“Nos entrenaban, como dicen ellos, a ser armas de matar. Usar el cuchillo, el palo, las cachas. Nos entrenaban a beber del dolor ajeno”. Estas son líneas que marcan el inicio del entrenamiento militar de los llamados kaibiles guatemaltecos trazado en el libro A veces despierto temblando, de Ximena Santaolalla.
Soldados de élite usados para aterrorizar y reprimir a la población civil en una dictadura excedida por genocidios y delitos de lesa humanidad, encabezada por el general Efraín Ríos Montt, quien gobernó Guatemala de marzo de 1982 a agosto de 1983.
En 2013, Ximena Santaolalla empezó una investigación exhaustiva a partir de una conversación entre la periodista Carmen Aristegui y la fiscal guatemalteca Claudia Paz y Paz, mujer que tuvo la impavidez de acusar al exdictador por genocidio y después fue exiliada. Así, en 2015 la escritora inició su ópera prima que culminó en 2021 y que la llevó a obtener el Premio Mauricio Achar-Literatura Random House.
—¿Por qué escribir de Guatemala y no de las dictaduras de Chile o Argentina? —pregunta Newsweek en Español a Santaolalla.
—No sabía mucho de este país vecino. Me impactó pensar que, si en Argentina habían sido asesinadas y desaparecidas 30,000 personas, en Guatemala fueron 100,000 solo en esa administración de año y medio.
“De acuerdo con Amnistía Internacional, en los primeros cinco meses de mandato, los soldados mataron a más de 10,000 campesinos. Creí que iba a ser un artículo corto, pero conforme fui investigando terminó siendo una novela”.
—En mayo de 2013 la jueza Jazmín Barrios declaró culpable a Ríos Montt por los crímenes contra la humanidad y la comunidad maya ixil, condena que resultó en 80 años de prisión. ¿Accediste a esta sentencia?
—Sí, para leerla, pero no la conseguí en ese momento hasta 2015. Mientras estuve leyendo, por ejemplo, “Guatemala: nunca más”, informe de Monseñor Gerardi, quien fue asesinado un par de días después de dar a conocer públicamente este documento. También leí a Rigoberta Menchú y a Rodrigo Rey Rosa, aunque él aborda más lo que pasó posteriormente a la dictadura durante los acuerdos de paz en los noventa.
—¿De dónde surge el nombre A veces despierto temblando?
—Cuando concursé, el libro se llamaba Muerte de un nahual, porque se refería a Ocelote (personaje de la novela), quien fue perdiendo su alma conforme cometía ciertos actos que lo deshumanizaban. Sin embargo, la editorial me sugirió cambiar el título y esa frase la incluye Aura, una figura de la obra que menciona estas palabras haciendo referencia a que tiene muchas pesadillas y se acuerda cuando era adolescente.
MÁS DE 10 VOCES LLENAS DE VACÍO
“A veces despierto temblando. A media noche reptan por mis muslos esos dedos que ya no están. Dedos fantasmas (…) Ya no extraño a mi madre. No le tengo amor; la culpa y la vergüenza lo tragaron todo”, dice Aura antes de que su inocencia fuera arrebatada por un abuso sexual, encerrada en un cuartel, en donde nació su hijo.
Con más de diez voces, esta novela se sitúa en un contexto histórico entre los kaibiles llevados a Estados Unidos para ser entrenados, su abuso civil para derrocar las guerrillas, la dictadura de Ríos Montt y el genocidio maya en la década de 1980.
Publicada por Penguin Random House, representa los testimonios en primera persona de los diversos personajes endurecidos, por entonces, un presente lleno de vacíos aplanados, “grises y marrones, bajo el cielo como hoguera”.
—Un tema que también resalta el texto es la violencia de género, como el personaje de Estrella, a quien describes como titular de la Oficina de Inteligencia Antinarcóticos en México, pero en un principio fue sometida y humillada.
—Primero, es mexicana porque no había mujeres kaibiles, no están autorizadas. Decidí incluir a una militar porque quería mostrar la diferencia en el trato durante los entrenamientos de élite sobre la violencia que se ejerce en el cuerpo. Como siempre, para la humillación o para el miedo se incluye el elemento del sexo. Siempre la amenaza de que se pueda cometer una violación—precisa.
“En un fragmento, por desobedecer al comandante kaibil Francisco Chinchilla, una de las voces masculinas, patea entre las piernas a Estrella, así como a sus pechos y vientre, además de apagar seis cigarros en su torso”.
—A pesar de que Ocelote parecía en un principio benévolo y hasta rehusaba ser parte del regimiento, ¿siempre existió en él la autodestrucción?
—Aunque en un inicio el lector lo encuentra sensibilizado al preocuparse por Estrella, es un claro ejemplo de cómo se deshumanizó a una persona con lo ocurrido en Guatemala.
PRÓXIMAS NOVELAS DE XIMENA SANTAOLALLA: LA PLUMA EN MÉXICO Y EL SALVADOR
Luego de su novela galardonada, Ximena Santaolalla quiere llevar bajo su pluma más historias de América Latina, puntualmente de El Salvador y México.
En cuanto al primer país, desea retroceder hacia la década de 1930 para abordar el golpe de Estado perpetrado por los militares encabezados por el general Maximiliano Hernández Martínez.
No obstante, la novela que está a punto de terminar es sobre una niña que vive en una casa en la Ciudad de México, cuyo atractivo será un elemento fantástico: un vampiro. De aproximadamente 120 páginas, se prevé que esté lista para los lectores en 2023.
“Quiero que se llame ‘La paz de los ahogados’, pero a lo mejor me cambian el título”, concluye la escritora y licenciada en derecho, egresada del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), quien en Twitter publica bajo el perfil @AjoloteVagando. N