El 8 de diciembre de 2020, Margaret Keenan, una mujer de entonces 90 años, pasó a la historia de la ciencia al ser la primera persona del mundo en recibir una vacuna completamente probada contra el covid-19.
Con la vacuna aplicada a la anciana se dio inicio a la vacunación masiva en Gran Bretaña y en todo el orbe, un esfuerzo que, según se dijo en su momento, planteó uno de los mayores desafíos logísticos en la historia de tiempos de paz.
En aquel diciembre, en el denominado “día V”, los trabajadores de la salud comenzaron a inocular a la población con la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech. “Es el mejor regalo de cumpleaños anticipado que podría desear”, declaró Margaret Keenan tras recibirla. “Finalmente puedo esperar pasar tiempo con mi familia después de estar sola la mayor parte del año”.
Pasaron solo diez meses entre el surgimiento y expansión de la pandemia por covid-19 y la aplicación de la primera vacuna contra el coronavirus, un hecho histórico en la ciencia y para la humanidad. En diciembre de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la validación para uso de emergencias de la primera vacuna contra el covid-19. La OMS incluyó en su lista de uso en emergencias la vacuna Comirnaty de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech.
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La lista de uso en emergencias de la OMS abrió la puerta a que los países aceleraran sus propios procesos de aprobación reglamentaria para importar y administrar la vacuna. Sin embargo, algunas naciones ya la tenían en su poder y habían iniciado la inoculación.
Como parte del análisis riesgo/beneficio, los datos de seguridad, eficacia y calidad de la vacuna de Pfizer/BioNTech fueron examinados por expertos en reglamentación de todo el mundo convocados por la OMS y por los propios equipos de la Organización.
“Para que las vacunas contra el covid-19 surgieran de forma tan rápida lo más importante fue el dinero que se invirtió en esas áreas de investigación”.
La segunda vacuna que recibió el aval de la OMS fue Moderna, basada en un ARN mensajero. Y el 15 de febrero de 2021, la OMS incluyó en la lista de uso en emergencias dos versiones de la vacuna de AstraZeneca/Oxford. Las dosis son producidas por AstraZeneca-SKBio (República de Corea) y el Serum Institute de la India.
En octubre pasado la OMS sumó a su lista de emergencia las dos vacunas chinas, Sinovac y Sinopharm, y posteriormente, el 4 de noviembre, dio luz verde a Covaxin, una vacuna desarrollada en la India, y también se sumó Covishield (AstraZeneca).
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Sin embargo, aunque Comirnaty es reconocida por ser la primera avalada por la OMS, Rusia fue el primer país del mundo en registrar una vacuna contra el covid-19. De producción propia, la Sputnik V se aprobó en agosto de 2020 e inició su administración en diciembre de ese mismo año en Moscú.
En total son ocho las vacunas aprobadas por la OMS para su uso de emergencia. En el caso de México, tiene convenios para la distribución de las vacunas Pfizer-BioNTech, Moderna, Cansino, COVAX, AstraZeneca, Sputnik V, Sinovac y Janssen.
“Para que las vacunas contra el covid-19 surgieran de forma tan rápida lo más importante fue el dinero que se invirtió en esas áreas de investigación”, dice a Newsweek México el doctor Carlos Alberto Pantoja Meléndez, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM. “El año pasado se decía que algunas vacunas estaban sobrefinanciadas, por ejemplo, Moderna tenía muchísimo apoyo del gobierno de Estados Unidos para su desarrollo máximo; es decir, han podido hacer investigación sin ninguna limitante”.
De acuerdo con el académico, “la preferencia que se le ha dado a las vacunas contra el covid-19 y no a las de VIH tiene que ver con el espectro de afectación que se veía que tendría esta pandemia. Sin querer decir que una enfermedad es más importante que la otra, en este caso le dieron prioridad y financiamiento a la pandemia, y además ayudó que estamos en un momento tecnológico distinto”.
UN SUCESO SIN PRECEDENTES
La vacuna contra el covid-19 desarrollada por Pfizer y BioNtech se hizo realidad en solo diez meses, un tiempo sin precedentes.
Los científicos pudieron desarrollar vacunas seguras y efectivas en un periodo relativamente corto debido a una combinación de factores que les permitió ampliar la investigación y la producción sin comprometer la seguridad, indica Unicef.
La organización explica que, debido a la pandemia mundial, hubo un tamaño de muestra más grande para estudiar y se presentaron decenas de miles de voluntarios.
A su vez, “los avances en la tecnología (como vacunas de ARN mensajero) que estuvieron en desarrollo por años” ayudaron a tener un avance.
“Aunque se desarrollaron rápidamente, todas las vacunas contra el covid-19 aprobadas por la OMS son seguras y eficaces”, especifica Unicef.
El síndrome respiratorio agudo grave y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (SARS y MERS, respectivamente) son dos enfermedades causadas por varios coronavirus relacionados con el virus que causa el covid-19. Los investigadores comenzaron a desarrollar las vacunas contra estas enfermedades tras haber sido descubiertas en 2003 y 2012, respectivamente.
Fue en febrero de 2020 cuando el genoma completo del coronavirus descubierto en Wuhan, China, estuvo disponible en UCSC Genome Browser, una de las aplicaciones web más conocidas para obtener información del genoma de un organismo o especie. La secuencia del virus, de 29,903 letras, se puso a disposición de los investigadores para conocer mejor el funcionamiento del virus e identificar sus debilidades.
Para ese momento, el coronavirus de Wuhan, con el nombre oficial de 2019-nCoV, ya era responsable de más de 900 muertes y más de 40,000 personas infectadas en el mundo. Conocer el genoma del virus fue el primer paso para investigar su origen y estudiar su evolución y propagación, siendo el elemento más importante para el desarrollo de las vacunas.
EL DESAFÍO DE LA ÚLTIMA MILLA
En México, el inicio de la vacunación fue el deseo de Navidad cumplido para el personal de salud, clasificado como grupo prioritario para recibir la dosis. La primera en recibir la vacuna fue la jefa de Enfermería de la Unidad de Terapia Intensiva del “Hospital Rubén Leñero”, María Irene Ramírez, en la Ciudad de México.
A escala global, en el segundo año de la pandemia, el desafío más significativo reside en la asimetría enorme entre la demanda y la oferta de las vacunas contra covid-19, de acuerdo con la fundación EU-LAC.
Las máximas autoridades sanitarias se han fijado el objetivo de vacunar al 70 por ciento de la población mundial a mediados de 2022.
En el caso de la vacuna de Pfizer, ha significado un descomunal reto el transportarla y almacenarla a temperaturas ultrafrías, pues requiere estar conservada por debajo de -70 °C.
“El éxito de la comunidad científica y de los laboratorios en el desarrollo de vacunas contra el covid-19 sumamente eficientes y seguras y en tiempos récord, hasta la actualidad no ha correspondido a la producción y distribución equitativa de las vacunas por la comunidad internacional”, señala la fundación EU-LAC. “Esto pese a que los Estados se habían comprometido, en abril de 2020, en la Resolución 74/274 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, a garantizar un acceso equitativo a las vacunas”.
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De acuerdo con la fundación, gran parte de estas dosis han sido producidas y distribuidas en las regiones y países más desarrollados, incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá y Japón.
“La lentitud de este desigual despliegue se debe en gran parte a la limitación en la producción de vacunas a escala mundial, pero también a la insuficiente financiación y coordinación en la distribución, lo cual interpela las limitaciones de la gobernanza global ante una crisis de esta dimensión”, acota.
Al momento de obtener las dosis de vacunas en los países de bajos ingresos surge el reto de la “entrega en la última milla”. Este reto incluye cuestiones de transporte, almacenamiento, manutención continua de las vacunas en el estado de ultracongelación, la disponibilidad de otros insumos (jeringas), la infraestructura adecuada y el personal capacitado para llevar a cabo la campaña de vacunación en una velocidad y cantidades sin precedentes.
