Más de 60 años después de su creación, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) continúan siendo los centinelas de un proyecto comunista a la cubana, pero enfrentan el desinterés, en particular de las nuevas generaciones.
Cada año, en la noche del 27 al 28 septiembre, los miembros de esta organización vecinal creada por Fidel Castro en 1960 se reúnen en cada barrio para festejar en torno a una “caldosa”, un guiso cocinado con leña. Cada quien aporta lo que puede.
“Estos festejos siempre hemos querido hacerlos, porque es una continuidad” de la historia de la revolución de 1959, y “una posibilidad de vernos todos”, explica a la AFP Ernesto Lemus, de 56 años, presidente de un CDR en La Habana Vieja.
Sin embargo, desde hace algunos años, y sobre todo después de la pandemia del covid-19, el recrudecimiento de las sanciones de Estados Unidos y la grave crisis económica que redujo drásticamente el poder adquisitivo de los cubanos, el entusiasmo no es el mismo. En 2010, Fidel Castro reunió a 20,000 “cederistas” en un discurso por los 50 años de la organización.
Inicialmente creada para denunciar a los “contrarrevolucionarios” y sus acciones mediante una estrecha red de vigilancia, y para movilizar al pueblo en trabajos comunitarios y tareas sociales como las campañas de vacunación, los CDR son oficialmente la mayor organización de masas de Cuba, con 8 millones de miembros en una población de 11 millones de habitantes. Aunque la afiliación se produce automáticamente a partir de los 14 años, muchos cubanos, y en particular los jóvenes, le han dado la espalda.
“La nueva generación no quiere saber nada de eso”, declara un estudiante que prefiere no revelar su identidad.
MÁS DE 130,000 COMITÉS DE DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN EN LA ISLA
De hecho, los 138,000 CDR que tiene el país desarrollan su actividad en una isla en transformación: apertura a la pequeña empresa privada, compraventa de viviendas y la llegada del internet móvil, sin contar el éxodo de cientos de miles de cubanos en los últimos años como consecuencia de la crisis.
“Hoy los muchachos duermen con su teléfono en el bolsillo y, apenas lo encienden, es un bombardeo mediático en contra de nuestro proceso (socialista) y no están ajenos a eso”, admitió en una entrevista Gerardo Hernández, de 58 años, coordinador nacional de los CDR.
Hernández, quien fuera uno de los “Cinco Héroes”, espías cubanos encarcelados en Estados Unidos antes de ser liberados en el marco del histórico acercamiento entre ambos países en 2014, recibió hace tres años la difícil tarea de revitalizar los CDR.
“Esta es una problemática en la que tenemos mucho que trabajar todavía y, sobre todo, muchos jóvenes que convencer de que pueden utilizar la organización para ejercer influencia en el entorno donde viven”, explicó Hernández, mientras que el décimo congreso de la organización debatía a finales de septiembre, a puertas cerradas, cómo hacerla atractiva para ellos.
“LOS JÓVENES DE AHORA SON APOLÍTICOS”
“La juventud hoy por hoy es mucho más pragmática, mucho más transaccional”, señala el disidente Manuel Cuesta, que sufrió en los años 2000 actos de “repudio”, manifestaciones en las que los miembros de los CDR hostigan verbal y físicamente a los opositores.
“Los jóvenes son apolíticos e identifican los CDR con el gobierno, con el que ya ellos no tienen ninguna identidad”, agrega este hombre de 60 años. Destaca que en su familia nadie relevó a su madre, que fue una militante de los CDR.
Sentado en un café de La Habana Vieja, Lázaro, de 43 años y quien prefirió no dar su apellido, habla sin miedo: “el CDR nunca me ha ayudado para nada. Siempre he tenido que buscar lo mío por mí mismo”.
“No sé qué cosa es un CDR. Me preocupo por mi vida, es lo único que hago, sobrevivir”, apunta.La noche del 27 de septiembre, “hace años era una fiest, pero ahora no”.
“Ahora no hay nada, agrega, y todo está caro, ahora no hay unión en nada de eso,” dice Rafael Caballero, un jardinero de 35 años que se prepara para emigrar a Colombia. N