Los bosques templados se convirtieron en los principales captores de carbono —contribuyen a reducir la cantidad de CO2 del aire—, mientras los tropicales, degradados por tela, los incendios y la sequía son ya casi neutros en este ámbito.
Utilizando un nuevo método de análisis de imágenes satelitales, un equipo de investigación internacional, coordinado por el Instituto Nacional de Investigación sobre Agricultura, Alimentación y Medioambiente de Francia (INRAE), mapeó por primera vez los cambios anuales en la biomasa forestal global entre 2010 y 2019.
Los hallazgos, publicado en Nature Geoscience, resaltan la importancia de tener en cuenta los bosques jóvenes y la degradación forestal en modelos predictivos de sumideros de carbono para desarrollar estrategias de mitigación del cambio climáticos más efectivas, según un comunicado del INRAE.
Los aumentos de biomasa vegetal desempeñan un papel esencial en el secuestro de carbono para mitigar el cambio climático. El balance de carbono de la biomasa resulta de las ganancias debidas al crecimiento de las plantas y del aumento de la cubierta forestal y de las pérdidas debido a la tala, la deforestación, la degradación, la mortalidad subyacente de los árboles y las perturbaciones naturales.
Monitorear las reservas de carbono de la biomasa a lo largo del tiempo es esencial para comprender y predecir mejor los efectos del cambio climático actual y futuro, así como los impactos directos de las actividades humanas en los ecosistemas. Esta es una cuestión clave para las políticas de mitigación del cambio climático.
INVESTIGADORES DESARROLLAN MAPAS DEL CAMBIO ANUAL DE CARBONO DE LA BIOMASA
Los datos de vegetación, obtenidos del satélite de humedad del suelo y salinidad del océano (SMOS) utilizando métodos de profundidad óptica de vegetación de banda L (L-VOD), son único en la estimación de las reservas promedio de carbono sobre el sueño a nivel global. Sin embargo, la aplicación generalizada de L-VOD en todo el mundo está limitada por la interrupción de la señal debido a la interferencia de radiofrecuencia de las actividades humanas y por la sensibilidad de L.VOD al contenido de agua vegetal.
Para abordar estos desafíos, los investigadores desarrollaron un filtro doble que utilizaba la descomposición temporal de la señal (cambios estacionales, tendencias, etcétera) para compensar estos efectos. Basándose en datos de biomasa aérea, los investigadores determinaron la biomasa total utilizando un mapa global, publicado en 2020, de la relación entre la biomasa aérea y subterránea (como las raíces).
Luego de esto, calcularon la distribución espacial y temporal del carbono total de la biomasa viva de los ecosistemas terrestres de 2010 a 2019 y desarrollaron mapas del cambio anual de carbono de la biomasa.
Los investigadores utilizaron los mapas para evaluar los presupuestos regionales de carbono (parcelas de 25 por 25 kilómetros), atribuir las pérdidas y ganancias de carbono al cambio de la cubierta forestal causado por los incendios y el cambio de uso de la tierra, e investigar cómo la edad de los bosques controla el almacenamiento de carbono terrestre.
Las reservas de carbono en la tierra aumentaron en 500 millones de toneladas por año durante un periodo de 10 años, principalmente debido a los árboles jóvenes en los bosques templados y boreales.
LOS BOSQUES TEMPLADOS FRENTE A LOS BOSQUES TROPICALES PARA CAPTAR CARBONO
A nivel mundial, las reservas de carbono de la biomasa terrestre aumentaron de 2010 a 2019 en aproximadamente 500 millones de toneladas de carbono por año. Los principales contribuyentes al sumidero mundial de carbono son los bosques boreales y templados, mientras que los bosques tropicales se han convertido en pequeñas fuentes de carbono debido a la deforestación y la mortalidad de los árboles tras periodos de repetidas sequías.
Los bosques tropicales antiguos, donde los árboles tienen una edad promedio de más de 140 años, son casi neutros en carbono, mientras que los bosques templados y boreales, donde los árboles son jóvenes (menos de 50 años) o de mediana edad (50-140 años), son los más grandes sumideros de carbono.
Los nuevos hallazgos difieren de los modelos de predicción existentes que muestran que todos los bosques antiguos son grandes sumideros de carbono y no tienen en cuenta la importancia de la demografía forestal ni el impacto de la deforestación y la degradación en los bosques tropicales, que están perdiendo biomasa.
Los hallazgos resaltan la importancia de tener en cuenta la degradación y al edad de los bosques al predecir la dinámica y la edad de los bosques al predecir la dinámica de futuros sumideros de carbono a nivel global y, por lo tanto, desarrollar políticas de mitigación del cambio climático más adecuadas. N