“Querida maestra, ¿Sabes hasta dónde ha llegado tu dolor? Hasta el alma de cada una de las mujeres, ha llegado a nuestros recuerdos, a nuestra vida pasada o presente. Pero no se quedará ahí, lleva la fortaleza de cada una para ser transformado” dice la carta de poblanas dirigida a la maestra de la preparatoria número 5 de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), que fue agredida por su pareja durante su clase virtual.
El fenómeno de la carta que se ha replicado en redes sociales a días de que se hiciera público el ataque que sufrió la docente –gracias a alumnos que denunciaron la agresión que luego se volvió viral—, se sumó al alud de acciones de apoyo que recibió la académica de parte de sus alumnos, organizaciones, grupos y colectivos feministas nacionales y de la misma Casa de Estudios.
La misiva firmada por el grupo Sororidad, creado por Yuteita Valeria Hoyos, integrante de la Red de Abogadas Feministas de Puebla y del colectivo de mujeres indígenas Ñivi di´i xindé ñivi di´i, reúne sensibles mensajes de mujeres a las que el fugaz minuto en el que se revela la agresión, conmovió profundamente.
El minuto difundido, fue leído por mujeres como un “punto de fuga” en la cotidianidad que revela no sólo la silenciosa violencia familiar que se vive en miles de hogares sino las condiciones en las que trabajan docentes en estos tiempos de pandemia.
“… que todas las mujeres sepan que no están solas que tienen una tribu que las espera…”, “…. Maestra, esperemos que esta carta llegue a ti, que nuestras palabras sean abrazos, calma y amor”, “… No tienes por qué sentir vergüenza querida maestra, toma nuestro aliento y fuerza” aduce la carta que esta editorial reproduce íntegramente:
QUERIDA MAESTRA:
Esta carta la escribimos desde nuestros sentires, después de la exposición de la que fuiste objeto recientemente. Nosotras somos mujeres (jóvenes, adultas, indígenas, divorciadas, profesionistas, desempleadas, diversas…), somos sobrevivientes de violencia, otras acompañantes de mujeres en situación de violencia y dialogamos en un grupo de Whatsapp que llamamos Sororidad, es un grupo creado para cuidarnos, apapacharnos, asesorarnos, aconsejarnos entre mujeres, formado por feministas y no feministas, mujeres en lucha, en deconstrucción o con ganas de saber más y compartir para ser empáticas con diferentes luchas y contextos. En general para promover la sororidad, buscando la seguridad de todas las que participamos.
Muchas de nosotras llegamos a ese grupo sin conocernos, pero nos une el deseo de sentirnos acompañadas por las otras en esos procesos en los que a veces nos sentimos poco comprendidas por el resto del mundo.
En ese grupo compartimos lo que nos provocó escucharte y saberte en esa situación, por ello, decidimos dedicarle algunas palabras, que esperamos que la viralidad y las redes sociales, nos permitan hacerte llegar a ti y a otras mujeres que puedan estar en tu situación.
-Lloré mucho. quisiera abrazarla decirle: No es tu culpa, No sientas vergüenza. No lo mereces.
-Viví violencia y me daba mucha pena que la gente supiera, y aunque tenía amigas y familia, siempre me sentí sola, tenía mucho miedo y él era mi todo, a veces por más que te digan, yo me sentía tan miserable y chiquitita, quisiera encontrar cómo ayudarte de verdad.
-Amigas, que todas las mujeres sepan que no están solas que tienen una tribu que las espera. Ojalá la maestra esté a salvo y ese desgraciado pague. Me rompe oírla llorar, me recuerda a mi madre.
-Querida maestra: No te conozco en persona, pero aun así me siento identificada contigo, y me duele lo que has vivido, porque muchas lo hemos vivido. Quiero decirte que siento mucho coraje, al ver como mucha gente piensa que es “normal” que nos griten, maltraten, golpeen; pero no es normal ni está bien, somos personas y tenemos dignidad y derechos. Tu eres valiosa
-Querida maestra: Aunque no lo creas tienes mi apoyo y el de muchas mujeres, te entiendo, te abrazo y ten por seguro que encontrarás todo el apoyo que necesites.
-Tú eres valiosa, valiente, generosa y llena de un infinito poder y amor. A veces nos hacen sentir lo contrario, nos llenamos de miedo y pena, pero hoy debes saber que no estás sola. Hoy eres la voz de muchas de nosotras, nos llenas de fuerza y ganas de levantar la voz ante algo normalizado. Gracias por seguir de pie. Gracias por ser ejemplo y luz para muchas.
-Maestra, esperemos que esta carta llegue a ti, que nuestras palabras sean abrazos, calma y amor. Si ahora no te sientes lista para salir de esa situación no te juzgaremos, te acompañamos y acompañaremos. No estás sola, deseamos que estés a salvo, que tengas la confianza de acercarte y nos permitas acercarnos.
-Querida amiga, sé que ni tú sabes en qué momento pasó, que te sientes sola y pequeña, llora todo lo que sientas, tocaste el fondo y es el momento de reencontrarte y aquí estamos todas las mujeres esperando darte la mano como a mí me la dieron, no estás sola de verdad no lo estás.
-Querida amiga no te conozco, pero yo siento que sí, creo que tenemos sentimientos en común y las dos somos mujeres. Sé por lo que estás pasando yo también lo viví, al igual muchas mujeres de este país que de diferentes formas, hemos sufrido violencia por ser mujeres. Hace años que estaba muy triste, sensible y sin trabajo y con dos hijos, fui a Pahuatlan donde hay un puente colgante que da a un peñasco y ahí encontré una hermosísima flor silvestre blanca y muy grande, sentí que quería dialogar conmigo y me acerque a ella, yo le conté lo que me pasaba y ella se movía tan graciosa, me estaba contestando, yo sentía que me dijo cosas muy hermosas como que también era libre y feliz como ella. Me sirvió mucho ese diálogo con mi amiga flor y le prometí regresar a verla y amarme. Quiero decirte que no estás sola, somos manada, eres importante, hermosa, única, creo ya lo sabes, asúmete, así como hija de la diosa. Grande guerrera esto pasará y volverás a sonreír como cuando eras niña. Te abrazo y te quiero tu amiga Luusa.
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-Te escuché, y recordé con dolor situaciones mías, de otras, de todas, escuché tus ganas de salvarte, de continuar tu trabajo, de salir de ahí, pienso en ti, en tu historia, eres más que lo que estás pasando, no eres lo que él te dice o te ha hecho creer, lamento mucho que sientas miedo, y deseo que a su vez, éste te permita moverte, que encuentres salida, y sepas que estás acompañada por muchas, a la distancia, con amor, con comprensión, que no eres juzgada, te abrazo como muchas y como todas, que esperamos transmitirte compañía y fuerzas, para que el amor que te tienes te haga elegir el mejor camino para ti, siempre.
-A ti, mujer y maestra. ¿Sabes hasta dónde ha llegado tu dolor? Hasta el alma de cada una de las mujeres que queremos poner fin a esta violencia, que parece tan natural, tan normal y de la que pareciera que debemos aguantar. Tu dolor ha llegado a nuestros recuerdos, a nuestra vida pasada o presente. Pero no se quedará ahí, lleva la fortaleza de cada una para ser transformado en vida y libertad. Porque se suma al dolor de todas, pero también a nuestra fortaleza, empatía y sororidad. Recuerda que, si solas podemos, juntas aún más. Te mando un fuerte abrazo sororo.
-No sientas vergüenza, querida maestra. No te apenes por esta condición cultural que atraviesa a todo el mundo, autoridades y otras muchas mujeres que pasan por alto los insultos y golpes que normalizan la violencia. Obligarnos a pensar que la violencia es culpa nuestra, o de quien la sufre, es la más acabada estrategia patriarcal para seguir sosteniendo el control y dominio cruel de sus perpetradores. No sientas vergüenza, querida maestra, pásala al agresor, a esos quienes hacen que muchas mujeres, ahora mismo, estén atravesando un cuento de terror en sus propias casas. No sientas vergüenza querida maestra, de que tu grito se haya hecho público. Muchas haremos eco para que esa violencia que permanece invisible termine, lo tomaremos y lo repetiremos más fuerte, porque es la vida misma defendiéndose. Muchas te tomamos la mano. Toma nuestro aliento y fuerza. Te abrazamos mil veces.
