NI SIQUIERA los muertos es la historia de una persecución que trasciende los territorios y los siglos desde la época de la Nueva España hasta la era contemporánea.
“Desearía que fuera una reflexión que provoque repensar las relaciones históricas y el camino que necesitamos y merecemos”, comenta el autor de este nuevo libro, Juan Gómez Bárcena, en entrevista con Newsweek México. “También me gustaría que aumente la empatía del lector hacia determinadas tragedias que se han vivido y se viven en el tiempo”, agrega.
La trama de Ni siquiera los muertos (Sexto Piso) traza un camino que se dirige hacia el norte, es decir, “siempre hacia el futuro”, en un viaje que se inicia en la Nueva España del siglo XVI y sigue hasta el muro de Trump.
A lo largo de sus páginas discurren antiguos conquistadores a caballo y migrantes que cabalgan los techos de la “bestia”, indios sublevados y campesinos que aguardan con paciencia un mundo mejor, revolucionarios mexicanos que toman sus fusiles y mujeres asesinadas en el desierto de Ciudad Juárez.
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Todos ellos comparten un mismo paisaje y una misma esperanza: la llegada del “padre” que habrá de traer justicia a los oprimidos.
Gómez Bárcena comenta que su principal interés era la forma de vida de “esa primera generación de niños que nacen en un mundo indígena, pero según pasa el tiempo, se ven obligados a adaptarse a la nueva realidad cultural y se quedan un poco en la situación limítrofe entre ambas culturas. Algo que considero debió ser muy doloroso.
“De acuerdo con mi investigación, hay referencias en crónicas que hablan de estos niños y de lo que supuso para ellos ese tránsito, ese quiebre cultural. Sin embargo, me resultaba muy difícil adoptar el punto de vista, incluso de manera lingüística, de un niño que había crecido en el mundo tlaxcalteca y que se encontraba ante la nueva realidad española; conforme pasó el tiempo me fui viendo menos capaz de abordar el proyecto y lo abandoné”.
Empero, años más tarde el autor volvió a la idea y comenzó a vislumbrar relaciones entre el tema del siglo XVI con el mundo actual, con la tragedia de los migrantes “que en cierto modo viven una extinción cultural parecida, pero con distintos matices”.
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El autor explica al respecto: “La idea fue plantear una novela en la cual un mismo personaje pudiera contemplar cinco siglos de historia y pudiera ver cuánto hay de paralelismo y de diferencia entre estas épocas. Además, presenta un entorno que podríamos calificar de fantástico. Es un viaje en el cual, con cada kilómetro, cada milla que avanzamos, también avanzamos determinado número de años”.
Gómez añade que el objetivo en su novela era Estados Unidos y, por lo tanto, el desplazamiento tenía que ser hacia el norte. Sin embargo, ese viaje hacia el norte podría ser también una metáfora del camino hacia el progreso, ya que las estructuras migratorias tienden a seguir una ruta del sur al norte en casi todo el mundo.
“Mi novela, entre otras cosas, plantea criticar la noción moderna del progreso. Me pareció que era una muy buena imagen para llevar al lector la idea de que siempre debe desplazarse hacia el norte porque en el norte está el futuro, en el norte está la esperanza, pero como lo vemos a lo largo de la trama, el último término es una esperanza frustrada”.
Empero, el futuro que se dice está en el norte: “Para bien y para mal ese futuro no necesariamente ha mejorado el pasado. Tenemos una idea equivocada de que tendremos que progresar y que cada vez las cosas irán mejor, y la historia nos da sucesivas pruebas de lo contrario.
“Diría que en el norte no hay necesariamente algo que podamos ambicionar, en Estados Unidos vemos radicalismo y esto es de los principales conflictos que está viviendo Occidente. Un ejemplo fue la presidencia de Donald Trump, por ello tenemos que plantearnos si queremos que el futuro siga estando en el norte”.
Así, Gómez Bárcena toma la realidad mexicana como pretexto para asomarse a la historia universal, en una lectura crítica que cuestiona la fe en el progreso y pone de relieve las promesas incumplidas del capitalismo.
Ni siquiera los muertos también es el viaje de dos hombres sin hogar que avanzan porque ya no pueden retroceder, y tiene por objetivo una reivindicación de justicia para los perdedores de la historia.
A propósito del tema, el escritor, con estudios en teoría de la literatura y literatura comparada e historia, habla también de la discusión sobre si España debería o no pedir perdón a México por los hechos vividos durante la Conquista.
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“Me ha tocado muchas veces la discusión del perdón y normalmente en España no satisface mucho mi respuesta al conflicto. Creo que, a pesar de que el conflicto tiene sus matices, España ha tenido muy poca voluntad de afrontar este delito. Hay un discurso también contradictorio en la derecha española, por un lado se nos dice que México mira demasiado al pasado, que ya no importa lo que sucedió hace 500 años, pero por otro lado celebramos el 12 de octubre la supuesta ‘victoria sobre la barbarie’ que supuestamente encarnaría el mundo azteca frente a la civilización que supuestamente encarnaría al mundo español.
“Entonces, si el tema está clausurado qué les importa esta glorificación, es normal. Por otro lado, que en España se tiende a considerar más cerradas las heridas porque es más fácil siempre para el colonizador y para la metrópoli olvidar el pasado porque es un pasado del cual no se tienen porque enorgullecer”.
Gómez Bárcena, nacido en Santander, España, hace 36 años, y autor de libros como Kanada, El cielo de Lima y Los que duermen, considera “muy bien planteando” el debate del perdón y califica como también acertado el planteamiento de una “invitación” a que se dé un discurso del perdón.
“Creo particularmente que la corona española tiene una excelente oportunidad para hablar de los desmanes que los españoles cometieron en América. Es cierto que era otra época, tampoco se habla de juzgar a esas personas con los códigos morales del siglo XXI, pero sí sus consecuencias porque lo cierto es que estas personas si cometieron masacres.
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“Aunque fuera en sintonía con la época hubo hechos terribles, por lo que está bien pedir perdón y no considero que esto sea ningún demérito para nadie y tampoco una humillación, incluso la Iglesia católica, tradicionalmente considerada muy conservadora, ha pedido perdón en sucesivas ocasiones por los desmanes que se cometieron en siglos anteriores”, explica el escritor.
Finalmente, el autor enfatiza en que le gustaría que su novela resultara entretenida para los lectores y que los acontecimientos intriguen y mantengan en suspenso, pero también invitar a la sociedad a luchar porque la democracia nunca está salvo, luchar por mejorar las condiciones sociales y económicas de los desfavorecidos.
“No tenemos que conformarnos, y en ese no conformismo hay necesariamente una lucha”, concluye. N