Hallada milagrosamente bajo los escombros de un edificio arrasado por el mortífero terremoto del 6 de febrero de 2023 en el noroeste de Siria —que dejó 6,000 muertos—, la pequeña Afraa, a la que el terremoto dejó huérfana, cumplió su primer año.
Fue encontrada horas después de su nacimiento, todavía estaba unida por el cordón umbilical a su madre, que perdió la vida, como su padre, hermanos y hermanas en el derrumbamiento del inmueble.
Su ciudad, Jandairis, cerca de la frontera turca, fue de las más afectadas por el terremoto, que dejó al menos 6,000 muertos en Siria y más de 53,000 en Turquía. La niña fue rescatada por su tío, Khalil Sawadi, que la llamó Afraa en honor a su madre.
“Tengo siete hijos, ocho con Afraa. La llamé Afraa para perpetuar el nombre de su madre y para que no olvide a su familia”, dice Sawadi, de 35 años.
Khalil Sawadi, que también es primo del padre de la pequeña, acuna tiernamente a Afraa y a su hija biológica, Aataa, nacida unos días antes. “Mi esposa le da al pecho a las dos, que son como mellizas”, cuenta.
“Cuando empezó a decir sus primeras palabras, me llamó papá y llama a su tía ‘mamá'”, explica emocionado.
El hombre, un desplazado que huyó del este de Siria y que no tiene empleo fijo, reconoce que criar a Afraa supone para él una gran responsabilidad. Según dice, espera que la niña tenga un futuro brillante, con una buena educación y que, incluso, “le vaya mejor que a sus propios hijos”.
“ESTUVE 35 HORAS BAJO LOS ESCOMBROS”
En su casa, las hijas de Sawadi juegan con la pequeña, de mofletes colorados y bien abrigada, que ya empieza a gatear. La ponen en una mecedora y se relevan para balancearla.
En Jandairis, una localidad gobernada por facciones sirias pro-Turquía, el sismo dejó fuertes secuelas y muchos de los edificios no fueron reconstruidos. Cientos de familias afectadas siguen viviendo en tiendas de campaña. Las más afortunadas fueron realojadas en campamentos de desplazados permanentes.
Según la ONU, alrededor de 265,000 personas perdieron su casa en la zonas rebeldes del noroeste de Siria. Al menos 43,000 de ellas continúan en refugios un año después. La mayoría de la población de esas zonas rebeldes está compuesta por desplazados procedentes de otras regiones del país, que quedó fragmentado por la guerra que estalló en 2011 y que ha dejado más de medio millón de muertos.
Hamza al Ahmed, de 15 años, camina con muletas por las calles de Jandairis, donde vive con su hermano, mayor que él y casado. “Perdí a mi madre, mi padre y a cuatro de mis hermanos y hermanas en el sismo”.
“Estuve 35 horas bajo los escombros, nuestro edificio se derrumbó y ya no queda nada”.
A Hamza le tuvieron que amputar una pierna y ahora trata de acostumbrarse a su prótesis. El brazo también le quedó mutilado, pero no tiene medios para pagarse un tratamiento médico. “Para mí, el aniversario del sismo es el día de la separación. Siento que la vida se detuvo ese día, perdimos todo lo que amábamos”, dice el adolescente.
UNA VIDA SIN FAMILIA Y VARIOS MUERTOS TRAS EL TERREMOTO DE SIRIA
“La vida sin padres es dura pero continúa”, añade, mirando a unos niños jugando al futbol. “Sueño con recuperarme y poder volver a estar de pie” sin ayuda de las muletas.
Durante la terrible noche del 6 de febrero, Yasmin al Sham, de 10 años en la actualidad, perdió a su padre, a su madre embarazada y a sus tres hermanos y hermanas, incluida su melliza. Ella sobrevivió de milagro, tras haber estado más de 18 horas bajo los escombros.
“Estaba durmiendo cuando ocurrió el sismo, mi hermano mayor me agarró y corrió hacia la puerta de entrada, que cayó tras él”, cuenta la niña. A la que más añora es a su hermana melliza. “Estábamos juntas todo el tiempo, íbamos a la misma clase, jugábamos juntas”, dice Yasmin, a la que le encanta dibujar.
Ahora, está al cuidado de su abuela Samira al Yasin, de 62 años, que perdió a 47 parientes, entre ellos su esposo y su hijo, en el derrumbe de su edificio. “Perdimos a toda nuestra familia. Solo sobrevivieron unos cuantos. El sismo nos destruyó”, lamenta la mujer, una desplazada del centro de Siria. N