Al oeste de la Ciudad de México, entre calles cargadas de historia y arte, se erige el estudio de Sofía Ferro Gallegos, una joven pintora y escultora mexicana que ha emergido con gran ímpetu en la escena artística. Su taller es un espacio donde canaliza sus emociones en formas y texturas; desde autorretratos, obras dinámicas y hasta representaciones de ángeles, su estilo único refleja la lucha por alcanzar sus sueños.
A sus 29 años, la artista que alguna vez aspiró a transformar su país desde la política, ahora lo hace a través del arte, con trazos y colores que narran una historia de evolución personal. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana, donde destacó por su habilidad para el análisis y entrega por las causas sociales. En entrevista con Newsweek en Español comparte que gracias a su madre consiguió una sensibilidad particular por el lenguaje visual o creación estética; orgullosa, afirma ser la primera artista en su familia.
“Aunque me fascinaba escuchar hablar a mi madre sobre arte, nunca consideré seguir ese camino. En mi familia no hay antecedentes de artistas. Sin embargo, no fue sino hasta la pandemia de covid-19, ya después de haberme graduado, que comencé a cuestionarme cuál era realmente mi vocación. Me fui a vivir un tiempo a Valle de Bravo (al poniente del Estado de México) y ahí tuve una revelación. La política me gustaba, pero sin duda pintar me llenaba el corazón”, dice Sofía al recordar aquellos años.
Aunque amaba la teoría y los ideales, el entorno político empezó a parecerle frío, demasiado calculado y a menudo desalentador. Fue en medio de esa crisis vocacional cuando el arte apareció, pero no por accidente. Mientras residía en Valle de Bravo, famoso por el lago Avándaro, Ferro Gallegos comenzó a pintar y a tomar clases de escultura. Sin embargo, surgió un temor bajo un nuevo comienzo: temía confesarle a su padre que su pasión era otra.
“Me daba un poco de culpa decirle a mi papá que ya no me gustaba ciencias políticas cuando ya me había recibido, pero al final me apoyó. Aún recuerdo sus palabras: ‘Ve y satisface tu corazón’. Mis primeras obras resultaron un proceso terapéutico, por ejemplo, mi serie de ángeles —que no tienen sexo definido— la examiné con mi psicoanalista”, refiere la joven de un cabello claro que enmarca su rostro con suavidad.
“EL ARTE ES UN PUNTO DE FUGA DE MIS EMOCIONES”: SOFÍA FERRO
Entre sus primeras obras destaca un autorretrato multicolor sin rostro, donde el torso se adorna con tonalidades azul, amarillo, blanco y negro. En la parte del cabello —aparentemente llevado en una coleta— figura una corona de rosas, de la cual emergen hojas y ramas. Otra creación sobresaliente lleva por título “Cuando las mujeres fueron pájaros”, que tiene dos versiones: una en color naranja y otra verde, un trabajo inspirado en el libro homónimo de la escritora estadounidense Terry Tempest Williams.
Algunos de sus referentes, además de la autora de 14 libros, son Leonardo da Vinci, Claude Monet, Leonora Carrington y Remedios Varo. Un sello personal de Sofía Ferro son sus ángeles, los cuales moldea en bronce generalmente de manera vertical o con grandes alas. Ante el cuestionamiento de si se ha inspirado en el artista Jorge Marín para crear estos seres sobrenaturales, responde que no.
En contexto, Marín es un escultor y pintor mexicano, quien ha sido una figura activa en el mundo artístico contemporáneo durante los últimos 25 años. Su obra se centra principalmente en la figura humana como metáfora de sus propias vivencias. El bronce ha sido su material preferido durante los últimos diez años y sus productos representan caballos, centauros, ángeles, etcétera. Una de sus esculturas más conocidas es “El vigilante”, ubicada en los límites de Ecatepec y Tlalnepantla, Estado de México.
—¿Ves en Jorge Marín un modelo para tu nueva profesión? —le preguntamos a Ferro.
—No, y por ello mis ángeles están levantados. Los creé por un pasatiempo. Un día, Raúl Serralde, el artista con el que laboro, me dijo que mi técnica era hermosa, pero que para trascender como artista debía encontrar mi propio camino. Me aconsejó que, si continuaba en la misma línea, siempre me asociarían con alguien más en lugar de reconocerme a mí. Me animó a enfocarme en desarrollar un estilo propio y auténtico. Ahora el arte es un punto de fuga de mis emociones.
TIMELESS CONTINUUM: ENTRE LO CLÁSICO Y MODERNO
Sofía acaba de inaugurar su primera exposición: “Timeless Continuum”, en la colonia Roma, Ciudad de México. Durante seis días (del 6 al 11 de septiembre), sus más de 12 piezas generaron un impacto inmediato al combinar formas de arte clásico con elementos futuristas y tecnología moderna.
En un recorrido realizado por Newsweek en Español observamos proyectos vanguardistas, como “La Coppia”, un óleo sobre lienzo montado sobre mecanismo de motores y engranajes. En otras palabras, esta pintura de retrato, dividida en tres secciones, gira en diferentes direcciones generando así una variedad de expresiones faciales.
—¿De qué manera integras la ingeniería y tecnología en tu proceso artístico?
—En Florencia, Italia, donde también estudié escultura, mis profesores eran reacios a combinar tecnología, como las impresoras 3D, con el arte tradicional. Para ellos, el trabajo debía realizarse exclusivamente a mano, sin intervención de la computadora. Hoy en día esta tecnología me ha permitido ahorrar tiempo considerablemente.
“Antes tardaba tres o cuatro meses en crear mis ángeles, pero ahora, al diseñar en ZBrush (un software de modelado 3D) puedo replicarlos en tan solo una semana”, sostiene.
En cuanto a la ingeniería, cuando Sofía se encontró con Serralde, él estaba trabajando en el diseño de un reloj con un sistema de engranajes. Fascinada por la innovación que este campo podría aportar a sus obras, decidió combinar ambas disciplinas: ingeniería y arte. Un ejemplo de esta fusión son sus discos giratorios acrílicos, presentes en su exposición y catálogo a la venta. Esta serie consta de tres círculos superpuestos, cada uno de los cuales muestra la misma imagen, pero con variaciones de color, tono y secciones transparentes, que crea un efecto de capas.
“De estar perdida a mis 23 años, ahora entiendo que no fue mi final. El arte siempre será una salida, una catarsis”, concluye la lectora recalcitrante de Harry Potter, de la autora británica J. K. Rowling. De los discursos a las pinceladas, Sofía seguirá transformando su entorno, solo que ahora lo hace desde un espacio donde un solo color puede cambiarlo todo. N