Sus acciones horripilantes y presencia imponente llaman nuestra atención; como el caso de Ted Bundy, el tema de un documental reciente de Netflix, y los líderes de cultos como Charles Manson.
Pero a pesar de los años de teorías e investigación, el campo de la salud mental sigue debatiendo acaloradamente cuáles son las características que definen este diagnóstico.
Tal vez te sorprenda que el sistema de diagnóstico psiquiátrico más ampliamente usado en Estados Unidos, el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico), no incluye la psicopatía como un trastorno formal.
Como investigador de la personalidad y psicólogo forense, he pasado los últimos 25 años estudiando a psicópatas dentro y fuera de las prisiones. Incluso he debatido cuáles, exactamente, son las características que definen la psicopatía.
La mayoría está de acuerdo en que los psicópatas son personas sin remordimientos que carecen de empatía por los demás. Pero en años recientes, gran parte de este debate se ha centrado en la relevancia de un rasgo de la personalidad en particular: la audacia.
Yo estoy entre quienes creen que la audacia es crucial para separar a los psicópatas de los malhechores más mundanos. Es la característica que crea la apariencia de normalidad, dándoles a quienes cazan a otros la máscara para mezclarse exitosamente con el resto de la sociedad.
Por otra parte, carecer de audacia más bien sería lo que podría llamarse un “tímido-pata”.
El factor audaz
Hará unos 10 años, el psicólogo Christopher Patrick y algunos de sus colegas publicaron una extensa revisión de la literatura, en la cual argumentaron que los psicópatas eran personas que expresaban niveles elevados de tres rasgos básicos: ruindad, desinhibición y audacia.
La mayoría de los expertos en el campo de la salud mental está de acuerdo en que el psicópata prototípico es alguien que es, a la vez, ruin y, por lo menos hasta cierto grado, desinhibido; aunque todavía se debate un poco cuán exactamente impulsivo e impetuoso en verdad es el psicópata prototípico.
En un contexto psicológico, la gente que es mala tiende a carecer de empatía y tiene poco interés en relaciones emocionales íntimas. También les encanta usar y explotar a otros para su propio beneficio.
Las personas altamente desinhibidas tienen un pésimo control de sus impulsos, son dados a aburrirse y tienen dificultad para manejar sus emociones, en especial las negativas, como la frustración y la hostilidad.
Al añadir la audacia a la mezcla, Patrick y sus colegas argumentaron que los psicópatas auténticos no son solo ruines y desinhibidos, también son individuos desenvueltos, sin miedos, emocionalmente fuertes y socialmente dominantes.
Aun cuando no había sido el centro de una investigación extensa en las últimas décadas, el concepto del psicópata audaz en realidad no es nuevo.
El afamado psiquiatra Hervey Cleckley lo describió en su libro seminal de 1941, The Mask of Sanity [la máscara de la cordura], en el que describió numerosos ejemplos de psicópatas quienes eran osados, sin miedo y emocionalmente imperturbables.
Ted Bundy es un ejemplo excelente de tal persona. Él estaba lejos de ser modesto y tímido. Nunca parecía afectado por la ansiedad o el estrés emocional. Fascinó a decenas de víctimas, fungió confiadamente como su propio abogado e incluso le propuso matrimonio a su novia cuando estaba en la corte.
“Probablemente, solo se trate de estar dispuesto a correr el riesgo”, dijo Bundy, en el documental de Netflix, sobre lo que motivó sus crímenes. “O tal vez ni siquiera ver el riesgo. Solo sentirse anegado por esa audacia y ese deseo de llevar a cabo una cosa en particular”.
Semillas plantadas en el DSM
En el DSM actual, el diagnóstico actual más aproximado a la psicopatía es el trastorno antisocial de la personalidad. Aun cuando el manual sugiere que históricamente se lo ha llamado psicopatía, los siete criterios de diagnóstico actuales para el trastorno antisocial de la personalidad en su mayoría entran dentro de la generalidad de la desinhibición, cualidades como “temeridad”, “impulsividad” y, en menor grado, ruindad, las cuales son evidentes en solo dos criterios: “falta de remordimiento” y “engaños”.
No se menciona la audacia. En otras palabras, no tienes que ser audaz para tener trastorno antisocial de la personalidad.
De hecho, como solo necesitas cumplir con tres de los siete criterios para ser diagnosticado con el trastorno, esto significa que ni siquiera necesitas ser tan ruin.
Sin embargo, la revisión más reciente del DSM, la quinta edición, sí incluye una sección suplementaria de diagnósticos propuestos que necesitan estudiarse más.
En esta sección suplementaria, se ofreció un especificador nuevo para quienes cumplen con el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad.
Si tienes un estilo interpersonal audaz y sin miedo que parece servirte como una máscara para tu personalidad por lo demás mala y desinhibida, también podrías ser diagnosticado como psicópata.
¿Un psicópata puede ser tímido?
Queda por ver si este modelo nuevo, que parece poner la audacia en el centro del diagnóstico de la psicopatía, será adoptado finalmente en las versiones subsecuentes del sistema DSM.
Varios investigadores han criticado el concepto. Ven la ruindad y la desinhibición como mucho más importantes que la audacia al decidir si alguien es un psicópata.
Su principal problema parece ser que las personas quienes son audaces -pero no malas o desinhibidas- en realidad parecen ser equilibradas y no especialmente violentas. De hecho, en comparación con ser excesivamente introvertidas o proclives a estrés emocional, esto parece ser una ventaja en la vida cotidiana.
Otros investigadores, incluido yo, no tienden a ver estas críticas como especialmente convincentes. A nuestro parecer, alguien que es simplemente desinhibido y ruin -pero no audaz- no sería capaz de llevar a cabo el nivel espectacular de manipulación del que es capaz un psicópata.
Por supuesto, ser ruin y desinhibido es una mala combinación. Pero ante la ausencia de audacia, probablemente no aparecerás en las noticias de la tarde por haber defraudado cientos de millones de dólares a decenas de inversionistas.
Las posibilidades de que fascines exitosamente a víctimas desprevenidas una tras otra para que entren a tu apartamento y las ataques sexualmente se ven muy escasas.
Dicho esto, las personas tímidas pero ruines —los “tímido-patas”— es casi seguro que existan, y probablemente lo mejor sea mantenerse alejado de ellas.
Pero es poco probable que las confundas con los Ted Bundy y Charles Manson que hay en el mundo.
John Edens, es profesor de psicología en la Universidad de Texas A&M.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons. Lee el artículo original aquí.
— Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek