La música resonó a diario en los campos de concentración y centros de matanza del régimen nazi. El museo Memorial de la Shoah de París presenta una exposición sobre el tema, desde su uso para marcar el paso hasta el bálsamo que significaba para la resistencia.
En la muestra, abierta hasta el 24 de febrero de 2024, se exponen varios instrumentos –como un contrabajo fabricado por los detenidos en el campo de Mauthausen–, cuadernos clandestinos ilustrados por los prisioneros o imágenes de recuerdo tomadas por los SS sobre la música en los campos.
“Tenemos unos 300 documentos y objetos procedentes de memoriales y fondos de archivos de todo el mundo, lo que es único, ya que normalmente cada memorial hace su exposición con sus propios recursos”, explica a la AFP Élise Petit, comisaria de la muestra.
LA MÚSICA INCLUYE CANCIONES DE PROTESTA
Se pueden oír grabaciones de los supervivientes, canciones de época y algunas creaciones, como marchas militares reconstituidas o pequeñas canciones de resistencia, prosigue esta especialista de la música bajo el Tercer Reich y en los campos de concentración nazi.
“Los SS escondieron sus actividades en los campos pero, extrañamente, conservaron álbumes de recuerdo en los desvanes, que no fueron mostrados a los hijos ni a los nietos. Pero que ahora los bisnietos los dan a los museos”, detalla.
El uso principal de la música, aún desconocido, fue iniciado por las autoridades de los campos desde 1933. Se trata de una música “codida”, tocada por orden por orquestas de reclusos. Constituye una herramienta de pleno derecho para los procesos de puesta a la puesta en marcha y aniquilación. Su segundo uso es el hecho por los reclusos de forma espontánea: tolerada por los responsables de bloques o a veces totalmente clandestina, esta música participa en estrategias de supervivencia psicológica y resistencia espiritual al sistema de concentración.
“LA MEJOR ORQUESTA DE LOS DETENIDOS” EN CAMPOS NAZIS
La música “impuesta” puede venir de un mando “melómano”, como en Buchenwald, o de un sistema de “prestigio” con otros recintos, para mostrar quién tiene “la mejor orquesta de detenidos”. También había ceremonias de recibimiento a los nuevos presos con “una música muy irónica, cínica”, y las marchas para los trabajos forzados al son de melodías “para sincronizar el paso”. Y músicas para “acompañar los tratos crueles y los castigos para el placer sádico de los SS”.
No había música en las cámaras de gas, pero sí en los alrededores “para disimular los gritos de las víctimas”, relata Petit. De lado de los prisioneros, la música de resistencia psicológica representaba “esos momentos de libertad en las letrinas sórdidas donde los SS no metían los pies”, explica. Eran “canciones parodia para intentar levantarse la moral”. N
(Con información de AFP)
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