La estrategia propuesta por especialistas consiste en identificar territorios libres de COVID-19 y que las actividades se realicen solo dentro de esa zona verde.
Tras largos meses de confinamiento social y estrictas reglas sanitarias dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y luego de que la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 trajera gran incertidumbre a los mercados, economías debilitadas y desconcierto social, los gobiernos mundiales ahora enfrentan el reto de la reactivación económica.
Ante ello, el matemático Miquel Oliu-Barton, profesor asociado de matemáticas en la Université Paris-Dauphine, desarrolló una estrategia conocida como “Zonas Verdes”, la cual no es más que un plan para que las ciudades retomen sus actividades económicas y sociales tras salir de la pandemia.
El estudio, en el que además participaron Bary Pradelsky, profesor asociado de economía del Instituto Oxford-Man, y Luca Attia, del École Polytechnique de Francia, fue publicado el 6 de abril y se basa en dos elementos primordiales: en la identificación de zonas verdes de una localidad que no hayan presentado contagios por COVID-19 y en cómo, progresivamente, se unificarán cada una de las zonas verdes detectadas, siempre y cuando sea seguro hacerlo.
Apoyados por simulaciones, los tres especialistas encargados de la estrategia matemática muestran cómo esos territorios podrían unificarse rápidamente en un periodo no mayor de dos a cuatro meses, siguiendo las medidas sanitarias señaladas por cada país.
“Formamos parte de un grupo de matemáticos y economistas especializados en crear modelos de situaciones aleatorias e inciertas. Proponemos una estrategia de salida que mitigue los riesgos de salud, los riesgos sociales y económicos”, se lee en el informe que publicaron.
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De acuerdo con Alejandro García, economista de la UNAM, maestro en economía por la Universidad de Madrid y miembro de la Comisión Reguladora de Energía de México, “Zonas verdes” es una buena iniciativa para unificar la actividad económica de una ciudad, siempre y cuando se tenga en cuenta la aplicación de pruebas serológicas que detecten el virus COVID-19.
La condición de estas zonas verdes es que las actividades económicas y sociales solo se realicen dentro de esa área, sin que la población tenga que salir a otra ciudad cercana hasta que la unificación de las diversas zonas, etiquetadas como verdes, se unifiquen poco a poco y por completo. El objetivo es no transportar el virus fuera del área en la que se encuentre.
En México, el pasado 16 de mayo, la Secretaría de Salud presentó una estrategia similar a la propuesta elaborada por estos matemáticos y economistas. El plan de reactivación de actividades se conoce como “Municipios de la Esperanza”, nombrado así por la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los Municipios de la Esperanza son comunidades que, en los últimos 28 días no tuvieron focos de infección y cuyas localidades aledañas tampoco presentaron contagios por coronavirus.
Según datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, las entidades que cuentan con estos Municipios de la Esperanza son Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Puebla, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y, en gran parte, Oaxaca.
“En el contexto mexicano habría que revisar cuántas personas habitan en esos municipios que, principalmente, son de Oaxaca y zonas de la sierra en México. Ahí es muy normal que la gente trabaje en actividades ligadas al sector primario como agricultura y ganadería. Abrirlos es importante”, señala Alejandro García en entrevista con Newsweek México.
Empero, uno de los problemas que enfrenta la actividad económica en México es la centralización de las actividades económicas ubicadas en contadas ciudades del país donde se concentra la gran mayoría de la productividad.
Para el especialista, reabrir actividades es arriesgado cuando la curva de contagios no ha descendido, a menos de que las empresas inviertan en la compra de pruebas a sus trabajadores para constatar que no hay o ni habrá casos nuevos de infección.
“Estas zonas no podrán reabrir hasta tener una reducción real de la pandemia, tomando cuenta que las personas realizan, incluso, más de dos horas de traslado en su trayecto de casa al trabajo con el riesgo de contraer el virus en algún punto del trayecto”, aclara.
Entre las entidades que junto con Ciudad de México tienen la mayor actividad económica en el país se encuentran Monterrey, Guadalajara y Puebla, “que son las ciudades principales y están en las mismas condiciones”, señala el experto. “Ahí se centra la actividad. Cosa que no sucede en otras urbes del mundo, no hay muchas ciudades en las que se concentre la actividad económica”.
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Y agrega que, en México, al reabrirse algunos municipios con actividades primarias no habrá un gran impacto en la economía mundial, pero sí en la local, “y eso es bueno”.
¿CÓMO FUNCIONAN LAS ZONAS VERDES?
En un mundo ideal, según plantean los matemáticos y economistas en el estudio, las personas deberían ser examinada de manera simultánea y las pruebas darían un resultado certero; pero en el mundo real las pruebas diagnósticas son limitadas, no son simultáneas y no dan un resultado concreto.
Incluso, las reglas y recomendaciones difieren de un país a otro, aunque las naciones coinciden en que el objetivo es, por ahora, detener la propagación del virus SARS-CoV-2 hasta contar con una vacuna o tratamiento médico que detenga el coronavirus y cure a quienes se encuentran enfermos.
También es claro que las economías en el mundo y la salud mental de las personas se ha visto trastocada de manera considerable, por ello, este modelo propone la reapertura de las economías y el regreso a las interacciones sociales de manera paulatina.
“Proponemos una sana y eficiente estrategia de salida, fácilmente controlada, de la pandemia COVID-19, donde las interacciones sociales y económicas podrán volver a un nivel normal de manera rápida, unificando progresivamente las zonas seguras (manteniendo un alto nivel de pruebas)”, señalan los especialistas.
Para iniciar con la transición del regreso a las actividades económicas y sociales, Miquel Oliu-Barton, Bary Pradelsky y Luca Attia toman como muestra el número poblacional de una comunidad. Parten con 10,000 habitantes donde la mayoría de la gente trabaja en una fábrica local o dentro de esa ciudad.
Una vez que no hay nuevas infecciones que hayan sido detectadas durante siete días consecutivos, a pesar de las pruebas aleatorias exhaustivas, se etiqueta a esa comunidad como zona verde, lo que significa que sus habitantes pueden volver progresivamente a sus interacciones sociales y económicas habituales.
“De esta manera, las zonas verdes, cada vez más grandes, se fortalecen con personas que comparten las mismas tiendas, los mismos lugares de trabajo, parques y escuelas”, señalan.
Previo a este regreso, las pruebas para COVID-19 juegan un papel esencial, ya que, antes de que las personas vuelvan a tener interacciones sociales, deberán aplicarles estos exámenes para verificar que no estén enfermos y, al tiempo, acelerar la erradicación del virus, como sucedió en una ciudad italiana”, señalan.
A pesar de ser una estrategia fácil de implementar, los especialistas advierten que, debido a la imperfección de las pruebas y la zonificación, algunas zonas verdes inevitablemente tendrán un resurgimiento de infecciones, y cuando esto suceda, la comunidad perderá esa etiqueta de verde.
Cuando se detecta una nueva infección en un espacio que forma parte de una zona verde, inmediatamente se tendrá que contener esa comunidad y romper relación con ella, esto la convierte en una zona roja y sus habitantes permanecerán en aislamiento y bajo estricta supervisión o en una política de bloqueo, hasta que vuelva a ser una zona verde.
De acuerdo con los especialistas creadores de esta estrategia, el resultado de una zona verde podrá variar de un país a otro y podrá cambiar todo el tiempo, pero también posibilita la interacción en reuniones de menos de 50 personas.
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Entre las ventajas de esta estrategia está la minimización de daños a la economía con la reapertura de zonas con fuertes lazos económicos, así como el seguimiento de casos no invasivo, es decir, ante el inevitable resurgimiento del virus será fácil de detectar un posible contagio con la aplicación de las pruebas y la toma constante de temperatura corporal.
Otra de las ventajas es minimizar el impacto social ante las medidas de distanciamiento que la OMS recomendó aplicar al inicio de esta pandemia. Además, habrá un rápido proceso de reunificación que se puede combinar fácilmente con otras medidas como la aplicación de pruebas, certificados de inmunidad, practicar medidas sanitarias y un voluntario distanciamiento social.
¿LISTOS PARA LAS ZONAS VERDES?
La última semana de mayo, el presidente de México anunció que en el país se había perdido medio millón de empleos derivado de la pandemia.
Según el economista Alejandro García, además de la inmensa pérdida de puestos de trabajo, la reincorporación a las actividades planeada para México viene acompañada de un gran miedo por liberar los municipios y ciudades antes de tiempo y sin haberse realizado las pruebas necesarias que comprueben que la gente está sana y que no existen nuevos focos de infección.
“Las empresas son las que quieren abrir. Les cuesta más estar cerradas que comprar un número de pruebas para comprobar que no hay focos de infección. Tenemos que buscar alternativas porque la economía no puede estar detenida tres o cinco meses. No sabemos cuánto va a durar [la pandemia] y, hasta no tener una vacuna, que casi es un hecho que no la tendremos este año, no podemos regresar a las actividades de la forma normal o sin un tratamiento”, alerta.
Expertos consideran que puede haber una segunda oleada de COVID-19, y si este escenario sucediera, “la economía mexicana no estaría lista para un nuevo confinamiento, como no estuvimos listos ahora”, asevera García.
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De acuerdo con el experto, quien también es maestro en economía por la Universidad de Madrid, aun cuando haya un retorno a la actividad económica del país la generación de empleos será lenta.
“Hay análisis que muestran que la economía no volverá a crecer hasta dentro de uno o dos años. Lo que sucederá ante la apertura económica durante los meses de junio, julio y agosto es que algunos puestos se mantengan y tal vez algunas empresas reduzcan plantillas, y mientras estemos así, creo que la economía no crecerá y no generará empleos nuevos, es decir, de lo que perdimos, empecemos a ganar”, menciona.
Por ahora, la generación de nuevos empleos no se visualiza, al menos en este año y, con ello, la espera de que no exista un rebrote de la pandemia para que las cifras no sigan en aumento.
“Si no es así, espero que a mediados del siguiente año la economía vuelva a crecer. Ahora hay un gran reto para el mundo y la humanidad, se trata de tener una vacuna, su producción en masa y buscar llevarla a todos los rincones del mundo.
“Con esta pandemia también se visibiliza la gran conexión que hay entre los países en el mundo, que no puedes vivir sin los demás países, y si vas a buscar una cura no puede ser solo por país, tienes que dársela a todo el mundo”, finaliza.