La novela Lo demás es silencio, de Camila Villegas, nos sumerge en un mundo donde la conexión con la naturaleza, la identidad cultural y los lazos comunitarios se entrelazan en una narrativa profunda y evocadora. Durante una conversación con la autora, exploramos los temas centrales de la obra y la historia detrás de su creación.
Villegas, quien es narradora, dramaturga, investigadora teatral y productora, compartió su experiencia viviendo durante dos años entre la comunidad rarámuri en la Sierra Tarahumara, una vivencia que dejó una huella imborrable en su vida, tanto que años después decidió escribir de ello. “Cuando estuve ahí, no había de mi parte una mirada de investigadora. Tampoco había ningún propósito literario”, comenta Villegas, y agrega que realmente estaba ahí para escribir su tesis de economía, “por supuesto que no escribí nada”, agrega. Sin embargo, la conexión con el lugar y sus habitantes fue tan significativa que, décadas después, se convirtió en el corazón de su novela.
La autora destaca que la novela no solo busca contar una historia, sino también plantear preguntas fundamentales sobre nuestra relación con el mundo. “El libro es una reflexión sobre cómo es posible conectar con nosotros mismos y con los otros desde otro lugar, cómo hay otras posibilidades de encontrarnos unos a otros y con la naturaleza”, explica Villegas. Esta búsqueda de conexión y comprensión es una de las columnas que sostienen el espíritu del texto que leemos como “una novela de amor: de amor de hermanos, de amor de pareja, de amor de amigos, de amores”, agrega.
EN “LO DEMÁS ES SILENCIO” SE PRESERVA LA LENGUA RARÁMURI
Uno de los aspectos más intrigantes de Lo demás es silencio es la forma en que aborda la modernidad y su impacto en las comunidades indígenas. Pensando en los celulares y las redes sociales, Villegas plantea interrogantes sobre qué tan beneficiosa es la llegada de la “modernidad” a estos contextos y cómo afecta el tejido social de las comunidades. Lo mismo con la llegada de la violencia y el narco, “estas dos cosas me parece que sí afectan de manera profunda nuestra construcción identitaria como individuos y como comunidad”, señala la autora, reflejando las realidades difíciles que enfrentan muchas personas en estos entornos. Asimismo, habla del “destino” o de las limitadas opciones de sobrevivencia que existen en distintas zonas del país. Reyes, uno de los personajes principales en la historia, vive esta encrucijada y elige: “Me sumo al ejército, porque ¿qué otra cosa hay?, o soy cura o soy soldado”.
En Lo demás es silencio, Villegas también hace un esfuerzo consciente por preservar la lengua rarámuri, utilizando términos en su idioma original para mantener viva la identidad cultural de la comunidad. “En la lengua está la mirada. El lenguaje construye el mundo”, afirma, destacando cómo el lenguaje construye nuestra percepción del mundo. Y suma: “Creo que al unificar la lengua lo que estamos perdiendo son puntos de vista que son necesarios. En el español no estamos encontrando las verdaderas respuestas”.
PROCESO CREATIVO
Al preguntarle sobre la transición de escribir teatro a literatura, Villegas explica que sentía la necesidad de experimentar con el lenguaje de una manera que el teatro no le permitía. “El teatro es muy restrictivo en muchísimos sentidos,” dice, añadiendo que la novela le permitió explorar múltiples preguntas y personajes sin las limitaciones del formato teatral. “Yo sentía que el teatro no me daba la libertad suficiente para generar una de las metáforas que yo quería para capturar a través de las palabras los sentidos, porque eso fue uno de los ejercicios que hice, o sea, a qué sabe, a qué huele, qué se siente tocarlo”.
En entrevista con Newsweek en Español, Villegas reflexiona sobre su proceso creativo y lo describe como un ejercicio profundamente intuitivo. “Me sentía como si estuviera bailando, como si hubiera una especie de música y el texto solo fuera los pasos que acompañan esa música”, comenta. Explica que al principio todo fluía de manera natural, pero luego llegó la necesidad de analizar esa creación, de preguntarse sobre los pasos y la música que los guiaba. Durante esos días de reflexión, se dio cuenta de que, inconscientemente, su escritura había sido también un ejercicio teatral. “Era una especie de ejercicio actoral, donde yo me ubicaba en la piel del narrador, construyendo ese personaje tal como lo haría un actor con su papel”, añade. Para ella, el narrador se convierte en un personaje encarnado, que crea el lenguaje desde su propia realidad, como si estuviera interpretando un rol.
“ME MUERO DE EMOCIÓN CON ESTA HISTORIA”
Finalmente, Villegas reflexiona sobre el impacto que ha tenido la publicación de su novela. “Estoy conmovida de que quien está leyendo esta historia le mueva como me mueve a mí,” confiesa. Para ella, el hecho de que su obra esté resonando con los lectores y tejiendo lazos comunitarios a través del texto es una experiencia profundamente gratificante.
Después de años, este 2024 Camila Villegas regresará a la Sierra Tarahumara para visitar a quienes la acogieron anteriormente. “Yo me muero de emoción de regresar con esta historia. Y también tengo miedo, porque esta es la elaboración de lo que en mi corazón y en mi memoria es la Sierra Tarahumara. Y a lo mejor me encuentro con otra cosa y ya me dará material para escribir otra novela”, confiesa la autora.
Lo demás es silencio se lee como un testimonio del poder de las conexiones humanas y la riqueza de las culturas que, aunque a menudo marginadas, tienen mucho que enseñarnos sobre la vida, la naturaleza y la esperanza. N