NUESTRO vecino del norte del país ha iniciado el nuevo negocio ligado al cambio climático y efecto invernadero con su nueva administración, y el mundo seguirá la línea trazada. No solo será tomar la energía primaria, transformarla, y utilizarla; deberá adicionar el cómo limpiar los efectos de esta cadena y minimizar los daños posibles con el objetivo de no limitar o cancelar lo que el ser humano ha logrado con la evolución tecnológica.
En México existe un documento llamado “Contribución determinadas a nivel nacional” (NDC por sus siglas en inglés), el cual forma parte del Acuerdo de París y cuyo objetivo es encarnar los esfuerzos de cada nación para reducir las emisiones nacionales y adaptarse a los efectos del cambio climático.
En la actualización del Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (INEGYCEI) 1990-2017, las emisiones crecieron 65 por ciento, a un ritmo anual de 1.9 por ciento.
El plan presentado, actualizado, espera reducir principalmente las emisiones de CO2.
La tabla muestra que, para realizarlo, se requerirán recursos en el periodo 2020-2030. En dicho documento puede verse entre líneas dónde está el negocio para crear empleos y nuevas formas de desarrollo económico para el crecimiento de la nación, y estarán de la siguiente manera:
Transporte. Centrado en el fortalecimiento de la normativa aplicable a vehículos automotores, el impulso a sistemas alternativos de transporte, el fomento de programas de transporte limpio, el desarrollo e implementación de la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica y una planeación urbana orientada a sistemas de transporte público eficiente.
Generación eléctrica. Incrementará la participación de energías limpias en la red eléctrica nacional, el fortalecimiento y la optimización de la infraestructura eléctrica y el fomento de tecnologías innovadoras en los ámbitos de almacenamiento y de redes inteligentes.
Residencial y comercial. Implementación, por medio de una eficiencia energética, de mejores prácticas en construcciones nuevas y renovaciones, como sería el fortalecimiento de la generación distribuida.
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Petróleo y gas. La optimización de los procesos de los sistemas de refinación y procesamiento, así como la implementación de la Política de Reducción de Emisiones de Metano.
Industrial. Fomentar la economía circular al reconocer las externalidades de los procesos empleados y a la vez optimizar el uso de insumos y de energía requeridos.
Agricultura y ganadería. Basado en las mejores prácticas agrícolas y de conservación, el fomento de sistemas agroforestales y agroecológicos, la reducción de las quemas agropecuarias y la promoción de tecnologías de biodigestores para el uso sustentable de desechos animales.
Residuos. Implementación en el tratamiento de aguas residuales tanto municipales como industriales, así como otras actividades relacionadas con su disposición final, reaprovechamiento, reciclaje, compostaje y biodigestión.
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Uso de suelo. Fortalecimiento de la estrategia hacia la tasa cero de deforestación neta, la cual se logrará bajo la Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal, principalmente en áreas protegidas.
México se encuentra entre los 20 países más emisores de los 195 considerados por las Naciones Unidas. En el documento entregado México dice que, para poder cumplir, “el Gobierno de México reitera el llamado a la comunidad internacional a adoptar en la Conferencia de las Partes, las reglas necesarias para hacer este mecanismo operativo y permitir con ello la cooperación internacional costo-efectiva para lograr una mayor participación del sector privado en la mitigación global”.
El plan depende de dos factores económicos principales de compromisos de la nación y el mundo, denominados:
No condicionados. Deberán ser implementados con recursos propios del país. Presupuesto de la nación y una relación con la inversión privada.
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Condicionados. Requerirán del apoyo de instrumentos financieros, técnicos, tecnológicos y de fortalecimiento de capacidades que el mundo pueda proporcionar, y que aceleren la ejecución de acciones de mitigación en el territorio nacional. Dependerá de la incertidumbre jurídica, política y financiera que el país pueda dar, en función de las garantías de cada inversión o ayuda.
El cumplimiento del NDC dependerá no solo de la buena voluntad jurídica, política o leyes que implementemos dentro del país, sino del sentido común de la utilización de los recursos financieros propios dentro del mercado en México, como al que tengamos acceso en el mundo.
Queda atrás la evolución de la calidad de vida de los seres vivos, que ante los cambios acontecidos por la pandemia se hace como primordial mejorar la calidad del aire, no prohibiendo la utilización, sino mejorando la combustión, captura y monitoreo de los gases resultantes para no afectar el porcentaje de oxígeno en él.
Nuestras empresas productivas del Estado tendrán presupuesto para contemplar este cambio en el rubro de la mitigación de los gases de efecto invernadero o cambio climático. Empresas como Pemex, Valero, Shell, BP, Aramco, GE y Tesco, son parte de Climate action +100.
Estamos comprometidos con el mundo hoy, ¿pero lo estamos con nosotros mismos? N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.