-Querida maestra: Sufrí contigo y derrame lágrimas imaginándome el sufrimiento que sentías, sentí tu dolor, sentí tu miedo, sentí tu amor por tus alumnos, no estás sola, yo estoy contigo a tu lado y esperando que emerjas de ese abismo hacia el resplandor como la gran mujer que eres. Mi amor para ti.
-Desde ayer tenía ganas de escribir, pero no podía, se me hacía un nudo en la garganta. Hoy pude llorar ya. Se me vinieron mil recuerdos, con coraje, impotencia y mucha tristeza por lo vivido. Escuché a la maestra y me vi en ella, me visualicé llorando en un rincón sola sin saber a dónde o con quién ir. Que fuerte realmente ha sido revivirlo. Por eso aun con todo ese dolor y mucho llanto, que creí superado, hoy levanto la voz. Gracias a la maestra y a ustedes por recordarme que esto ya pasó y no lo volveré a permitir.
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-Querida maestra: Sé lo que sientes porque yo lo viví, sólo que todo quedó guardado y silenciado en cuatro paredes, donde, aunque quería gritar no tuve voz, mis gritos y llanto quedaron en silencio. Donde mi agresor en público era distinguido hijo, hermano, padre y profesionista ejemplar. Querida maestra, tu voz y tus lágrimas son las mías, tus súplicas son las de miles de compañeras que callan o ya no tienen voz. Querida maestra déjame abrazarte y tomar aire juntas porque esta lucha apenas inicia, por ti, por mí, por nuestras hijas y compañeras. Gracias querida maestra por recordarme que estoy viva y juntas merecemos ser felices. Karopr.
Nuestro llamado es un pacto de amor para contrarrestar la vergüenza, para que los medios de comunicación y la sociedad sepa que ante la violencia no necesitamos más revictimización. Para que recuerdes, querida maestra, que la violencia no te define ni a ti, ni a ninguna mujer que esté pasando por esta situación”.
Al cierre de esta edición su sumó la voz de Gabriela Molina, una de las líderes del Consejo Democrático Magisterial Poblano. Cuestionó el papel de la escuela frente a la violencia machista.
“La violencia que sufren las mujeres en casa, es una violencia silenciosa, se queda entre sus paredes. Desafortunadamente la educación conservadora, patriarcal- machista y clérical, sigue permeando en las mujeres del siglo XXI, su influencia es tal que a pesar que las mujeres cuenten con educación superior, sean independientes económicamente, siguen reproduciéndose los modelos machistas, que las mujeres asumen porque sigue permeando la tradición de que “la ropa sucia se lava en casa” que la violencia de género es un asunto privado. Conmueve escuchar la angustia de la maestra al ser violentada verbal, física y psicológicamente. habría que preguntarse ¿qué ha hecho la escuela para que las mujeres permanezcan sujetas a la violencia de género? ¿realmente la escuela está educando en equidad de género? Es sumamente brutal la forma en que se manifiesta la violencia contra esta maestra, es triste reconocer que la escuela ha fracasado en erradicar el machismo y en las formas de defensa contra éste.
“Dicen que las mujeres que pintan edificios, rompen monumentos son violencia. No escucho las voces de aquellos que llaman feminazis a las que pintan paredes, manifestar con igual fuerza su repudio a la violencia que sufrió la maestra. Yo les llamaría hipócritas
“¿Que es más violento el vídeo o la destrucción de monumentos y muros? que terrible, que espanto, ¿dónde están aquellos que se espantan tanto de las manifestaciones de las mujeres? ¿Puede repararse a esta mujer? ¿puede la pintura borrarle el sufrimiento y la vergüenza de ser violentada públicamente? Estoy llorando”, escribió.
“Yo preguntaría ¿qué hace el Movimiento Democrático Magisterial contra la violencia que viven las maestras? ¿En dónde está su pronunciamiento? Eso sí muchos compañeros y compañeras se indignaron de que las feministas quemaron, pintaron y rompieron objetos, puertas, paredes, pero no veo su indignación ante este acto de crueldad. Y es que la cultura machista-patriarcal sigue latente, viva en la sociedad”.
*JR *AR