El presidente estadounidense, Donald Trump, designó este martes a Stephanie Grisham, quien hasta ahora fungía como portavoz de la primera dama Melania, al frente de la secretaría de prensa de la Casa Blanca, un departamento que sufre un fuerte deterioro con la prensa.
La designación, anunciada por Melania Trump en Twitter, cubre el cargo que dejó Sarah Sanders, quien supervisó las sesiones informativas de prensa de la Casa Blanca y luchó repetidamente con periodistas que la acusaron de mentir.
Grisham también ocupará el puesto estratégico de director de comunicaciones, tuiteó la primera dama.
“Me complace anunciar que @StephGrisham45 (Grisham) será la próxima @PressSec (secretaria de prensa) y directora de comunicación!”, escribió la primera dama. “Ha estado con nosotros desde 2015: a @POTUS (Donald Trump) y a mí no se nos ocurre mejor persona para servir a la Administración y a nuestro país”.
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Grisham es una funcionaria leal a Trump tras unirse a su campaña presidencial en 2015. Después se ganó la reputación de operadora dura en la oficina de la primera dama.
Las actividades de Melania Trump en la Casa Blanca, principalmente una campaña para ayudar a los niños bautizada como #BeBest, reciben relativamente poca atención de los medios.
Pero Grisham reveló el poder en la sombra de la primera dama durante una disputa en noviembre pasado cuando Melania Trump ordenó despedir a la asesora de seguridad nacional adjunta, Mira Ricardel.
Según se informó, la disputa comenzó cuando Ricardel se enojó por la disposición de asientos en el avión del gobierno que llevó a Melania Trump a una gira por cuatro países de África, su primer gran viaje al extranjero en solitario.
En un decisión inusual, Grisham emitió después una declaración sobre Ricardel en la que decía: “La Oficina de la Primera Dama considera que ya no merece el honor de servir en esta Casa Blanca”.
Sombras en el trabajo de Sanders
El trabajo de la predecesora de Grisham, Sanders, deja más sombras que luces. Trump anunció su salida en un tuit a principios de este mes y dijo que es era una “guerrera”.
Aguda, a veces ácida, Sanders no ha sido proclive a los deslices casi cómicos que avergonzaron a sus predecesores en el cargo, como Anthony Scaramucci, quien fue portavoz de Trump por poco tiempo.
Pero se ha ganado una reputación a base de enfrentarse con los periodistas que ella consideraba demasiado críticos, a menudo haciéndose eco de los ataques de su jefe contra las informaciones que le eran desfavorables y que el mandatario tildaba como “noticias falsas”.
Sanders se negó en un duro tira y afloja con periodistas a distanciarse de una de las máximas del presidente estadounidense: los medios de comunicación son “el enemigo del pueblo”.
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Se considera que fue Sanders la responsable de la desaparición de la sesión informativa diaria, prácticamente una institución bajo administraciones anteriores.
Grisham apoyó con firmeza a Sanders, y ante la noticia de su partida dijo que “extrañaría su sincero amor por el país y su gran sentido del humor en la @WhiteHouse (Casa Blanca)”.
Si Grisham implantará las viejas prácticas de la oficina de prensa de la Casa Blanca es una incógnita.
Su jefe desdeña lo que llama los principales medios de comunicación y dice que prefiere interactuar con el público a través de Twitter y otras redes sociales, convirtiéndose en su propio secretario de prensa.