Los Partidos Políticos viven una crisis real de representación entre la población y de acuerdo al Barómetro Global de la Corrupción, Transparencia Mexicana, el 91 por ciento de los ciudadanos no confía en ellos.
En la misma crisis se encuentran los legisladores y las instituciones Judiciales pues de acuerdo al mismo estudio, el 83 por ciento de la población tampoco confía en los diputados, y sólo tres puntos abajo, es decir, el 80 por ciento no lo hace en las instituciones del sistema judicial.
El distanciamiento social y político se ha recrudecido debido a la corrupción pues se estima que el 98 por ciento de los delitos relacionados con este aspecto quedan en total impunidad y quienes lo pagan, generalmente son mandos bajos del sistema y no los verdaderos autores intelectuales y beneficiados materiales de los actos perseguidos.
Así, los partidos políticos, las policías, los funcionarios públicos, el Poder Legislativo y Poder Judicial son las instituciones percibidas por la ciudadanía como las más corruptas.
Una de las propuestas gestadas sobre el tema la señala el estudio “Anatomía de la corrupción en México” en donde se señala como necesario, entre otros aspectos, aplicar la persecución de oficio para delitos de corrupción y prohibir el uso de dinero en efectivo en actividades gubernamentales.