incluso menos”.
El futuro de la IA no es una posibilidad lejana: ya está aquí, afirma Dorr, remodelando las industrias a un ritmo vertiginoso. La IA ya no es solo una herramienta para agilizar tareas tediosas; avanza tan rápido que profesiones enteras corren el riesgo de desaparecer por completo.
La IA no se limitará a un ordenador, afirma Dorr, quien asegura que uno de los grandes hitos en el horizonte será la unión de la IA avanzada con la robótica. Predice que el primer signo importante de esta revolución serán los coches autoconducidos, que ya funcionan en un puñado de ciudades estadounidenses y que, en su opinión, tomarán el control de las carreteras de ese país en los próximos dos años.
“Cuando la gente empiece a ver coches totalmente autónomos en las calles —sin conductor, sin volante— será cuando el público entienda por fin lo rápido que avanza esto”, dijo. “Y una vez que la IA esté en los vehículos no se detendrá ahí. Pasará rápidamente a otras formas robóticas, incluidos los robots humanoides”.
¿QUÉ EMPLEOS ESTÁN EN PELIGRO?
Este calendario no deja mucho margen para la complacencia. Según una encuesta reciente de la empresa de investigación de datos Prolific, cerca de dos tercios de los encuestados creen que la IA provocará importantes pérdidas de puestos de trabajo en la próxima década. Y, según Dorr, no se equivocan. La humanidad se encuentra en el precipicio de una transformación que no solo automatizará sectores enteros del mercado laboral más rápido de lo esperado, sino que también alterará fundamentalmente la economía, la distribución de los recursos e incluso la propia sociedad.
“No hay escapatoria a largo plazo”, afirma Dorr. “En la década de 2040 no habrá casi nada que un robot no pueda hacer mejor y más barato que un humano”.
Según Dorr, la mayoría de los empleos no son actividades aisladas, sino un conjunto de tareas que la IA irá reduciendo gradualmente. Al principio, la IA ayudará a los trabajadores, mejorando la eficiencia y la productividad. Pero, a medida que mejore, eliminará por completo la necesidad de intervención humana.
“Este cambio tendrá profundas consecuencias para el empleo”, afirma. “La IA no sustituirá a los trabajadores de la noche a la mañana. Al contrario, erosionará los puestos de trabajo tarea a tarea”.
“LA IA ES UNA HERRAMIENTA, NO UN SUSTITUTO DEL JUICIO JURÍDICO”
La ventaja de los costes es innegable. Una encuesta de ResumeBuilder encontró que 37 por ciento de las empresas que utilizan IA ya han reemplazado a los trabajadores humanos, y 44 por ciento planea despidos en 2024 debido a la automatización de la IA.
Sin embargo, a pesar de la creciente evidencia de la pérdida de puestos de trabajo impulsada por la IA, algunos insisten en que los temores de un apocalipsis de la mano de obra son exagerados. La idea de que la IA sustituirá por completo a la mano de obra es descartada por muchos en el mundo de la tecnología, que afirman que la automatización mejorará las capacidades humanas en lugar de eliminarlas.
El Dr. Cain Elliott, Chief Legal Futurist de Filevine, comparte este cauto optimismo, especialmente en el sector jurídico, donde la IA ha empezado a remodelar los flujos de trabajo.
“La IA es una herramienta, no un sustituto del juicio jurídico”, dice Elliott a Newsweek. “Cuando esa herramienta funciona mal o, peor aún, se utiliza mal, la responsabilidad sigue recayendo directamente en el operador humano”.
IA: LOS ROBOTS Y EL TRABAJO REPETITIVO
Dorr, sin embargo, advierte que la suposición de que la IA solo afectará a los trabajos repetitivos y poco cualificados está peligrosamente desfasada. Aunque los trabajadores de fábricas y los camioneros pueden ser los primeros en sentir el impacto de la automatización, las profesiones de cuello blanco son tanto o más vulnerables.
Paralegales, analistas financieros, representantes de atención al cliente e incluso periodistas ya están viendo sus funciones alteradas por la IA. Los programas informáticos basados en IA pueden analizar contratos más rápido que los abogados humanos, negociar acciones con más precisión que algunos de los mejores expertos financieros e incluso escribir artículos y guiones enteros, tareas que antes se creía que requerían intuición humana.
Algunos sectores ya están viendo cómo se desarrolla esta dinámica en tiempo real. Los usuarios están sustituyendo a los costosos nutricionistas humanos por asistentes de IA que generan planes de dieta altamente personalizados basados en una sola entrada humana. En campos como el diseño y la mercadotecnia, la IA realiza su trabajo más rápido y a menor coste que los profesionales humanos. Según McKinsey, el personal de ventas y mercadotecnia está a la cabeza, con un 14 por ciento que utiliza regularmente IA generativa en el trabajo.
UNA BREVE VENTANA PARA ADAPTARSE EN EL TRABAJO JUNTO A LA IA Y LOS ROBOTS
A pesar de la creciente alarma, aún hay tiempo para prepararse. Dorr subraya que las sociedades deben actuar ahora para navegar por esta transición de forma que se garantice la estabilidad económica y social. Gobiernos y empresas deben invertir en investigación y experimentación para determinar políticas que ayuden a los trabajadores a adaptarse a un mercado laboral en rápida evolución.
Se están debatiendo ideas como la renta básica universal (RBU) como posibles soluciones al desplazamiento del trabajo humano. Otras propuestas pasan por reestructurar la educación, replantear los modelos económicos e incluso redefinir el propio concepto de trabajo.

Dorr reconoce que no existe una solución única para este trastorno masivo, pero esperar a que millones de personas se queden sin empleo no es una opción.
Calcula que el coste de la mano de obra robótica acabará siendo casi nulo. Un robot humanoide, explica, podría costar pronto tan solo 10,000 dólares, con un coste operativo de por vida de solo 25 céntimos por hora. Una vez que los robots puedan construir otros robots el coste se reducirá aún más, hasta ser prácticamente nulo.
¿QUIÉN CONTROLA LA IA?
A medida que la IA se acelera, crece otra preocupación sobre quién tiene el dominio de la tecnología. Algunos temen que los países ricos y las grandes empresas monopolicen la IA, con lo que se aumentará la desigualdad económica. Los países que dependen de industrias de mano de obra manual —como la agricultura, la producción textil o la fabricación— pueden encontrarse con dificultades para competir en un mundo en el que domina la automatización.
En enero de 2025 el presidente Donald Trump anunció el lanzamiento de Stargate, una empresa conjunta en la que participan OpenAI, SoftBank, Oracle y MGX, con el objetivo de invertir hasta 500,000 millones de dólares en infraestructura de IA en Estados Unidos para 2029. Pero la reciente encuesta de Prolific reveló que 38 por ciento de los estadounidenses no cree que tal inversión beneficie a los trabajadores o a las pequeñas empresas.
Otro reto es el consumo energético de la IA. Los centros de datos necesitan enormes cantidades de electricidad para hacer funcionar modelos avanzados de IA, lo que suscita preocupación por el impacto medioambiental si esa energía procede de fuentes “sucias” como el carbón. Los científicos han calculado que los requisitos de energía de los centros de datos en Norteamérica aumentaron de 2.688 megavatios a finales de 2022 a 5.341 megavatios a finales de 2023, en parte impulsados por las demandas de la IA generativa.
Se trata de un área en la que Dorr muestra cierto optimismo, en particular sobre el potencial de descentralización de la IA. Cree que los modelos de IA de código abierto como DeepSeek de China podrían permitir a las naciones y comunidades más pequeñas desarrollar sus propias economías impulsadas por la IA.
UN MUNDO SIN ESCASEZ
Si estas grandes cuestiones se abordan con detenimiento, Dorr ve un potencial que muchos futuristas utópicos llevan tiempo prediciendo: el fin de la propia escasez. Un mundo en el que el trabajo sea opcional y los seres humanos puedan llevar una vida plena sin penurias económicas.
“Imaginemos un mundo en el que robots dotados de inteligencia artificial cultiven, construyan, fabriquen y presten servicios a tan bajo coste que los bienes esenciales sean tan abundantes como el aire que respiramos”, afirma. “Esta es la oportunidad que presenta la IA en el campo de los robots y el trabajo”.
Durante la mayor parte de la historia, las economías se han construido en torno al principio de los recursos limitados: alimentos, energía, mano de obra. Siempre se ha asumido que no todo el mundo puede tener todo lo que quiere todo el tiempo. Pero si la IA y la robótica pueden reducir drásticamente el coste de producción, sostiene Dorr, las sociedades podrían entrar en una era en la que los bienes y servicios se produzcan a coste casi cero.
No todo el mundo comparte este optimismo. Carter Price, matemático senior del think tank RAND Corporation, advierte que, aunque la IA puede reducir la necesidad de realizar determinadas tareas, también podría crear demanda de más trabajadores en otras áreas.
“Al pensar en las implicaciones para puestos de trabajo específicos, es más probable que estas herramientas sustituyan tareas que puestos de trabajo, lo que podría significar que se necesitan menos personas para hacer el trabajo o podría significar que se necesitan más personas porque la productividad es mucho mayor con todo el trabajo de bajo valor que está siendo realizado por máquinas”, dice Price.
Lograr el mejor resultado posible, según Dorr, exigirá una planificación y una adaptación cuidadosas. Sin intervención, Dorr predice que la concentración de la riqueza y la desigualdad se intensificarán, con los beneficios de la IA controlados por un pequeño número de empresas y naciones.
“Los robots vienen por los puestos de trabajo de todos. La cuestión no es si podemos alcanzar este futuro de abundancia. La cuestión es si podemos hacer la transición hacia él sin problemas, sin caos”. N