La OMS ha declarado que la probabilidad de que los países desarrollados vacunen a sus ciudadanos es mucho más alta que en los países en desarrollo, una situación que conlleva el riesgo de prolongar la pandemia y aumentar la desigualdad mundial. Las máximas autoridades sanitarias se han fijado el objetivo de vacunar al 70 por ciento de la población mundial a mediados de 2022. Sin embargo, si se quiere alcanzar esta meta será necesario conseguir un acceso más equitativo a las vacunas.
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Aparte del argumento ético de que ningún país o ciudadano, por muy rico o pobre que sea, se merece la vacuna más que otro, una enfermedad infecciosa como el covid-19 seguirá siendo una amenaza global, mientras exista en cualquier parte del mundo. “La distribución desigual de las vacunas no solo deja a millones o miles de millones de personas en situación de vulnerabilidad frente a un virus letal, sino que también permite la aparición de variantes de la enfermedad todavía más mortíferas y que estas se propaguen por todo el mundo”, indica la ONU.
Sobre el tema, el doctor Pantoja Meléndez explica que la distribución inequitativa es normal si un gobierno invierte en el desarrollo de vacunas o en la compra previa. “Preciso es resaltar que, por fortuna, hay mecanismos para ‘medio’ subsanar este problema en algunos países del mundo que aún tienen muchos rezagos”, señala.
“Con las varias opciones podemos decir que el uso de las vacunas hasta este momento tiene más ventajas que inequidad”, agrega el académico de la UNAM. “Lo malo es que se ha pensado que estas vacunas son definitivas y no entender que siguen estando bajo prueba y que solo han recibido una autorización de emergencia, no definitiva”.
¿CUÁNTO CUESTA UNA VACUNA?
Los datos de Unicef muestran que el costo medio de una vacuna covid-19 es de 2 a 37 dólares y el costo de distribución estimado por persona es de 3.70 dólares. Esto representa una importante carga financiera para los países de bajos ingresos, donde, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el gasto sanitario medio anual per cápita asciende a 41 dólares.
El Tablero Mundial para la Equidad de las Vacunas muestra que, sin una ayuda financiera mundial inmediata, los países de bajos ingresos tendrían que aumentar su gasto sanitario a un 57 por cuento para cumplir el objetivo de vacunar al 70 por ciento de sus ciudadanos.
Ante la inequidad de las vacunas, la OMS y Unicef han trabajado con otras organizaciones para establecer y gestionar el Mecanismo para un Acceso Mundial a las Vacunas COVID-19, conocido como COVAX. Lanzado en abril de 2020, la primera agencia de la ONU lo calificó como una “colaboración mundial innovadora para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, los tratamientos y las vacunas de covid-19”.
Sin embargo, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la ONU, lamenta que los países más ricos no colaboren para lograr el objetivo de la vacunación mundial de 70 por ciento en 2022: “Cuanto más persista la desigualdad en las vacunas, más oportunidades tendrá este virus de propagarse y evolucionar a formas que no podemos ni prevenir ni predecir”.
A escala global, los tipos de vacunas contra el covid-19 disponibles son tres: de ARN mensajero, de vector viral y de subunidades proteicas. “Estos tres tipos tienen la intención de controlar el covid-19 en su forma grave y evitar la muerte, pero no el contagio”, anota Carlos Alberto Pantoja Meléndez. “La infección sigue transmitiéndose por la velocidad en la que el virus está cambiando y lo hace complicado aún más. Sí hay estudios de vacunas que intentan proteger al ser humano del contagio, pero el panorama no se ve fácil”.
Uno de los nuevos retos que tienen las farmacéuticas son las vacunas de diseño, es decir, aquellas que se modifican para que puedan ser eficaces para una u otra variante. En todo caso, si se tratara de esto las vacunas de ARN serían el futuro”, explica el catedrático.
