Científicos consideran que las hordas de gatos salvajes invasores que aterrorizan a las especies nativas en Australia podrían combatirse utilizando un tipo especial de ingeniería genética.
Los gatos, que llegaron a Australia con los colonizadores europeos, matan regularmente a mamíferos, aves y reptiles nativos, incluidos woylies, quols y pingüinos.
Los gatos salvajes suman ahora más de 6 millones y son responsables de la extinción de al menos 28 especies en todo Australia, y amenazan a muchas más. Esto impulsó el anuncio de numerosas medidas de control, incluido el envenenamiento, la captura y el toque de queda para los gatos.
En un artículo para ABC Science de Australia, la investigadora postdoctoral Ellen Cottingham, de la Universidad de Melbourne, sugirió utilizar algo llamado “impulsor genético” para controlar la población de estos “demonios” peludos.
“Los impulsores genéticos literalmente ‘impulsan’ genes modificados a través de una especie, asegurando que se heredarán de generación en generación, lo que eventualmente resulta en que toda la especie tenga rasgos genéticos diseñados”, dice a Newsweek Andrew D. Maynard, profesor de Transiciones de Tecnología Avanzada en la Universidad Estatal de Arizona.
“Es una técnica específica de las especies que se aparean y se reproducen sexualmente, y funciona asegurando que los rasgos genéticos modificados sean heredados por cada descendiente resultante del apareamiento”, añade el experto.
EL GEN ESTERILIZA O LIMITA EL CRECIMIENTO DE LA ESPECIE
Los genes se transmiten a toda la descendencia, en lugar de solo a unos pocos, como ocurre con los rasgos genéticos normales, como el color de ojos. Esto puede garantizar que un gen particular se transmita rápidamente entre una población, lo que puede ser útil para hacer frente a especies invasoras, ya que este gen puede esterilizar o limitar de otro modo el crecimiento de la especie.
“Dependiendo de qué rasgos genéticos se introduzcan en la especie, estos pueden cambiar atributos clave de la especie (por ejemplo, en el caso de los mosquitos, alterar una especie entera para que ya no pueda actuar como portador de la malaria), o pueden hacer que la especie ‘colapse’ y eventualmente se extinga, por ejemplo, al garantizar que cada miembro de la próxima generación sea estéril”, explica Maynard.
Este procedimiento se realiza mediante la edición de genes CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, por sus siglas en inglés, o repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas), que corta genes específicos en el código genético de un organismo y los reemplaza por otros.
“Además, se agrega una pieza adicional de codificación de ADN que continúa este proceso de búsqueda y reemplazo en todo el ADN de cualquier descendencia. Es como incrustar un pequeño algoritmo genético en la descendencia que está constantemente buscando secuencias genéticas para ser reemplazadas”, comenta Maynard.
COMBATIR A LOS GATOS SALVAJES INVASORES PODRÍA AFECTAR A OTRAS ESPECIES
“El resultado de esto es que, cuando dos organismos (animales, en el caso de los gatos salvajes invasores) se aparean y uno de ellos tiene las ediciones genéticas, el algoritmo de búsqueda y reemplazo de ADN garantizará que toda la descendencia herede los genes modificados, en lugar de solo la mitad de ellos, lo que normalmente sería el caso”.
De esta manera, continúa el especialista de la Universidad Estatal de Arizona, los genes modificados son ‘impulsados’ a través de cada generación posterior y eventualmente conducen a que toda la especie sea modificada genéticamente o erradicada, si los genes heredados los vuelven estériles”.
Esta tecnología se probó en mosquitos, lo que limita su capacidad de transmitir malaria. Los ratones recibieron con éxito un impulso genético en 2019, pero desde entonces ningún otro mamífero se ha modificado con éxito.
Hay muchos críticos de este enfoque hacia las especies invasoras, con preocupaciones que incluyen que el gen podría propagarse a especies importantes que no son el objetivo, o incluso dar a las especies objetivo ventajas inesperadas, haciéndolas más difíciles de erradicar.
Por lo tanto, antes de que cualquier impulso genético llegue a la naturaleza, se necesitarán años de pruebas e investigaciones para garantizar que el procedimiento no salga mal.
PASARÍAN VARÍAS DÉCADAS ANTES DE VER LOS RESULTADOS
Además, Cottingham señala que las estimaciones actuales acerca de cuánto tiempo tardaría un impulso genético en tener impacto en una población invasora no son optimistas y predicen décadas incluso para especies muy fértiles. En los conejos, por ejemplo, un impulso genético tardaría 17 años en la mitad de la población de Australia.
“No estoy segura de que los impulsores genéticos alguna vez se consideren seriamente como una solución que pueda implementarse en los gatos salvajes invasores en Australia (existen múltiples obstáculos técnicos que superar en el uso de impulsores genéticos para mamíferos como los gatos, e incluso si se superaran, un impulso genético para estos gatos podría potencialmente extenderse a la población de gatos domésticos, por lo que la aceptación pública sería inexistente)”, dice a Newsweek Isobel Ronai, bióloga de la Universidad de Harvard.
“En el futuro, un impulso genético podría usarse para el control de plagas en Estados Unidos, pero por el momento los únicos casos de uso factibles serían para que los mosquitos detengan una enfermedad como el dengue o para una mosca (la drosofila de alas manchadas) que es una plaga importante de los cultivos”, añade Ronai.
Por ahora, los gatos salvajes invasores están a salvo de los impulsores genéticos, pero enfrentarán todo lo que Australia pueda hacer para salvaguardar su vida silvestre nativa. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)