La comunidad artística, académicos, colectivos y ciudadanos llamaron a revertir el ejercicio de una política cultural a favor de una élite, con espacios culturales vinculados a la especulación inmobiliaria y al servicio de la promoción de una figuras de poder, herencia del gobierno morenovallista, considerado el maximato contemporáneo por los lujos, excesos y dispendios pagados con dinero público.
Más de ciento cincuenta personas entre pintores, dibujantes, dramaturgos, actores y actrices de teatro, titiriteros, músicos, gestores, galeristas, empleados gubernamentales, académicos, fotógrafos, periodistas, poetas, literatos, estudiantes y creadores; convocados en el foro “El estado de la cultura en Puebla: hacia un giro participativo y comunitario”, iniciaron en Puebla un ejercicio inédito y llevaron a debate la administración pública de la vida cultural en Puebla.
En el Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social (CEDES) de la Secretaría de Investigación y Estudios de Posgrado en la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el pasado 14 y 15 de febrero, fueron expuestas 36 ponencias que dieron cuenta de la falta de mecanismos del Estado para garantizar los derechos culturales.
El hartazgo y preocupación del uso y abuso de los recursos públicos en la gestión cultural en los recientes 8 años de la administración que encabezó Rafael Moreno Valle (+) y luego su continuador, Antonio Gali Fayad que redujeron la política cultural a políticas de partido o políticas clienterales y en meras prácticas aristocrizantes.
Los organizadores, integrantes de Revista Klastos, CEDES BUAP, Colectiva ADA recogieron y documentaron los testimonios, las experiencias y los análisis de parte de la comunidad artística que se reconoció diversa y en resistencia. Anunciaron el comienzo de una articulación desde la pluralidad y el disenso, en un ejercicio de “cultura participativa”.
La implementación de un proyecto cultural que permitiera recobrar el espacio público y el capital social a través del reconocimiento y participación de agentes culturales locales, fue uno de los urgentes llamados de la comunidad
“La reivindicación central fue la de considerar a la cultura y el arte como bienes públicos, confrontando con las perspectivas y prácticas privatizadoras-mercantilizadoras, que han predominado y se implementan por diversas vías -turismo, gentrificación, espectacularización, etc. Varias de las experiencias de colectivos y trabajadores de la cultura y el arte ilustraron ampliamente el camino de la resistencia a esas visiones dominantes, siendo una socialización de formas de organización y construcción de alternativas”, fue una de las conclusiones de la plenaria.
El lujo como propuesta cultural en un sexenio virreinal
El diagnóstico de la situación de las políticas culturales ejercidas incluyó denuncias y rechazos de su aplicación como el Programa de Artistas Urbanos (PAU) cuya práctica constituyó la privatización de la calle y de espacios públicos, la reducción del arte urbano a un esquema de comercio ambulante y la discrecionalidad en la distribución de fondos públicos.
Germán Sánchez Daza, profesor de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla BUAP calificó al sexenio de “hecatombe del morenovallismo”, que provocó –dijo– un posmodernismo clientelar impositivo que excluyó de sus políticas a artistas, gestores y creadores.
Luis Calvo Zanabria, integrante del colectivo Estudios Abiertos Puebla Cholula, aseguró que la administración de los espacios culturales en Puebla en los últimos 8 años “para instrumentalizar la idea de cultura” tuvieron una clara vinculación a la especulación inmobiliaria.
Evidenció que el Museo Barroco fue ubicado en la zona más exclusiva y costosa de la ciudad, no para acercar el arte a colonias y clúster ubicadas en esos complejos inhóspitos, cercados por avenidas y estacionamientos, imposibles para el peatón; y sí para apuntalar un complejo desarrollo inmobiliario multimillionario, cercano al Centro Comercial Angelópolis y al Tecnológico de Monterrey.
“La pasada administración entendió la cultura como un bien de lujo, desde el estado se promovió por ejemplo a la pintura no como un ejercicio crítico, sino como algo decorativo cuyo valor es el estatus quo”
Otra “instrumentalización artística” la ubicó en el proyecto “Barrio de Santiago, Arte y Bienestar”, en el que el Street Art y embelleció la ruta de camiones turísticos. “Un proyecto ajeno a la comunidad, la exhibición de una ciudad turística eliminando la imagen de pobreza en sus recorridos ofertados”.
Óscar López, la voz que no deja de sonar
Elizabeth Flores, representante del colectivo Estudios Abiertos Puebla Cholula, tuvo quizá la participación más emotiva. Durante su ponencia expuso el análisis del periodista cultural Oscar López Hernández, integrante también del colectivo, que falleció el día de la inauguración de este foro.
“Ayer sufrimos la pérdida de nuestro amigo, y encontrándonos en la preparación de esta presentación, consideramos pertinente rescatar en sus propias palabras el contexto del cual se posiciona Estudios Abiertos. Cito un texto íntegro que escribió “El Gallo” para las jornadas de cultura y ciudad”, dijo visiblemente afectada a un consternado público.
En voz de Elizabeth, Oscar López denunció una vez más el ejercicio de las instituciones dedicadas a la promoción de la cultura. En su texto se describió como el trienio y sexenio, los gobiernos municipal y estatal a través del IMAC y el CECAP, ejercieran una práctica de “grandes líneas de acción” que exhibían en el fondo la falta de seguimiento en los programas de acciones anteriores, así como el desinterés por dar continuidad a los programas que tuvieron eco social.
“Exaltan visualmente lo espectacular de sus propuestas, sin preocuparse porque una vez concluido su periodo de gobierno, éstas tengan continuidad, por el contrario ponen en evidencia su desinterés por la formación de públicos.
“Quienes encabezan dichas instituciones, se limitan a difundir formas expresivas ya probadas, a veces pretenciosas, discriminando la producción y formación de los artistas locales, elaboran programas generalmente espectaculares con pretensiones colonizadoras en lugar de fomentar y promover a sus productores de bienes culturales y estéticos.
“Las instituciones gubernamentales de cultura, generalmente siguen funcionando bajo los obsoletos esquemas del paternalismo y el compadrismo. Pueden lo mismo programar a artistas de renombre, o de altas ventas, lo mismo que diletantes amigos o familiares de los funcionarios.
“Las actuales políticas gubernamentales en materia de cultura, carecen de un proyecto de nación, siguen ofreciendo espectáculo por cultura. Responden a prácticas para salvar el puesto, por una parte, pero también las artes siguen siendo vistas como objetos decorativos. No alcanzan a ver el cuestionamiento que realizan muchos artistas mediante obras con soporte tradicional o contemporáneo, que cuestionan la realidad que padecemos. Estas políticas buscan un efectismo en lugar de la crítica”
En el texto escrito por El Gallo denunció el ejercicio de las políticas públicas “desde la ignorancia”, como ejemplo citó los 4 proyectos de museos con los que la administración morenovallista pretendió lucrar en beneficio de su imagen política: Museo Internacional del Barroco, el de piezas de arte sacro de Catedral, Museo de la música (una franquicia del de Viena) y el Museo del Ejército. Estos proyectos en contraparte al abandono al museo-taller “Erasto Cortes”, la fototeca “Juan Crisóstomo Méndez”, la Galería de Arte Contemporáneo, convertida en galerón para atender el canje de placas.
Elizabeth Flores señaló la estratificación piramidal del sistema institucional de cultura del Estado, esto es, la planeación de proyectos que no provocan agenciamiento del público, ni representatividad de los productores, ya que comúnmente estos proyectos institucionales están dirigidos al turismo o a la espectacularización de la práctica cultural.
El tránsito de una política partidista a una política cultural sólo se hará en comunidad
Para Itzel Sánchez, integrante del Colectivo ADA y relatora del foro, durante el sexenio nunca existieron políticas culturales sino políticas partidistas y clientelares que ejercieron recursos a discreción.
Durante su participación, Itzel Sánchez señaló la necesidad de un nuevo modelo de promoción cultural y de instituciones públicas que se encarguen de la administración y distribución de fondos públicos y subvenciones.
Llamó a terminar con lo que impide a la población plantear e implementar opciones comunitarias, ejercer un real presupuesto participativo y tener acceso a espacios públicos viables para actividades culturales.
“Una de las conclusiones de este foro es el reconocimiento de que las políticas culturales no parten sólo desde el poder o las instituciones, se generan también desde la base, los creadores, la banda. Las políticas culturales se generan a pesar de las instituciones, el llamado es a la organización comunitaria y participativa”, dijo en posterior entrevista.
Rebeca Martell directora de la Galería Experimental Liliput sometió ante la comunidad su propuesta de crear un “observatorio de las buenas prácticas artísticas”. Este ejercicio llamado “Ejidoscopio” está propuesto para vigilar los abusos o el “mal uso” de los recursos creativos o del trabajo de artistas. “Con mesas de trabajo y líneas muy claras establecidas por la misma comunidad artística se podría generar un observatorio con un peso legal que pueda hacer frente a cualquier situación que vulnere a los creadores”, explicó.