Un administrador anacrónico es aquel que vive en el pasado y no deja que madure y exista la convivencia entre el poder y el ser. Con ello limita a una nación a ser fuerte en el todo y dictamina el cómo a sabiendas de que en una democracia tiene un tiempo limitado.
El planeta tendrá un anacronismo plasmado en un tiempo finito, en el cual cada economía de cada nación dependerá de lo incongruente que puede ser en sus decisiones del presente con respecto a la época de adaptación camaleónica ligada al cambio económico en cada país.
Tendremos naciones que continúen situándose en su presente con decisiones que se tomaron en el pasado y que son obsoletas. El presente para el futuro deberá estar bajo una ecuación para priorizar el desarrollo económico real de una sociedad y obtener un crecimiento de nación en forma sostenida a largo plazo. Ello eliminando en cada una de las administraciones democráticas la pérdida del tiempo en asuntos que retrasan la evolución en todos sus sentidos.
Las decisiones anacrónicas que ayudaron en el pasado, y que fueron necesarias bajo las circunstancias que había en la línea del tiempo, leyes, normas y condiciones de convivencia, deben mejorarse en la actualidad. Pero hacerlo con base en la experiencia del pasado crearía una regresión.
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El pasado no es igual al presente en el futuro. Un país adapta, mejora y aplica lo mejor para crecer, no usa lo que ya en su momento ayudó. El mundo cambia, y las personas en su intelecto que no lo hagan serán hologramas en una biblioteca en el futuro.
Perder el tiempo emulando al pasado y no madurar en el futuro simplemente creará espacios en la relatividad económica del presente, dejando a un lado a las naciones y creando una económica circular estacionaria en un espacio constante.
Diferentes administraciones de países en el mundo, las cabezas pensantes de estas, toman como bandera el liderar una causa, para lo cual es necesario dar una estabilidad en el periodo que los acontece. Pero ha quedado demostrado que las personas que llevan las riendas de un país deberán estar más abocadas en el futuro y no en el presente debido a que su legado es trascender para el bien común.
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Si el administrador de un país se enfoca en satisfacer un anacronismo propio, la nación no aprenderá a tener conocimiento debido a que tendrá momentos, leyes, normas y hechos que en el pasado funcionaron, pero en el presente no pueden ser adaptados para generar una estabilización política, financiera, económica y social. Estas ideologías propias podrían crear, en una economía, incertidumbres que generarían la pérdida de credibilidad en el mundo y limitarían a su sociedad para tener acceso a ciertas relaciones de corto a mediano plazo que no crearían un crecimiento en el futuro para el desarrollo de cada individuo.
Ayudar a madurar a un país no significa reducir la corrupción, crear programas sociales, debido a que no esto no genera crecimiento del conocimiento o una mejor vida para las personas, pues el objetivo es dejar de depender del gobierno para poder subsistir en una sociedad.
¿Es correcto que un país pierda su tiempo en saber quién tiene el poder? Al modificar, cambiar o traer relatos del pasado al presente, sabiendo que no pueden ser implementados debido a que no existe el suficiente dinero para poder dar el todo a la sociedad, el mundo no para, solo cambian las personas, el momento de cada una de ellas. Una nación que continúa en el pasado nunca madurará y solo estará haciendo frente al presente viviendo en el pasado.
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El patrimonio de un país no depende de la totalidad de los recursos naturales, las reservas internacionales en un banco central, la política o las buenas intenciones. Radica principalmente en las personas, y si estas en forma individual no tienen acceso al dinero con conocimiento, el administrador ha fallado en el tiempo que ha ejercido la facultad que le fue conferida. Y es momento en que debe parar y dejar de usar los anacronismos para establecer un diálogo en común entre todas las partes para hacer frente al futuro, y que esto ayude a cada individuo a trascender en forma individual.
El mundo no necesita de anacronismos, requiere de evolucionar, madurar. ¿No es acaso que las guerras bélicas, frías, tecnológicas, económicas y ambientales, han afectado en forma directa a los seres vivos en el planeta? Hoy no se trata de quién tiene la verdad, es cómo usar el conocimiento para madurar en el futuro.
Recordemos que cada persona tiene un momento en el espacio-tiempo. Controlar algo que no puede ser cambiado dice mucho, que no se está maduro para el presente y no se ve más haya del tiempo en que puede ser popular, querido y amado. Pero una vez que no esté solo será recordado por un grupo de personas que se quedaron en un legado de anacronismo ideológico. El futuro, es el presente. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Es autor del canal Energía sin política. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.