En nuestra entrega anterior comentamos que era indispensable abrir la economía. Sin embargo, la experiencia de Alemania, que es uno de los países que mejor ha manejado el problema, nos dice que es mucho más fácil cerrar la economía que abrirla, pues se corre el riesgo de tener un repunte de los casos.
En México, en la situación actual, la apertura de la economía es un salto al vacío, pues carecemos de la información elemental para determinar el nivel de contagio en la población. Esta información solo se puede obtener haciendo pruebas en población abierta y dando seguimiento a los contactos de los infectados, pero nuestro país no cuenta con los recursos para hacerlo.
De modo que ubicar la cantidad de contagios asintomáticos es imposible. Otro tanto pasa con la cantidad de población que ya superó el contagio y desarrolló inmunidad. Saber esos datos nos permitiría hacer un estimado de la población que está teóricamente fuera de riesgo o con un riesgo menor que el resto de la población.
Podemos considerar tres grupos de población dentro de la epidemia: sanos, enfermos e inmunes. El tercero, el grupo de los inmunes, se puede considerar fuera de peligro, pues su cuerpo ha aprendido a lidiar con el virus y, aunque existe la posibilidad de reinfectarse con una mutación, puede integrarse a la economía con un mínimo riesgo. El segundo grupo, el de los enfermos, debe de estar aislado, y el primero, los sanos, de acuerdo con su grado de riesgo, puede incursionar en la vida diaria con protecciones.
Habrá quien curse la infección sin percatarse de ella, quien tenga síntomas moderados, y finalmente habrá quienes, lamentablemente, se agraven.
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Una vez abierta la economía, el riesgo de contagio es inminente. Ahí, de acuerdo con los datos estadísticos, el 80 por ciento de los pacientes infectados no habrá de sufrir una enfermedad grave; pero el 20 por ciento restante puede ver las de Caín y el único remedio es el tratamiento.
Muchos casos en el mundo se han curado con tratamientos adecuados. En México también se están dando casos de éxito. De estos casos quiero ocuparme.
Uno de ellos es el de Miguel Pérez Larracilla, un hombre que recorrió el calvario del COVID-19. Miguel tiene 45 años, se casó en 2009 y hace 19 meses nació su bebita. Esta es su historia:
“Cuando llegó Sofía tuve un cambio drástico en mi vida. Por primera vez me sentí indispensable, pues supe que nadie, nadie, más que yo, podría querer a mi hija como la quiero. Hace cuatro semanas me enfermé y en algún momento pensé que dejaría a mi hija huérfana. Fue algo espantoso. No supe ni dónde, ni cuándo me contagié. El 2 de mayo en el camino del trabajo a mi casa sentí un dolor de cabeza infernal y comencé a sudar frío; al llegar me tomé la temperatura; el termómetro marcó 40º C, y le dije a mi esposa: ‘¿Sabes qué? Me voy a dormir al otro cuarto, no vaya a ser el pinche bicho'”.
CONSEGUIR MEDICINA FUE UN VIACRUCIS
“Esa noche comenzó la diarrea. Eso me tranquilizó, pues supuse que era por algo que había comido. Al otro día le hablé al Dr. Gutiérrez. Él me dijo: ‘Vente inmediatamente’.
“Me recibió en su consultorio. Me examinó y dijo que podría ser coronavirus; preguntó si me faltaba el aire. En ese momento no sentí que me faltara. Me dijo que tenía que iniciar el tratamiento de COVID-19 y que me hiciera la prueba. Si esta salía negativa suspendíamos el tratamiento.
“Conseguir una de las medicinas fue un viacrucis, pues no había en ninguna farmacia le avisamos a la familia; alguien la encontró en Toluca y nos la trajeron. Ese día inicié el tratamiento.
“Al llegar a casa me encerré en mi cuarto. Mi esposa comenzó a dormir con nuestra hija. El día 5 de mayo me hicieron la prueba, me sentía mal. La calentura fluctuaba entre los 38º y los 40º. El 9 de mayo me entregaron el resultado, que fue positivo. Tenía coronavirus. Ese día recibí una llamada del gobierno de la ciudad. Me dijeron que sabían que era positivo para COVID-19 y que si me ponía grave les hablara para que mandaran una ambulancia e internarme en el hospital”.
“El 10 de mayo sentí que me moría. Entré en crisis. Por más que me esforzaba para respirar sentía que me asfixiaba y entré en shock. Me martirizaba la angustia y decidí ir al hospital. Mi esposa quiso llevarme, pero me negué. No quería contagiarla. Tenemos, como ya te dije, una bebé de un año siete meses, y si me tocaba la de malas no quería dejar a mi bebé huérfana por los dos lados. Tomé el coche y recorrí, ahogándome en el volante, los 15 kilómetros de mi casa al hospital. En el camino volví el estomago. Durante todo el trayecto vine hablando con el Dr. por teléfono. Al llegar al hospital estacioné el coche. No me sentía con fuerzas para bajarme. Era tal mi desesperación que le supliqué al Dr. que me pusiera en el respirador artificial. Ahí el doctor me dijo: ‘Todo está listo, Miguel, pero si entras en el respirador es posible que no vuelvas a ver a tu familia’.
“En ese momento supe que este drama podía ser el último de mi vida y le pedí al Señor que me diera la oportunidad de vivir. Mi hija es muy chiquita para quedarse sola. Respiré hondo, alcancé a meter pedacitos de aire en mis pulmones, e hice por calmarme. Poco a poco se hizo tolerable la situación. Encendí el coche y me dirigí a casa a guardar la cuarentena como lo mandó el médico. Al día siguiente me sentí un poco mejor y comencé a recuperarme; para controlar la desesperación comencé a meditar. La víspera del 15 de mayo el aire llenó de nuevo mis pulmones y Dios me regresó a la vida”.
EL TRATAMIENTO DE LA CONTROVERSIA
El médico que atendió a Miguel es el Dr. Raúl Gutiérrez Suárez. Una de sus especialidades es la reumatología. Esto hace que esté familiarizado con uno de los medicamentos del tratamiento para la enfermedad.
El tratamiento en cuestión ha estado dentro de la controversia, ya que internacionalmente ha sido utilizado por algunos políticos como la solución al problema, pero el diablo está en los detalles. Cuando le preguntamos al Dr. Gutiérrez la causa de los ataques al tratamiento, nos explicó:
“Es una medicina que se usa en varios padecimientos, uno de ellos el paludismo, otro el lupus, que es de tipo autoinmune y al que tratamos los reumatólogos. La medicina tiene tanto beneficios para el paciente como efectos colaterales que la hacen peligrosa. Por ello debemos ponderar su uso considerando antes que nada las condiciones del paciente.
“Por otro lado, es una medicina cuyo costo es moderado. Este protocolo se aplicó por primera vez en Francia, con buenos resultados, y se ha replicado en otras regiones. En Estados Unidos ha estado en medio del debate, pues el presidente Trump, quien cree fervientemente en los efectos benéficos de la medicina, ha hecho una serie de comentarios desafortunados exagerando los beneficios y desorientando al público.
“El tratamiento del que me ocupo tiene contraindicaciones muy importantes como las cardiopatías o enfermedades del corazón, también las enfermedades del sistema circulatorio y hay una lista larga de contraindicaciones. La Organización Mundial de la Salud lo sacó de uno de los brazos de tratamiento por el riesgo cardiaco. Esto se debe a que quienes administran la medicina no están familiarizados con esta ni con sus dosis.
“Nosotros llevamos muchos años utilizándola en pacientes con lupus y sabemos aplicar las dosis. Además, tengo un grupo de más de 50 pacientes de COVID que van de los 35 a los 60 años a quienes les he aplicado este tratamiento, que se complementa con un antibiótico, un antiviral y antipiréticos1. Hasta ahora todos se han recuperado.
“Es muy importante subrayar que en todos se comenzó a administrar la terapia en una etapa temprana de la enfermedad. Si por alguna razón no se puede dar este tratamiento, hay alternativas. Hace poco se descubrió otro tratamiento económico que también tiene efectos colaterales y contraindicaciones. Es muy difícil que cualquier medicina no tenga contraindicaciones. Por ello es indispensable la asistencia de un médico para el enfermo.
“Por otro lado, hay una cantidad importante de antivirales, antiinflamatorios y anticoagulantes que pueden aplicarse según el caso. Las terapias escalonadas con oxígeno y los equipos de presión denominados CPAP son recomendables antes de ingresar a los enfermos en el hospital.
“Cuando el paciente llega a necesitar un ventilador2 uno está peleando contra el virus y contra el sistema inmune del paciente que ha ocasionado que los pulmones se inflamen. Esta inflamación ocasiona que el pulmón, poco a poco, se llene de agua reduciendo su capacidad respiratoria, y por otro lado, genera coágulos pequeñitos que tapan los vasos del sistema circulatorio del paciente, y con ello comprometen la circulación pulmonar. Ahí se administran antiinflamatorios, anticoagulantes y ventiladores; pero cuando la enfermedad avanza hasta aquí, el cuadro es difícil de controlar. Por ello subrayamos continuamente que los pacientes deben de venir al médico a la menor sospecha de infección por coronavirus”.
¿Y LOS CONSULTORIOS DE ZONAS POPULARES?
Hay quien dice que los intereses de los grandes laboratorios farmacéuticos se ven afectados con tratamientos tan baratos como el que se ha descrito. Estos tienen antivirales de precios muy elevados. De modo que no sería extraño que hubiera una campaña orquestada por los grandes intereses para desacreditar el protocolo.
Los consultorios de las zonas populares cuentan una historia similar, pero más dramática.
El Dr. Jorge Galván tiene su consultorio en una colonia del sur de Ciudad de México. Su despacho es de los más concurridos de la zona y esta es su historia.
“Cuando le hago la clínica a un paciente y lo examino, si encuentro un cuadro de coronavirus de inmediato receto tratamiento. Si en dos días no mejora solicito una radiografía para determinar si hay datos de neumonía. Si su oxigeno en sangre anda por arriba de 85, el paciente responde al tratamiento y supera el cuadro. Cuando anda por debajo de 83 lo mando al Seguro, al ISSTE o al Hospital Enrique Cabrera para que lo internen y le den el tratamiento completo, pues una de las medicinas es imposible conseguirla aquí. Pero por lo general los hospitales de la zona rechazan a los pacientes, pues están saturados. Estos pacientes, aunque se les dé tratamiento, si no se hospitalizan y se les da el medicamento completo tienen poca oportunidad. Solo han recibido a uno de los que he enviado. Andaba en un nivel de 56 de oxígeno y también falleció.
“A algunos pacientes les hacen una entrevista telefónica, y confirman la posibilidad de coronavirus, pero no los atienden porque aún no están graves y eso es un error. Al paciente se le debe atender en forma temprana. Por otro lado, yo les mando pacientes que requieren el tratamiento completo. Ellos lo saben, pero no hacen nada y los mandan a morirse a sus casas.
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“El que los pacientes vengan en una etapa temprana es de vital importancia, pues la gravedad es uno de los factores que aumenta la morbilidad de esta epidemia; yo aplico el tratamiento confiando solo en la clínica, pues mis pacientes no tienen el dinero para hacerse el examen en un laboratorio particular, y en los laboratorios oficiales les niegan la prueba. Así, no puedo tener la certeza del diagnóstico, aunque la clínica y el resultado del tratamiento me indiquen que estoy en lo correcto.
“Por otro lado, la prueba de anticuerpos, que es la que me dice si los pacientes tienen defensas para pelear contra el virus, es decir, si tienen algún tipo de inmunidad, ya no la están haciendo. Al parecer el gobierno retiró su uso y esto es un error gravísimo. De modo que estamos peleando a ciegas confiando en nuestro buen juicio y pidiéndole a Dios que nos permita salvar a los enfermos”.
El tratamiento, como dijimos hace algunos párrafos, es de vital importancia para salvar al enfermo, pero debe aplicarse cuando los síntomas del contagio comienzan a aparecer y para ello es muy importante que los enfermos conozcan los síntomas y entiendan la gravedad del problema. Además, que todos los consultorios disponibles tengan guías de tratamiento y medicinas. En el país hay más de 40,000 salas de consulta externa para pacientes; si se les dan los medios para diagnosticar y tratar a los pacientes en una etapa temprana del padecimiento, la hospitalización se reducirá drásticamente. Esa es la labor en que los administrativos de nuestro sistema de salud deben ocuparse.
Miguel nos contó su historia con el COVID-19. Una característica de esta fue que comenzó el tratamiento al principio de los síntomas, para cuando se puso grave la medicina estaba actuando y solo fue cuestión de tiempo; pero muchos enfermos, algunos por necesidad y otros por no darle importancia, dejan crecer la enfermedad y esto casi nunca tiene un buen desenlace.
Los síntomas de la enfermedad producida por COVID-19 son: dolor de cabeza, fiebre, tos seca, cansancio, dolor de garganta, diarrea, pérdida del olfato o del gusto, dificultad para respirar o falta de aire, erupciones cutáneas, pérdida de color en los dedos, dolor o presión en el pecho, incapacidad para hablar o moverse. Si usted presenta uno o más de estos síntomas, sin dudarlo de inmediato vaya a consultar a su médico.
La historia de desenlaces funestos se repite con mayor frecuencia en las zonas populares, donde los muertos se acumulan. Cuando se abra la economía el problema crecerá en proporción geométrica. Con todo, esto el lema de “Primero los pobres” se ha convertido en una promesa macabra.
VAGÓN DE CABÚS
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, dijo el martes 26 de mayo que el semáforo de reactivación es uno y es federal. Es decir, que la reactivación de la economía se haría simultáneamente en todo el país. Esto era un error, pues cada estado tiene diferentes niveles de contagio. Algunos gobernadores se inconformaron, pues han hecho pruebas independientes del gobierno federal y conocen mejor su nivel de viremia. El presidente vio venir el conflicto por muchos lados, no solo el político, sino el de salud, y el económico, por lo que le ordenó a la secretaria que reculara. Hoy Sánchez Cordero dijo: “El semáforo va a ser regional porque no va a ser para toda la república”.
Si de abrir la economía se trata es razonable establecer una decisión consensuada, dando la preponderancia al sistema de salud local, que es el que está en contacto directo con el problema.
Por otro lado, la Organización Panamericana de la Salud prevé un aumento continuo de los casos en México; la terca realidad nos dice que el cambio de pendiente en la curva está aún lejano.
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- Los antipiréticos son medicamentos utilizados para controlar la calentura en el paciente.
- En la terminología médica se llaman ventiladores a los aparatos que ayudan a que el paciente respire cuando no puede hacerlo por sí mismo.
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias.