Un grupo de investigadores ha expandido el conocimiento científico sobre la manera como nuestros cerebros forman recuerdos y los efectos de la falta de sueño en este proceso.
El hallazgo aporta información de gran importancia en lo referente a la actividad cerebral, y podría conducir a tratamientos mucho más específicos para mejorar la memoria.
El sueño es fundamental para el bienestar físico y mental, pues ayuda a consolidar los recuerdos y contribuye a la recuperación física. Y se ha demostrado que la falta de sueño predispone al desarrollo de enfermedad cardiovascular, obesidad, trastornos neurodegenerativos y depresión.
Pues bien, una nueva investigación sugiere ahora que la falta de sueño podría alterar, permanentemente, la formación y recuperación de los recuerdos creados durante el estado de vigilia.
Las neuronas que constituyen el “cableado” del cerebro no actúan cada una por su cuenta. Por el contrario, están muy interconectadas y, en general, se activan conjuntamente en patrones rítmicos y repetitivos.
Un ejemplo de esa activación es lo que se conoce como descarga de onda aguda: una especie de “ola”, como las de un estadio de futbol, pero que ocurre en el cerebro.
Investigaciones previas han demostrado que las ondas agudas de la región cerebral conocida como hipocampo desempeñan una función importante en la recuperación y consolidación de la memoria. No obstante, no se ha esclarecido por completo el impacto de la falta de sueño en esos patrones cerebrales.
¿CÓMO SE REALIZÓ LA INVESTIGACIÓN?
Para el estudio que aquí nos ocupa, publicado en línea el 12 de junio reciente en la revista Nature, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan registraron la actividad del hipocampo de siete ratas a las que pusieron a explorar laberintos a lo largo de varias semanas.
Como parte del experimento, los científicos interrumpieron el sueño de algunos animales de manera periódica, dejando que los demás durmieran sin interrupciones.
Si bien los dos grupos de roedores manifestaron semejanzas en los niveles de actividad de las descargas de onda aguda, dicha actividad fue discretamente mayor en las ratas privadas de sueño.
Pese a ello, las descargas del grupo privado de sueño fueron más débiles y desorganizadas que los patrones cerebrales observados en los animales que durmieron sin interrupciones.
Hecha esta observación, el equipo permitió que las ratas privadas de sueño se recuperaran durante dos días. A pesar de que la recuperación de sueño hizo evidentes importantes mejoras en la intensidad y la organización de la actividad de onda aguda, las descargas no lograron alcanzar los mismos niveles de actividad que registraron las ratas con periodos de sueño normales.
En otras palabras, el experimento demostró que la privación de sueño había alterado, de manera permanente, la capacidad de las ratas insomnes para procesar recuerdos específicos.
“Los recuerdos que se forman antes de la privación de sueño no se someten al mismo procesamiento que los recuerdos adquiridos antes del sueño”, explicó a Newsweek el Dr. Kamran Diba, autor principal de la investigación. “En estudios previos hemos demostrado que ese tipo de recuerdos no se evocan de la misma manera”.
EL SUEÑO TIENE UNA FUNCIÓN DE SUMA IMPORTANCIA EN EL PROCESAMIENTO DE LOS RECUERDOS
La nueva investigación se suma a un creciente volumen de literatura científica que aporta evidencias en cuanto a que el procesamiento de los recuerdos persiste aun después de la experiencia que les dio origen, mientras que el sueño parece tener una función de suma importancia en dicho procesamiento. Con base en esto, resulta obvio que pasar toda la noche estudiando para un examen dista mucho de ser una táctica eficaz.
Más allá de resaltar la importancia del sueño en la formación de recuerdos, el equipo espera que los hallazgos del estudio puedan conducir a nuevas estrategias que prevengan —o al menos posterguen— el deterioro de la memoria.
“Si logramos identificar intervenciones que fortalezcan la reactivación y la repetición de los recuerdos —es decir, si descubrimos un mecanismo que propicie la recuperación total de los recuerdos durante la reposición del sueño, posterior a un periodo de insomnio—, cabe la posibilidad de que podamos evitar el deterioro de la memoria, al menos a corto plazo”, agregó Diba.
Más aún, dicho mecanismo también podría explicar las asociaciones observadas entre la privación del sueño y el deterioro cognitivo. “Aunque no investigamos el tema de la privación crónica de sueño, la disminución de la reactivación y la repetición ciertamente apuntan a un posible mecanismo para el deterioro cognitivo, aun cuando considero que puede haber otros factores que intervienen en ese proceso; entre ellos, la señalización de proteínas y la expresión genética”, concluyó Diba. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)