Irak conmemora este lunes 20 de marzo el vigésimo aniversario de la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó al dictador Sadam Husein, pero no hay prevista ninguna celebración en un país que, pese a una apariencia de normalidad, ve el futuro con temor.
Este país —un rico productor de petróleo— sigue traumatizado por los años de conflicto y violencia sectaria que siguieron a la operación lanzada el 20 de marzo de 2003.
Aunque el país logró establecer una apariencia de normalidad, sigue enfrentado inmensos desafíos como la inestabilidad política, la pobreza y la corrupción.
El vecino Irán, un país de mayoría chiita y que es la némesis de Estados Unidos, ahora tiene mucha influencia local, dado que la población chiita quedó liberada del yugo que sufrió durante el régimen de Husein, que era sunita.
El gobierno no tiene planeado ningún evento y en las calles de Bagdad, las personas parecían más preocupadas de la llegada del mes de ayuno del Ramadán, esta semana. “Es un recuerdo doloroso” para el país, dijo Fadhel Hassan, un estudiante de periodismo de 23 años. “Hubo mucha destrucción y demasiadas víctimas”.
La invasión estadounidense fue ordenada por el presidente republicano George W. Bush en un contexto marcado por los ataques del 11 de septiembre de 2001 lanzados contra Estados Unidos por el grupo yihadista Al Qaida.
Bush —que contó con el apoyo del entonces primer ministro británico Tony Blair y el jefe del gobierno de España, José María Aznar— argumentó que Husein suponía una amenaza mayor y estaba desarrollando armas de destrucción masiva, pese a que nunca se encontró ninguna.
LA INVASIÓN MARCÓ EL INICIO DE UN PERIODO SANGRIENTO EN IRAK: “VAMOS DE MAL EN PEOR”
La invasión ejecutada por 150,000 soldados estadounidenses y 40,000 combatientes británicos logró derrocar en tres semanas al gobierno de Husein y el 9 de abril las fuerzas invasoras tomaron el control de Bagdad. En todo el mundo, las cadenas de televisión transmitieron imágenes de los soldados estadounidenses derribando una estatua de Husein en Bagdad.
Un poco más tarde, Bush declaró “misión cumplida”, pero la invasión dejó desórdenes, saqueos en las calles y un caos que se agravó por la decisión estadounidense de disolver el Estado iraquí, el partido gobernante y el ejército.
Para el momento de la retirada de las tropas estadounidenses la guerra dejó más de 100,000 civiles iraquíes muertos, con 4,500 fallecidos del lado estadounidense, según la organización Iraq Body Count.
La invasión marcó el inicio de los periodo más sangrientos de la historia de Irak, que primero sufrió una guerra civil entre 2006 y 2008 y luego padeció la ocupación de una parte de su territorio por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Los sucesivos gobiernos “han fracasado en la lucha contra la corrupción”, lamentó Abas Mohamed, un ingeniero de 30 años que vive en Bagad. “Vamos de mal en peor. Ningún gobierno ha dado nada al pueblo”, afirmó. N
(Con información de AFP)