Si tienes ganas de visitar zonas arqueológicas y reencontrarte con la cultura y la riqueza histórica que ofrece México, echa un ojo a esta lista. Aquí encontrarás una selección de las mejores ciudades precolombinas antiguas del país, algunas de los cuales se han convertido en un patrimonio innegable de la humanidad.
CHICHEN ITZÁ, YUCATÁN
Las ruinas ubicadas en la península de Yucatán, a 100 kilómetros de Mérida, en el municipio de Tinum, es uno de los retejos de movimientos migratorios durante la era posclásica temprana en Mesoamérica. Con rasgos de la cultura maya, pero también con filiaciones Toltecas, esta zona arqueológica es famosa por su juego de luces y sombras que, durante los equinoccios, se esparcen hasta la cabeza de la serpiente en los desplantes de la alfarda del monumento.
De origen maya, la etimología de Chichen Itzá significa “la ciudad al borde del pozo de los Itzáes”. Fue fundada en el 250 d. C. y fungía como un centro ceremonial.
Sin embargo, las construcciones que hoy en día perduran en el sitio fueron erigidas entre el 800 d. C. y el 1200 d. C. Entre las rocas y las edificaciones se encuentra el Cenote Sagrado, el cual es considerados uno de los lugares más importantes para la peregrinación maya.
Desde 1988 esta es una de las zonas arqueológicas que forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
CUICUILCO, CIUDAD DE MÉXICO
En el centro del país, cerca de lo fue el lago de Xochimilco, en la Ciudad de México, se encuentra la zona arqueológica mesoamericana de Cuicuilco. Aquí, una gran parte de la cultura olmeca se estableció durante varios siglos.
Construida desde el 800 a. C. hasta el 250 d. C en el periodo preclásico, fue uno de los primeros grandes centros cívicos religiosos del Eje Neovolcánico hasta que fue destruida por el volcán de Xitle, ocasionando que Teotihuacán se consolidara como el centro rector de este periodo.
El territorio, conocido como “lugar donde se hacen cantos y danzas”, también es la cuna de las primeras representaciones del Dios Viejo del Fuego y de los primeros calendarios, basados en la observación del movimiento del sol sobre el horizonte oriente a través de los años. Asimismo, esta es una de las zonas arqueológicas que más se reconocen como un ejemplo de la arquitectura pública y habitacional.
DZIBILCHALTÚN, YUCATÁN
También llamado “lugar donde hay escritura en las piedras” en lengua maya, es uno de los asentamientos más importantes de esta cultura desde el 500 a. C que perduró hasta la conquista de los españoles, cerca de 1540 d. C.
Su nombre hace alusión a las numerosas lápidas conmemorativas reconocidas como estelas. Con cerca de 8,400 estructuras y un radio de 19 kilómetros cuadrados, conjunta pirámides y edificios abovedados que albergaban a aproximadamente 40,000 habitantes.
Esta cultura se dedicaba a la producción de sal y maíz, además de que ejercía la pesca y el uso de herramientas de caracola en la costa litoral del Golfo, se encuentra en el kilómetro 14 de la carretera Mérida-Progreso. De igual forma, esta es una de las zonas arqueológicas que representaron un cambió radical en el entendimiento arqueastronómico con la construcción del Templo de las Siete Muñecas, que se ilumina con el resplandor del sol en los equinoccios del 21 de marzo y 21 de septiembre.
MONTE ALBÁN, OAXACA
Localizado a ocho kilómetros del poniente de la ciudad de Oaxaca de Juárez, se caracteriza por las flores blancas de los árboles de cazahuate que cubren el cerro. De ahí algunas sobrelecturas en cuanto al significado de su nombre, como lo son “Montaña Sagrada”, “Colina del Jaguar” o “Cerro del Tigre”.
Fundada en el 500 a. C., es considerada una de las ciudades clave en el desarrollo de Mesoamérica. Fue la capital de los zapotecas desde los inicios de nuestra era hasta el 750 d. C.
En su esplendor, Monte Albán llegó a habitar una población de casi 35,000 personas, quienes se ubicaron en las laderas terraceadas como agricultores. Su arquitectura está pesadamente influenciada por los teotihuacanos, así como su pintura mural y cerámica.
Tiempo después, fue ocupada por los mixtecos durante el periodo posclásico. Esta es una de las zonas arqueológicas que fueron declaradas por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1987, junto al Centro Histórico de la capital oaxaqueña.
PALENQUE, CHIAPAS
El nombre de este sitio arqueológico proviene del pueblo vecino Santo Domingo de Palenque. Fue fundado en el tardío siglo XVI y su etimología significa “Estacada” o “Empalizada”, entendida como una cerca de madera que rodea a un sitio para protegerlo. Entre otros nombres, también se le ha llamado Na Chán (Ciudad de serpientes), Ghochan (Cabeza de las culebras), Ototiun (Casa de piedra) y Chocan (Serpiente esculpida).
Junto a los poblados de Calakmul y Tikal, Palenque fue una de las ciudades más importantes en el periodo clásico maya, donde se asentaron las dinastías de Pakal. Capital de comercio, intercambio y alianzas entre los gobernantes, fue una de las primeras ciudades estado construida entre el 400 y 500 d. C.
Esta es una de las zonas arqueológicas más bellas del mundo. Para llegar a esta zona arqueológica es preciso tomar la carretera federal 190 desde Tuxtla Gutiérrez o la carretera federal 186 desde Villahermosa, Tabasco.
PAQUIMÉ, CHIHUAHUA
En el norte del país, a unos 280 kilómetros de Ciudad Juárez, encontramos uno de los esplendores de la cultura Casas Grandes, donde convivieron más de 3,000 personas. En una mezcla de los pueblos del Desierto, el Occidente y el Centro de México, es un reflejo de la convivencia entre los pueblos del norte y los pueblos mesoamericanos. Mezclando agua y tierra, los paquimenses construían casas de hasta cuatro pisos de altura con techos de vigas y muros modelados con madera.
Paquimé representó un avance considerable en la arquitectura durante el año 1200 d. C. Entre otras innovaciones, los paquimenses realizaron aljibes, canales, acequias, drenajes y terrazas. Su grandeza se extendió por todo el noreste de Chihuahua hasta el este de las Dunas de Samalayuca y la región de Villa Ahumada. Fue inscrito en la lista de bienes culturales de la Unesco en 1998 como Patrimonio Mundial.
EL TAJÍN, VERACRUZ
En la costa del norte de Veracruz, en medio de la densa selva mesoamericana, se encuentra la llamada “casa de los truenos”, aunque también se le ha reconocido por los totonacas como “el gran humo”.
El Tajín fue una de las capitales de la cultura de Mesoamérica, reconocida por su constante quema de copal y de allí el origen de sus tantos nombres. Privilegiada con grandes espacios delimitados por templos y desniveles, la ciudad fue decorada con pintura mural y relieves.
Una de sus construcciones más icónicas es la Pirámide de los Nichos, que representa la cosmovisión de los mesoamericanos debido a su decoración de exactamente 365 nichos en las fachadas. Fue habitada desde el 300 hasta el 1200 d. C. y tuvo el mayor número de juegos de pelota registrados, con un total de 17 apariciones. La ruta para llegar a esta zona arqueológica es por la carretera estatal hacia El Chote.
TEOTIHUACÁN, ESTADO DE MÉXICO
“Lugar donde fueron hechos los dioses” o “Ciudad de los dioses”, es el nombre de origen náhuatl que emplearon los mexicas para describir una de las capitales prehispánicas de nuestro país. Fue uno de los centros urbanos más grandes y antiguos y albergó a más de 100,000 habitantes.
Influyó fuertemente en la cultura mesoamericana en términos políticos, económicos, comerciales y religiosos. En su momento, los aztecas arribaban a la ciudad para practicar ritos y oraciones.
Desde 1987, Teotihuacán forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco como patrimonio cultural universal y recibe a miles de visitantes. Es una de las atracciones turísticas más importantes de nuestro país.
Tiene una extensión de 264 hectáreas, con edificios monumentales como La Ciudadela y el Templo de la Serpiente Emplumada, con conjuntos residenciales y las Pirámides del Sol y la Luna, entre otras edificaciones.
Esta es una de las zonas arqueológicas más cercanas a la capital del país. Desde la Ciudad de México es necesario tomar la autopista México-Pachuca y el entronque Ecatepec-Pirámides para llegar a la zona arqueológica.
TULUM, QUINTANA ROO
“Zamá” en maya, traducido como “amanecer”, es como se describía a este sitio de acuerdo con fuentes del siglo XVI investigadas por el INAH. El nombre “Tulum” significa “muralla”, y así fue llamado debido a la acorazada muralla que ahí se conserva. Con una privilegiada ubicación y excelente conservación de sus pinturas murales y edificios, es un emblema de la costa nacional caribeña.
Aquí se encuentra el Templo del Dios Descendente, el principal elemento iconográfico de la ciudad. Asimismo, con la Casa del Cenote, se entiende la importancia con la que la cultura maya trataba al culto acuático, junto a su deidad Kukulcán, dios de los vientos.
Para acceder a esta zona arqueológica es necesario tomar la carretera federal Chetumal-Cancún, ya que se encuentra a 128 kilómetros al sur de Cancún.
XOCHICALCO, MORELOS
Compuesto por las palabras nahuas “xochi” (flor), “cal” (casa) y “co” (locativo), se le conoce como “en el lugar de la casa de las flores”. Xochicalco fue una de las ciudades más relevantes durante el Epiclásico (700 – 900 d. C.), y tras la caída de la urbe teotihuacana, fue entonces fundamental para la fundación de la ciudad de Tula luego de que varios grupos migraran hacia allá desde el centro de México.
Con influencias mayas y teotihuacanas, también se desarrollaron en el estudio astronómico con el uso de varias cuevas en las que se aprecia el movimiento del sol.
Para visitar el sitio se toma la carretera México-Acapulco hasta Alpuyeca, donde se toma camino hacia Miacatlán. N