El siglo XIX marcó el comienzo de una serie de desafíos y transformaciones para Baja California. La fiebre del oro en California atrajo a aventureros y buscadores de fortuna, muchos de los cuales, tras cruzar la frontera, decidieron establecerse en esta región. Este fenómeno marcó el inicio de una migración que cambiaría para siempre la demografía y la dinámica social de Baja California. Otros más llegarían a Ensenada debido a una serie de concesiones que otorgó el gobierno de Porfirio Díaz con el fin de hacer negocios y extraer recursos naturales; una gran parte de estos migrantes eran ingleses y estadounidenses, de los cuales algunos se quedaron a morar en la zona.
“Alrededor de 1890, algunos chinos fueron contratados por la Compañía Mexicana de Terrenos y Colonización, mejor conocida como Compañía Inglesa, en ese tiempo dueña de una parte de Baja California y que pretendía colonizar con ingleses la región. Entre sus proyectos, la compañía pensaba construir un ferrocarril de San Quintín a Ensenada. Contrataron en Estados Unidos a obreros chinos para trabajar en la construcción”, indica Yolanda Sánchez Ogás en su texto Historia de los chinos en la ciudad de Mexicali. Así mismo se asentaron personas de esa nacionalidad en otras partes de Baja California. En Ensenada, por ejemplo, pusieron algunos negocios a inicios del siglo XX, principalmente lavanderías.
De igual forma en 1905 una colonia de agricultores rusos (Molokanos) que se estableció en la parte norte de Baja California, como indica Therese Adams Muranaka “en el valle de Guadalupe, arriba de Ensenada. La colonia ahora conocida como Francisco Zarco o “colonia rusa”, se localiza a 50 millas (80.5 kilómetros) al sur de Tijuana, ciudad que está ubicada en los límites internacionales. Constaba de 105 familias, las cuales unieron sus riquezas para comprar 4 000 hectáreas al gobierno mexicano, durante la presidencia de Porfirio Díaz. Las escrituras oficiales son de 1907”.
A medida que avanzaba el siglo, la construcción de infraestructuras y el desarrollo urbano, especialmente en ciudades como Tijuana y Mexicali, atrajeron a migrantes (de diversos estados de la república mexicana) en busca de empleo en industrias emergentes. El surgimiento de sectores como la agricultura y la minería proporcionó oportunidades económicas y, en consecuencia, motivó flujos migratorios internos.
La segunda mitad del siglo XX presenció un cambio significativo en la economía de Baja California. La llegada de la industrialización y la expansión de la maquila transformaron la región en un polo de desarrollo económico. Este cambio no solo aumentó la migración interna, sino que también atrajo a trabajadores de otras partes de México en busca de empleo en las fábricas de la frontera.
Con el inicio de la globalización, Baja California se convirtió en un punto clave para la migración internacional, especialmente de personas que buscaban cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. Este flujo constante de migrantes ha llevado a una diversificación cultural notable en la región. Comunidades de origen asiático, africano y sudamericano se establecieron, contribuyendo a la creación de una identidad multicultural única. Las personas de nacionalidad haitiana son un buen ejemplo, o más recientemente rusos y ucranianos.
En el siglo XXI, la migración continúa siendo un tema central en la historia de Baja California. La región enfrenta desafíos relacionados con la seguridad fronteriza. Sin embargo, también se presenta como un lugar de oportunidades y un crisol de culturas que contribuyen a la riqueza social y cultural de la región. Baja California, con su historia migratoria única, sigue siendo un lugar donde las personas buscan construir un futuro, contribuyendo a la vibrante diversidad que caracteriza a esta región en constante evolución. N