Aquel niño tímido, a quien le amarraban la mano izquierda para que dejara de ser zurdo, descubrió su vocación artística cuando tenía cuatro años. Esto lo reflejó en el gusto que despertaban en él los papeles y los seis colores que poseía. Muchos años más tarde, el maestro Vicente Rojo, artista plástico y diseñador, formó parte de la llamada generación de la “Ruptura” —aunque él preferiría llamarle de la “Apertura”.
Nació en Barcelona el 15 de marzo de 1932. Sin embargo, desde muy joven decidió ser mexicano. Hoy se ha convertido en un representante absoluto de la estética mexicana. Así también, el maestro es una pieza fundamental del panorama del arte en el México contemporáneo.
Al artista le tocó padecer la guerra civil española que dividió a su familia. Su padre partió desde Burdeos en el Ipanema con destino al puerto de Veracruz. Vicente Rojo se quedó con su madre y hermanos en Cataluña.
“Al observar el cielo estrellado de Barcelona, el pequeño Vicente pensaba que su padre veía las mismas estrellas desde México”, describen parte de los textos que acompañan la exposición digital “Las pinturas de Vicente Rojo. Al margen de la figuración“.
El maestro realizó, entre 1946 y 1949, estudios de cerámica y escultura en la Escuela Elemental del Trabajo. En 1949, a los 17 años, se reunió con su padre en México.
Más tarde se convirtió en uno de los más importantes artistas de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Por su gran talento “siempre será una fortuna poder ver su obra”, comenta en entrevista con Newsweek en Español la doctora Iliana Ortega, curadora de la exposición digital “Las pinturas de Vicente Rojo. Al margen de la figuración”.
CELEBRAR SU NATALICIO Y CONMEMORAR SU MUERTE
Esta es la primera vez que la pintura del maestro Vicente Rojo se presenta en formato digital. Aunque fue reconocido a nivel internacional como diseñador editorial, escultor y pintor, esta muestra se centra en una selección de obra pictórica realizada por el propio autor para cubrir el pago en especie de sus impuestos a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Gracias a la colaboración de la Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la SHCP se puede llevar a cabo esta exposición ahora de forma digitalizada.
“La idea de trabajarla en digital es que puede llegar a muchísimas más personas. Sobre todo, ahora con la pandemia que ha impedido cierta movilidad. Así es como no solo se celebra su natalicio, sino que también se conmemora un año de su muerte, el 17 de marzo, a dos días de haber cumplido 89 años”, añade Ortega.
La exposición estará de forma permanente. “Se presenta una parte de su trabajo que quizá no sea tan conocida: la pintura”.
La muestra está conformada por series, que era como Vicente Rojo solía trabajar. En “Señales” (1962-1972), la primera, dejó atrás las representaciones realistas y se decantó por la creación de imágenes abstractas extraídas de formas geométricas básicas. Tal como el cuadrado, el círculo y el triángulo, con el objetivo de generar cuadros con imágenes concretas.
“LO MEJOR DE LO MEJOR DE SU PRODUCCIÓN”
“En todas las series hay un acompañamiento escrito de las piezas plásticas. Al ser digitalizado se puede ampliar el conocimiento o se pueden tener más herramientas para comprender este tipo de obras que a veces, quizá, no son tan fáciles de comprender”, indica Ortega.
Gracias a la iniciativa del maestro Rojo de que los artistas pudieran pagar sus impuestos a la SHCP con obras, dentro de su vasta producción, en este caso pictórica, “él escogió lo mejor de lo mejor de su producción”.
Esta “es una manera de compartirlas con la nación”, añade la curadora. “La pequeña colección que tiene la SHCP es verdaderamente de un muy alto nivel”.
Para la segunda y tercera series, llamadas “Negaciones” y “T” (1971-1974), respectivamente, Rojo desarrolló una larga investigación pictórica. La indagatoria se consolidó en más de cien obras que tienen como común denominador una estructura muy sencilla: una línea horizontal y una vertical que a simple vista se identifican como una letra te.
“En cada una de las piezas consolidó la idea de la geometría como la base de todo lo que nos rodea, lo que observamos y representamos. Por ello, para él esta disciplina matemática devino en un lenguaje más que un fin”, se señala en la presentación de la exposición Memórica, el repositorio digital que alberga la obra.
UN RECORRIDO POR SU NIÑEZ
La curadora Iliana Ortega explica que los textos que acompañan las obras de Vicente Rojo “se sustentan en investigaciones importantes y muy serias. En esta ocasión se hace con base en escritos que el mismo trabajó”.
Lo anterior, comenta Ortega, logra que, “si lees las palabras del autor, le puedes dar otro sentido a la obra. El público en general se puede aproximar a la obra desde otro lugar. Incluso conocer aspectos de la vida personal del maestro”.
En la serie “Recuerdos” (1976-1979) está presente su infancia. Cada cuadro es un recorrido por sus cuadernos escolares de la niñez. También se hacen patentes la guerra y la posguerra, que imprimieron en su memoria imágenes de destrucción.
“México bajo la lluvia” (1980-1989) tiene su origen en un día lluvioso, a principios de los años 1950, en el siglo pasado. Ahí, Rojo contemplaba la precipitación en el Valle de Cholula, Puebla, desde una loma del Instituto Astrofísico de Tonantzintla. La visión lo persiguió por años, y dos décadas más tarde, durante una estancia en el Centre Beaubourg, concretó el tema en esta serie.
“Su arte devino en elementos más abstractos porque se enamoró de la geometría. Él observaba la vida y decía que todo lo que nos rodea son triángulos, cuadrados, círculos”, comenta Ortega.
TRABAJÓ HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO DE SU VIDA
A finales de la década de 1980, Rojo inició sus trabajos para la serie “Escenarios” (1989-2006), con una temática más amplia que las anteriores. El artista reconoció en ella reminiscencias del Paseo de San Juan en Cataluña, escenario de su infancia, y también fuertes evocaciones de paisajes mexicanos. Tales como las pirámides, las estelas y, especialmente, los volcanes. Sin olvidar la presencia de los códices, los encontrados y “los enterrados”.
El artista creía que “Escenarios” sería su última serie. Sin embargo, reconoció que un elemento clave y presente en toda su producción había sido la escritura. Por otro lado, también lo vinculaba con su otra gran pasión que fue el diseño gráfico, además de considerar su estrecha relación con el mundo literario.
Así nació la serie “Escrituras”, donde creó una suerte de alfabeto secreto con palabras y frases representadas con grafías imaginarias, falsas, que exigen del observador una lectura visual para intentar descifrar el significado.
“Además de la pintura, el maestro empezó a atender la necesidad de representar en otro lenguaje sus preocupaciones estéticas. Por ello primero construyó pequeñas esculturas y llegó hasta lo monumental.
“Durante la exposición, al contener una cronología de vida nos podemos adentrar en todos los demás procesos que trabajó. El maestro Vicente Rojo es un artista fuera de lo común porque fue muy longevo y prácticamente trabajó hasta el último momento de su vida”, concluye la doctora Ortega.
La exposición “Las pinturas de Vicente Rojo. Al margen de la figuración”, se puede visitar permanentemente en el repositorio digital de Memórica, desde el 17 de marzo. La investigación y curaduría estuvieron a cargo de la doctora Iliana Ortega y el cuidado editorial, de Rebeca Flores. N