La vacuna de ARN mensajero (ARNm) usa ARNm genéticamente modificado para brindar a las células instrucciones sobre cómo producir la proteína S, que se encuentra en la superficie del virus del covid-19. “Después de la vacunación, las células inmunitarias comienzan a producir las partes de la proteína S y a presentarlas en la superficie de las células. Esto hace que el organismo desarrolle anticuerpos. Si más tarde hay una infección del virus estos anticuerpos lo combatirán”, explica la Clínica Mayo.
Después de entregar las instrucciones, el ARNm se degrada inmediatamente. Nunca ingresa en el núcleo de las células, donde se almacena el ADN. Tanto la vacuna Pfizer-BioNTech como la de Moderna utilizan ARNm.
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Con la vacuna de vector viral el material genético del virus de covid-19 se coloca en una versión modificada de un virus diferente (vector viral). Cuando este ingresa en las células entrega el material genético del virus de covid-19, que brinda instrucciones a las células para hacer copias de la proteína S. Una vez que las células presentan las proteínas S en su superficie, el sistema inmunitario responde mediante la creación de anticuerpos y glóbulos blancos de defensa. Si más tarde hay una infección por el virus, los anticuerpos combatirán el virus, expone la clínica Mayo.
“Las vacunas de vector viral no pueden hacer que haya una infección con el virus de covid-19 ni con el virus del vector viral. A su vez, el material genético que proporcionan no se vuelve parte del ADN. Las vacunas de Janssen de Johnson & Johnson y AstraZeneca son de vector”.
Y las acunas de subunidades proteicas solo incluyen las partes de un virus que mejor estimulan al sistema inmunitario. Este tipo de vacuna contiene proteínas S inofensivas. Una vez que el sistema inmunitario reconoce las proteínas S, crea anticuerpos y glóbulos blancos de defensa. Si más tarde hay una infección por el virus los anticuerpos lo combatirán. Novavax está trabajando en una vacuna contra covid-19 de subunidades proteicas, informa la Clínica Mayo.
UN DESAFÍO LLAMADO ÓMICRON
El 26 de noviembre de 2021, la OMS designó la variante B.1.1.529 como una variante preocupante y la nombró “ómicron”, con el asesoramiento del Grupo Asesor Técnico sobre la Evolución del Virus (TAG-VE).
“Esta pandemia ya no se resolvió en 2021. Y no se ve que el año que entra vaya a ser resuelta”.
Esta decisión se basó en la evidencia presentada al TAG-VE de que ómicron tiene varias mutaciones que pueden tener un impacto en cómo se comporta, por ejemplo, en la facilidad con la que se propaga o en la gravedad de la enfermedad que causa.
Ante el escándalo que ha implicado el anuncio de otra variante “preocupante”, la bioquímica húngara Katalin Karikó, quien desarrolló la técnica del ARN mensajero, declaró: “Pfizer puede crear una nueva vacuna en 31 días, en lugar de los 100, si se comprueba que las vacunas actuales no resultan efectivas contra la nueva variante ómicron”.
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La farmacéutica Moderna también anunció que, de requerirse, desarrollaría una nueva inyección adaptada a la variante a principios de 2022. En tanto, el instituto ruso Gamaleya dijo que “se espera que Sputnik V y Light neutralicen ómicron como otras mutaciones; sin embargo, ya se iniciaron los estudios necesarios. En el caso poco probable de que se necesite una modificación, Sputnik Ómicron entrará en producción en 45 días”.
El doctor Pantoja Meléndez explica que, a un año de la primera vacuna, sigue siendo difícil convivir con el virus, sobre todo con la llegada de ómicron, ya que se desconoce cuál será su efecto.
“Hizo que la sociedad y el mundo entero colapsaran cuando la OMS de inmediato la nombró como una variable de preocupación —concluye el experto—. No lo hizo tan rápido ni con la delta. Pareciera que las noticias buenas aún no suceden. Esta pandemia ya no se resolvió en 2021. Y no se ve que el año que entra vaya a ser resuelta”. N