Julia Olsen ha demandado a Estados Unidos por el cambio climático. Casi todos sus querellantes son niños.
Un informe reciente de las Naciones Unidas advierte que, para 2040 (año en que la demandante más joven de Julia Olsen cumplirá 33 años), el cambio climático podría empezar a tener consecuencias graves para muchas personas. En representación de los niños que habrán de vivir en ese futuro, Olsen ha interpuesto una demanda contra el gobierno federal estadounidense, la cual ya se encuentra en el Tribunal de Distrito de Eugene, Oregón.
Juliana vs. Estados Unidos -así llamada por Kelsey Juliana, la demandante de más edad (22 años)-, la querella argumenta que el gobierno federal no ha tomado medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, por lo que pone en riesgo el futuro de los 21 demandantes de Olsen. La abogada informa que una de sus representadas le dijo que su familia tendría que mudarse de reservación de la Nación Navajo en Cameron, Arizona, porque los manantiales naturales se estaban secando. Y otros le han descrito experiencias como mortandad de peces, inundaciones debidas a los huracanes, y cambios en la disponibilidad de recursos.
Olsen señala que muchos demandantes adaptaron sus horarios escolares para que presentarse en el juicio de Eugene. “Levi, el más joven, tiene 11 años y está recibiendo educación en casa. Su familia pretende permanecer en Eugene durante gran parte del juicio, porque Levi tiene muchos deseos de asistir”. Hasta ahora, la presidencia de Trump se las ha ingeniado para postergar el juicio. El esfuerzo más reciente ocurrió a fines de noviembre, cuando la jueza de distrito Ann Aiken aprobó una apelación de la presidencia para pausar el caso, pendiente de la revisión del 9º Tribunal de Circuito de Apelaciones. Newsweek entrevistó a Olsen mientras aguardaba la fecha del juicio.
—¿Has cambiado tu estrategia desde que presentaras la demanda de 2015?
—Lo que ha cambiado es que la presidencia Trump insiste en que los combustibles fósiles son el componente fundamental de nuestro sistema energético, y promueve esfuerzos para que los combustibles fósiles persistan como nuestra fuente de energéticos. Otro cambio es la actitud del Departamento de Justicia durante el litigio. Sigue presentando peticiones de aplazamiento y revisión en los tribunales de apelación, impidiendo que el tribunal de primera instancia tenga oportunidad de tomar decisiones importantes en el caso. Ha hecho lo imposible para evitar el juicio, de una manera que jamás había visto en un litigio.
—Antes de que aceptar el caso, ¿qué tipo de labor legal hacías?
—Sobre todo, representaba organizaciones ambientales comunitarias. A principios de la década del 2000, litigué uno de los primeros casos bajo la Ley Nacional de Política Ambiental y la Ley de Aire Limpio, las cuales decretan que las agencias gubernamentales consideren el cambio climático en sus declaraciones de impacto ambiental. Fuimos a juicio por un par de plantas eléctricas que construían en México para proporcionar energía a Estados Unidos. Entonces empecé pensar que los casos individuales no eran eficaces, pues enfrentan el enorme problema sistémico desafiando solo un aspecto reducido.
—¿Existe algún precedente para esta estrategia?
—Lo innovador de este caso es que se trata de una demanda constitucional por el cambio climático, pero no lo es en cuanto a presentar una querella constitucional por un problema gubernamental sistémico, y pedir a la corte que intervenga y controle las ramas políticas del gobierno.
“Por ejemplo, Brown vs. Junta Educativa fue una serie de casos [ventilados entre 1952 y 1954]. Hubo cinco juicios en los tribunales inferiores y, finalmente, derivaron en una decisión de la Corte Suprema. Aquellos jóvenes desafiaron la discriminación sistémica en los sistemas de educación pública. No desafiaron un acto y nada más, sino varias cosas distintas. El tribunal cuestionó “¿Este sistema es constitucional?” y falló que no lo era.
“Los demandantes de Juliana están desafiando el hecho de que el gobierno federal siga perpetuando y facilitando el sistema energético de combustibles fósiles”.
—¿Tu objetivo es ganar el caso o cambiar el sistema?
—Ah, por supuesto que quiero ganar. Soy litigante, no organizadora.
—¿Cuál es la importancia de este caso?
—El asunto pendiente en la Corte Suprema gira en torno de la Constitución y el cambio climático, y si estos chicos pueden proceder a un juicio. Sin embargo, también trata sobre nuestra democracia y nuestro compromiso cívico, y estos jóvenes están diciendo: “Nos perjudican y tenemos el derecho a que nos escuchen”. En esencia, lo que está en juego es: ¿Acaso nuestro sistema judicial permitirá que estos jóvenes presenten las pruebas de su caso?
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek