El desafío más importante es vencer en esta lucha: los pacientes no pueden esperar.
La complejidad del entorno actual exige respuestas de manera precisa y contundente a través de acciones que nos permitan hacerle frente a esta pandemia. La dificultad de estos cambios dará oportunidades importantes para crear un nuevo futuro y nuevas respuestas.
Estamos frente a un reto muy importante, el cual determina el ritmo de vida no solo de nuestro país, sino del mundo entero. De cara ante un momento histórico, que será recordado por generaciones, hoy la esperanza de la sociedad está depositada en las industrias dedicadas a la salud, personal médico, investigadores y epidemiólogos, todos aquellos que se encuentran en búsqueda de vacunas o tratamientos que logren erradicar los efectos del nuevo coronavirus (COVID-19), identificado en 2019 en Wuhan, China.
El reto es muy grande. Por fortuna, vivimos un momento cumbre en el que los campos de la salud, la medicina y la ciencia constituyen un parteaguas en el desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas para contrarrestar numerosos padecimientos. Ahora, la investigación y el progreso científico son dos componentes base para enfrentar el COVID-19. A través de ellos tenemos la oportunidad de reinventarnos en la búsqueda de nuevas alternativas y brindar una mejor vida a las personas.
La industria farmacéutica tiene un rol clave en esta crisis sanitaria, y pese a la incertidumbre que se vive, estamos plenamente conscientes de que el desafío más importante es vencer en esta lucha: los pacientes no pueden esperar. Confrontar esta pandemia no ha sido tarea sencilla, pues implica desde entender la naturaleza del nuevo virus respiratorio, detectarlo, evaluar los brotes y, de ahí, además de numerosos estudios sobre los tratamientos que puedan surgir, se necesita desarrollar estrategias para la prevención y control de este tipo de epidemias a escala nacional y mundial.
Por muchas razones sabemos que vivimos un momento emocionalmente difícil. Esta pandemia ha venido a revolucionar nuestro estilo de vida, nuestra manera de interactuar con otros, incluso el personal médico se ha enfrentado a batallas extenuantes y abrumadoras. El virus no ha distinguido entre edad, sexo, raza, nacionalidad o posición social, la realidad es que todos enfrentaremos un antes y un después. Sin embargo, ante los cambios siempre vienen oportunidades importantes para crear un nuevo futuro, con nuevas respuestas tanto a escala local, regional y mundial:
Salud globalizada. Una vez hallada la cura para el COVID-19, se debe buscar la accesibilidad de estos tratamientos a toda la población mundial; lo que puede brindar los primeros indicios de globalizar soluciones de salud para esta enfermedad y sentar las base para otras más. Incluso, en estos días se ha visto que las empresas farmacéuticas, los centros de investigación, las universidades y los organismos internacionales han unido esfuerzos para estudiar el virus, desarrollar pruebas, tratamientos y vacunas.
Cooperación entre organismos y gobiernos. En mayo, la Organización Mundial de la Salud, conformada por 194 países, llegó a un consenso donde se solicita intensificar los esfuerzos para controlar la pandemia, así como el acceso de vacunas y tratamientos para todos. Históricamente esto une al mundo de manera que las vacunas podrían ser catalogadas como un bien público para la salud mundial. Esta crisis ha demostrado la importancia de unir esfuerzos y cooperar a escala internacional y de dejar de lado las diferencias políticas y de pensamiento para buscar salvar miles de vidas de este virus.
Medicamentos más especializados. Los grandes avances para mejorar nuestra salud son enormes, ahora podemos encontrar medicinas con inteligencia propia para actuar de manera precisa o frenar el avance de alguna enfermedad, un ejemplo son los tratamientos biotecnológicos que funcionan para enfermedades genéticas o autoinmunes al utilizar el propio ADN. También hemos visto el auge de las investigaciones sobre el uso de plasma convaleciente para mejorar la respuesta de pacientes infectados con COVID-19. Numerosos estudios se han volcado en este tipo de tratamientos y otras alternativas como posibles soluciones de este virus, pero también de otras pandemias globales.
Mejorar las funcionalidades del sistema de salud. La velocidad de contagio del virus ha puesto a prueba la capacidad del sistema de salud en numerosos países. A escala nacional, incluso entre estados se han visto ambigüedades entre la capacidad de respuesta ante la emergencia. Esto llevará a las futuras generaciones a cuestionarse la vigencia, la viabilidad y la cobertura a todos los mexicanos de estas políticas, así como la preparación de estos profesionales para enfrentar situaciones de este tipo. Los jóvenes serán mucho más conscientes de la importancia de tener un sistema de salud efectivo, transparente y accesible para todos.
Una sola industria farmacéutica unida y sólida. Independientemente de la respuesta global, estas empresas deberán ampliar sus capacidades de desarrollo, fabricación y distribución de medicamentos, vacunas o terapias que ayuden a erradicar tan pronto como sea posible el COVID-19 y estar más cerca de sus pacientes con opciones cada vez más innovadoras para mejorar su salud. Asimismo, alianzas entre grandes grupos farmacéuticos serán más comunes a favor de la investigación y desarrollo de nuevas terapias.
La tecnología como un aliado. Las empresas ahora son conscientes del potencial que se tiene para brindar servicios a distancia. En el sector salud, ante el confinamiento que vivimos, la tecnología es y será la aliada para estar presentes de manera virtual con los profesionales de la salud, con los pacientes y asesorarlos de manera remota. Este sector no se quedará atrás, veremos aplicaciones o dispositivos mucho más cercanos a las personas.
Más conciencia de la salud. Mientras no exista cura, el virus estará en circulación continua, por ello, las personas deberán seguir las recomendaciones de higiene y salud impulsadas por las instituciones. Aprenderemos a protegernos, reforzar nuestra higiene y mejorar nuestra salud, esto será una responsabilidad individual y compartida, nadie quiere poner en riesgo a su familia. Los hábitos de limpieza y salud cambiarán para bien.
Nadie sabe con certeza cómo evolucionará este fenómeno, pero lo que sí podemos visualizar es un futuro optimista. Ante ello, debemos prepararnos, dar pie a un nuevo ecosistema social, político, económico y, sobre todo, de salud. Tenemos que adaptarnos a las nuevas circunstancias y esforzarnos por salir adelante desde nuestra trinchera en la búsqueda de un futuro más brillante para todos.
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Michel Quiroz es jefe de Operaciones Comerciales de Takeda México.