Luzia, el más reciente montaje del Cirque du Soleil, es, en palabras de la solista de pole dance Diana Ham, “un espectáculo de misticismo, amor y magia que puede mover corazones y cruzar cualquier barrera”. El show se estrenó el 21 de abril de 2016 en Montreal, llegó a Ciudad de México en noviembre y se presentará hasta el 23 de diciembre.
Diana Ham era alumna de biotecnología, pero dejó la carrera para dedicarse de lleno a las artes circenses. La interpretación de la contorsionista Olga Pikhienko en el montaje Varekai, del Cirque du Soleil, la hizo desear ser parte de la compañía. Gracias a su amigo Diego Talamantes, quien le compartió el video de la atleta australiana Felix Cane ejecutando un número de pole dance en una competencia internacional, la artista decidió enfocarse en el autoaprendizaje de esa disciplina. Un año después participó en el Pole Dance World en Zúrich y compitió contra Cane.
Ham es pupila de Emma Pulido y de la maestra cubana Carmen Izquierdo, especialista en circo tradicional. Su trayectoria artística incluye performance, teatro, comedia musical, cabaret, reality shows, cine y la ópera Hansel y Gretel en Bellas Artes. En 2010 recibió una invitación para sumarse al Cirque du Soleil y quedó seleccionada en el banco de artistas. Cinco años después le propusieron montar una coreografía de pole dance y hacer un solo en el siguiente show: Luzia. Nunca imaginó que el espectáculo tendría como eje temático México, ni que uno de los genios creadores tras bambalinas era su compatriota, Eugenio Caballero, ganador del Óscar por El laberinto del Fauno, de Guillermo del Toro. Al enterarse, como ella misma lo describe, “se fue de bruces”.
Luzia, palabra que significa lluvia de luz, narra la historia de un extranjero que accidentalmente llega a México y, en un viaje fantástico y surrealista, comienza a descubrir las maravillas de éste enigmático país, desde la flor de cempasúchil y los jaguares hasta la festividad de Día de Muertos, el mariachi y las marionetas. La propuesta incluye espectaculares números de acrobacia bajo la lluvia y sobre escenarios giratorios.
—Ahora el pole dance se ha puesto de moda, ¿qué significa para ti haber llegado al Cirque du Soleil a través de esta disciplina?
—Quizá te suene muy bizarro, pero me visualicé haciendo el pole dance como un arte. Fui pionera en hacerlo, en algún momento de mi vida me acuerdo que dije: “Esto lo voy convertir en una pieza de arte y quiero trabajar en el Cirque du Soleil”. Nunca supe si iba a estar relacionada una con la otra, de eso ya tiene como diez años. Seguí haciendo mis disciplinas de circo. A veces las cosas las decretas inconscientemente, pero si trabajas en el proceso y es para ti, el destino te lo da. No digo que sea fácil, se tienen que combinar muchas horas de trabajo para alcanzarlo, pero creo que soy una persona muy afortunada de hacer algo que amo mucho en un lugar tan impresionante como esta compañía.
—En México no es común ver el pole dance como un arte…
—Así es, mucha gente todavía tiene el tabú de que es una actividad que se efectúa en antros o discotecas y que no tiene nada que ver con el arte, pero no es así, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Somos deportistas, artistas, trabajamos muchas horas y tenemos mucha disciplina. El tabú existe porque, evidentemente, la actividad puede tener un contexto sensual, la diferencia radica en el matiz que le das y creo que mucha gente en México está haciendo cosas increíbles con el pole dance, incluso en el ámbito olímpico.
—En otros países es una disciplina respetada…
—Sí, se hacen competencias alrededor del mundo, ahora ya está más regulada por el IPDFA (International Pole Dance Fitness Association) y están viendo la posibilidad de integrarla como un deporte de exhibición en las olimpiadas.
—¿Te tocó enfrentar en México prejuicios por esta práctica?
—Por supuesto, pero al final siempre encontré gente que me apoyó muchísimo, que creyó en mí.
HABLANDO DE LUZIA…
—¿Cómo ha sido la recepción de Luzia en el extranjero?
—Ha sido clasificado como uno de los mejores shows del Cirque du Soleil. Este es el primero itinerante, tiene una cascada y lluvia en el escenario creadas específicamente para este montaje. Es muy impresionante. Para el público es un show muy mágico, salen cosas en el escenario que no se esperan. Cada función ves a gente llorando, impactada. Recibimos cartas de personas de muchas partes del mundo, nos escriben que están conmovidos porque movemos sus emociones. Desde su creación en Montreal, para la compañía ha sido un shock cultural. Al final nos volvimos una familia y comprendimos la complejidad del proceso de creación justamente para que la gente entendiera qué es México y qué es lo que se quiere representar.
—¿De qué forma conviven el océano con el semidesierto, un cenote, una jungla y el callejón en una ciudad en el mismo escenario?
—Esa es la magia del coescritor y director Daniel Finzi, así como de todos los creadores que participaron. Si me preguntas cómo, no puedo explicarlo, tienen que verlo para apreciar cómo mezclaron de manera tan increíble los matices, los colores y las diferentes fases que se ven en el show. Para mí sigue siendo mágica la forma como trabajan nuestros técnicos, iluminadores y escenógrafos haciendo las transiciones, es algo muy impresionante y es una forma impecable de trabajar.
—¿Cómo se prepararon para hacer las acrobacias bajo el agua?
—Fue un proceso superduro que nos tomó seis meses, ninguno de nosotros estábamos acostumbrados a trabajar en estas condiciones. Hacer elementos aéreos bajo el agua es muy complejo, en mi caso, que soy solista de pole dance, los tubos son mucho más pesados, es el doble del peso y eso implica poner más fuerza para hacer el giro, la fuerza centrifuga y centrípeta del elemento. Ha cambiado por completo la forma y la técnica que teníamos de trabajar, nos hemos vuelto más fuertes, pacientes y cuidadosos porque hay más riesgos. Ahora podemos decir que casi somos invencibles (ríe).
—¿Y cómo se cuidan para evitar lesionarse?
—Hacemos las rutinas muchas veces a la semana, muchos movimientos son iguales y te lastiman el cuerpo, eso es normal, por eso tenemos un programa de pilates, de acondicionamiento físico, y el mejor equipo de fisioterapeutas del mundo que nos explican técnicas para seguir preparándonos. Hacemos stretching y un montón de actividades para mantenernos en forma.
—¿Cómo es un día en tu vida?
—Es extraño porque casi vivo aquí, llego a media mañana, desayuno aquí, entreno, hago mis pilates o las cosas que tenga que hacer de fisioterapia, después hay tiempo de relajarme un poco, me puedo maquillar o peinar porque todos lo hacemos solos. Luego entreno mi disciplina, ya sea en el escenario o en la carpa artística, al terminar tengo un ratito para entrenar otras disciplinas nuevas por ejemplo la guitarra. Más tarde voy a la cocina a comer, tomo otro break y empiezo a calentar una hora antes del show para estar lista porque mi número es después del intermedio. Cuando empieza el espectáculo ayudamos a mover escenografías y cambiar vestuario. Terminamos a las 20:30 o 23:00 de la noche y me voy a casa. Descansamos un día a la semana, normalmente el lunes, esos días me gusta mucho pintar al óleo.
—¿Qué te ha gustado de la forma como trabaja la compañía?
—Lo primero que me impactó es que aquí todo está diseñado para que el artista simplemente se desarrolle y haga su arte. Te dan todas las herramientas que se necesitan: dónde vivir, qué comer, la mejor atención médica del mundo, el mejor seguro. No necesitas preocuparte de nada más que de venir a hacer tu trabajo. Eso me cambió la vida porque yo estaba acostumbrada a correr de un lado a otro, de un país a otro, juntar dinero para mis vuelos, hacer mis vestuarios, aquí es otra cosa.
—A partir de esta experiencia, ¿qué crees que nos falta en México para poder impulsar las artes escénicas?
—En México hay mucho talento, falta ponernos de acuerdo como ciudadanos para que los apoyos gubernamentales se den a la gente que realmente tiene algo que decir. México es un país de gente muy brillante, pero son focos aislados, por eso necesitamos hacer un plan de trabajo juntos. Te puedo decir que, como atleta que viví la parte de competencia, tuve muy poco apoyo. La Conade (Comisión Nacional del Deporte) empieza a dar más apoyos igual que Conaculta y otras instancias, pero a veces esos fondos no van a las manos correctas y entonces los talentos se fugan. No hablo solo de artistas, igual sucede a escala científica, tienen que buscar por fuera y regresar con algo para que la gente crea en ellos. El malinchismo es lo que resulta más complejo en nuestro país.