Es común que en la nota roja los periódicos y portales informativos relaten choques entre el tren y vehículos automotores, en su mayoría difundidos como accidentes. Sin embargo, tan sólo en este año se cuentan ya 22 siniestros ferroviarios, en ellos, cuatro personas murieron. En el 2021, la historia fue similar: 22 impactos y ocho defunciones. Los accidentes son más bien patrones que llevan años repitiéndose y para los cuales aún no se formula una respuesta que logre reducir esta letal incidencia. Y los daños colaterales continúan apareciendo.
Fue un 20 de octubre cuando el cielo de Aguascalientes se dividió en dos por una línea de humo visible desde casi cualquier parte de la capital. Ante las especulaciones, en minutos se dio a conocer la razón: el tren, nuevamente, se había impactado con una pipa llena de combustible altamente inflamable en una de las avenidas más importantes de la ciudad, Segundo Anillo, a la altura del fraccionamiento México.
El “accidente” fue ocasionado por un conductor que, como otras personas, le quiso ganar el paso al tren. No lo logró. El impacto ocasionó una explosión y el combustible derramado propició un incendio que acaparó vehículos, negocios y hogares cercanos a las vías del tren. Las imágenes de las casas y vehículos calcinados hablan por sí mismas, parecieran retratar los restos de una zona de guerra. Al momento del choque, el humo fue tan intenso que tres personas tuvieron que ser trasladadas al Hospital Tercer Milenio para ser atendidas.
En el recuento de los daños, Jaime Gallo Camacho, titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano (SEDUM), aclaró a los medios de comunicación las verdaderas afectaciones: 47 viviendas sufrieron daños; 37 de ellas quedaron en condiciones de ser habitadas -aunque perdieron pertenencias-, pero algunas de las restantes fueron pérdida total.
A la fecha, los daños colaterales son visibles y algunas familias siguen lidiando con las pérdidas materiales que sufrieron como consecuencia de un conductor que pensó que sí alcanzaría a cruzar. Patrimonios enteros quedaron inservibles y el miedo, latente todavía, no se escapa de las calles. No se sabe cuándo podría pasar otro suceso así.
Apenas una semana después, la policía capitalina dio a conocer otro de “accidente” entre un automóvil y un tren. Las vías fueron las mismas, pero ahora este evento tuvo lugar en la avenida Paseos de la Cruz. Y la historia se repitió, una conductora le quiso ganar el pase al tren. Afortunadamente, ninguno de estos casos cobró una vida.
En entrevista con Newsweek Aguascalientes, Rubén Galaviz Tristán, titular del Instituto de Servicios de Salud de Aguascalientes (Issea), reconoce que en las vías del tren sí existe un riesgo latente, mismo que se ve potenciado por distintos factores que pueden terminar en resultados fatales.
“Fue un verdadero milagro lo del 20 de octubre, con la pipa”, señala el doctor, sin embargo, también admite que los “accidentes” ocurridos, aunque son “totalmente previsibles”, también son multifactoriales. Explica que la imprudencia de conductores, la falta de cultura vial y la falta de señalética e infraestructura de seguridad son algunos de los factores detrás del constante número de incidentes ferroviarios.
Patrones y tendencias, no accidentes
Aunque de manera cotidiana medios de comunicación repliquen los siniestros como “accidentes”, la realidad es que estos pierden su condición accidental una vez que se observan consecutivamente, por las mismas razones y en los mismos lugares; en vez de ser hechos aislados, ahora se entienden como patrones y tendencias consecuentes a un problema, en este caso, las vías del tren cruzando por una ciudad en desarrollo.
Así lo opina Arnulfo Aldaco, urbanista y experto del tema quien reconoce que si bien el problema no tiene que ver con los gobiernos actuales, pues el sistema de ferrocarriles data desde el siglo pasado y el antepasado, este sí representa un riesgo y tiene que atenderse.
Y es que, en efecto, los impactos o los atropellamientos que pasan en las vías del tren no son eventos fortuitos o esporádicos, más bien, son frecuentes y comunes. Incluso, un evento similar al del pasado 20 de octubre sucedió en febrero del 2019. En aquella ocasión otra pipa cargada al 100% de su capacidad con miles de litros de combustible, fue arrollada por el tren en la comunidad Coyotes, ubicada al sur de la ciudad. Cuatro personas resultaron heridas, otras dos murieron.
De acuerdo a datos solicitados al Issea, en casi cinco años, del 2018 a noviembre del 2022, en Aguascalientes se registraron 101 “accidentes ferroviarios”; 30 de ellos terminaron en muertes y 71 en personas lesionadas, como consecuencia de los atropellamientos, algunas personas heridas perdieron una de sus extremidades (véase tabla sobre incidencia).
Año | Defunciones por incidentes ferroviarios | Lesiones por incidentes ferroviarios |
2018 | 06 | 14 |
2019 | 06 | 15 |
2020 | 06 | 10 |
2021 | 08 | 14 |
2022 | 04 | 18 |
Total | 30 | 71 |
*Elaboración propia con los datos proporcionados por el Issea.
Según la información obtenida a través del Observatorio Estatal de Lesiones, la mayoría de los “accidentes” ferroviarios, 63, involucran un automóvil; en siete estuvieron involucrados camiones; en nueve trailers; y en 22 ocasiones fueron atropellamientos a peatones.
El número de casos registrados por el Issea no son coincidencia y tienen un tronco común, opina el experto en ciudades: “es un problema de salud pública. Quizá no lo debemos de abordar como accidentes, sino como patrones, porque un accidente pasa una vez, 22 veces en un año, claramente hay un patrón”.
Para Arnulfo Aldaco, el hecho de que existan vías de tren que atraviesen por en medio a las ciudades es una situación normal e inclusive necesaria por el mismo derecho de vía, no obstante, a estas alturas, lo ideal sería tener estas vías y pasos del tren segregadas, ya sea soterrándoles o haciendo un libramiento ferroviario que rodee a la mancha urbana para reducir las probabilidades de siniestros y reducir la incidencia de choques y atropellamientos en los cruces de calles y avenidas con las vías del tren.
Aun así, aunque en otros estados ya se ha planteado la posibilidad de libramientos ferroviarios -como ya también se hizo en Aguascalientes-, complementa el experto en urbanismo, financiar un proyecto así requiere de una inversión muy alta que, por fuerza, necesita de anuencia y apoyo del gobierno federal para poder lograrse.
“Se tiene que hacer un consenso muy amplio, desde los estudios, porque hay muchos actores involucrados, no solamente sería gobierno municipal o gobierno del estado, sino que tendría que abordarse también desde la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Es muy complicado”, comenta en entrevista para este medio.
Al igual que Galaviz Tristán, Arnulfo Aldaco sostiene que los hechos como el ocurrido recientemente en el fraccionamiento México se derivan de una condición multifactorial. Pero además de la falta de señalética y de cultura vial, también agrega que habría que ver las condiciones de trabajo de los choferes de estas pipas, para ver qué nivel de cansancio o estrés cargan.
Las vías del tren, un bordo urbano
Además del riesgo que implica tener vías del tren que crucen a diferentes municipios sin que estas estén segregadas, las vías también tienen repercusiones sociales y económicas, vinculadas con la inseguridad y la violencia.
Arnulfo Aldaco profundiza y comenta que las vías del tren generan una separación que impide interacciones entre un lado y el otro, lo que termina dejando espacios poco usados que, posteriormente, terminarán por abandonarse. A este fenómeno se le llama bordo urbano.
Añade: “como está la vía del tren, no hay interacción entre un lado y el otro. Se vuelven de alguna manera espacios estériles donde no sucede nada y se tiende al abandono. No es una ley, pero esto sucede”.
Aunque no conocían de esa manera el término, vecinos que habitan a un costado de las vías confirman que en esos bordos urbanos existe un olvido que, además de impedir el un crecimiento comercial o de negocios, también se ha vuelto peligroso.
Jorge Martínez*, de 39 años, ha vivido todos sus años a un lado de las vías del tren y de la contaminación auditiva que genera el claxon cada vez que pasa, a cualquier hora del día. Vecino de Las Hadas, comenta para Newsweek Aguascalientes que uno de sus mejores amigos fue arrollado por un tren cuando eran pequeños y jugaban a trepar los vagones y bajarse, sólo por diversión y porque de esa manera perdían el tiempo cuando no había nada qué hacer en las tardes de verano.
Además, relata que tiene años que cruzar por las vías del tren, en bicicleta o como peatón, supone un arriesgarse a ser asaltado.
“Siempre pasa, carnal. Uno ya sabe moverse por aquí, y sabe a qué horas sí y a qué horas no. Y tan tan, pero si a alguien se le ocurre pasar por acá de noche, lo más seguro es que le pase algo”, narra.
María del Carmen*, de 68 años y vecina de la Gremial, coincide con Jorge: el borde es inseguro. “Ay, si yo le contara cuántas veces mis hijos se pelearon en las vías y cuántas los asaltaron, hasta dedos me faltarían. Una ya tiene edad y sabe que hay que evitar ir para las vías ya de muy noche”, dice.
En la Gremial, el reportero buscó personas para hablar sobre sus experiencias viviendo tan cerca a las vías.
En una tienda, un hombre sugiere buscar a María del Carmen, quien además de llevar viviendo ahí gran parte de su vida, perdió por un suicidio a una de sus hijas ahí: saltó en contra de uno de los tantos trenes de carga que por décadas han atravesado esta ciudad.
María del Carmen no habla de su hija, pero coincide en que existe un problema: “Luego eso que pasó allá en La México, bendito Dios que no se cobraron vidas, pero algo se tiene que hacer, ya ve que ni plumas dicen que tenían”.
Y es cierto, habitantes del fraccionamiento México aseguraron, incluso desde antes del hecho, que por años el cruce de las vías con el Segundo Anillo no ha tenido plumas. Ferromex, por su parte, comentó al gobierno estatal y municipal de Aguascalientes que sí ponían plumas de seguridad para evitar que automóviles crucen cuando esté cerca el tren, no obstante, estas eran vandalizadas y robadas de inmediato. Cuando pasó la explosión por el choque entre la pipa y el tren, no había pluma.
Además de que los bordos urbanos no generan un ambiente de fertilidad económica como para poder desarrollar complejos de negocios, estos, a su vez, sí propician un escenario de inseguridad poco vigilado por las autoridades. En cadena, ambos elementos son los que terminan haciendo que los espacios aledaños a las vías se abandonen.
¿Y la cultura vial?
El último problema que detecta el especialista urbano con relación a los choques entre vehículos automotores y trenes, es la falta de cultura vial, misma que no es completamente responsabilidad de los conductores, sino también de los gobiernos, ya que estos son los que establecen las leyes y los reglamentos viales, y son incluso los que regulan quiénes pueden o no conducir.
Al respecto, Arnulfo Aldaco comenta que en Aguascalientes el proceso para obtener una licencia de conducir es laxo, “puedes no saber manejar y vas a obtener tu licencia”, dijo, haciendo referencia a que el sistema de otorgamiento de licencias en Aguascalientes no exige pasar un examen práctico, solamente uno teórico para el cual te preparan minutos antes con una guía.
Tan sólo el mes pasado, en los últimos dos eventos viralizados, estuvieron involucrados dos automóviles. “Algo está fallando”, dice.
Para María del Carmen, el doctor Galaviz Tristán y muchas otras personas, el “accidente” del pasado 20 de octubre fue terrible, pero el hecho de que no haya cobrado una vida lo consideraron como “un milagro”. Para otras personas, incluso vecinos de la México, este pudo haberse evitado.
17 días después del impacto entre el tren y la pipa, el gobierno municipal dio a conocer los resultados del peritaje que se hizo en el puente vehicular que ya desde antes se estaba rehabilitando: por haber estado expuesto al incendio, tendrá que ser reconstruido de la parte de arriba.
Ahora ya se están llevando a cabo las obras de reconstrucción del puente afectado, pero estas podrían demorarse hasta cuatro meses porque necesitan coordinarse con Ferromex y así evitar un “accidente”. Paralelamente, algunas casas dañadas siguen completamente quemadas y sin enseres, y en anonimato una de las personas damnificadas concluye: “¿y cómo saber que no nos volverá a pasar? La verdad es que una no sabe, nada más vemos que diario pasa el tren”.
*Los nombres de Jorge Martínez y María del Carmen son ficticios, fueron cambiados a petición de las personas entrevistadas que contaron sus experiencias viviendo junto a las vías del tren.