Boris Johnson logró este jueves lo que durante mucho tiempo pareció imposible. Tras años de divisiones, los diputados británicos aprobaron, en una sesión histórica, el acuerdo para sacar al Reino Unido de la Unión Europea el 31 de enero.
Durante un año, el texto inicialmente negociado por la anterior primera ministra Theresa May, y modificado por Johnson tras su llegada al poder en julio, había sido reiteradamente rechazado por el Parlamento, lo que obligó a tres aplazamientos y provocó una profunda crisis política.
Pero el jueves, gracias a la aplastante mayoría que el primer ministro conservador logró en las legislativas anticipadas de diciembre, el proyecto de ley que traduce a la legislación británica el acuerdo de divorcio con Bruselas fue aprobado sin dificultades.
Tras tres días de desapasionado examen legislativo, que contrastaron con los acalorados debates que durante años jalonaron un proceso caótico en una cámara dividida entre partidarios y detractores del Brexit, los diputados adoptaron el texto por 330 votos contra 231.
“Este proyecto de ley asegurará nuestra salida de la Unión Europea con un acuerdo que dé certeza a las empresas, proteja los derechos de nuestros ciudadanos y garantice que recuperemos el control de nuestro dinero, nuestras fronteras, nuestras leyes y nuestra política comercial”, afirmó al cerrar los debates el ministro encargado del Brexit, Steve Barclay.
Esta ley “dará de una vez por todas cumplimento al mandato que se nos dio”, subrayó.
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El texto pasará la semana que viene a la Cámara de los Lores, donde tampoco debería encontrar contratiempos. Se prevé que el proceso concluya, con la firma de la ley por la reina Isabel II, el 22 o 23 de enero.
Así, el 31 de enero, tres años y medio después del referéndum de 2016 en que 52% de británicos votó por el Brexit, el Reino Unido pondrá fin a 47 años de tumultuosa relación con la UE.
Y el bloque, por primera vez en su historia, perderá un país miembro y ganará un poderoso competidor comercial y financiero a sus puertas.
El acuerdo, que permite un divorcio suave y una transición hasta diciembre de 2020 para evitar rupturas abruptas y negociar la futura relación, debe ser también ratificado por el Parlamento Europeo.
Conversaciones pendientes
El texto recoge entre otras cuestiones los derechos de los ciudadanos europeos en el Reino Unido y los británicos en la UE, la factura -de unos 39,000 millones de libras- que Londres deberá pagar para honrar sus compromisos financieros con el bloque y el modo de mantener abierta la frontera terrestre en la isla de Irlanda.
Tras el Brexit, Londres y Bruselas emprenderán una segunda, y más complicada, fase de negociación, la de su futura relación.
Johnson prometió concluirla antes de finales de año para no tener que ampliar el periodo de transición.
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“Después de haber esperado más de tres años para realizar el Brexit, los ciudadanos británicos y europeos esperan con razón que las negociaciones sobre un ambicioso acuerdo de libre comercio terminen a tiempo”, le dijo el miércoles a la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Esta, que viajó por primera vez a Londres tras asumir el cargo en diciembre, dejó sin embargo claro que el tiempo es insuficiente para alcanzar un acuerdo completo de libre comercio.
“Tenemos duras conversaciones por delante y cada lado hará lo que sea mejor para él”, dijo la alemana. Y advirtió de que Londres podría perder su acceso al mercado europeo si insiste en concluirlas antes de finales de año.