Alex está dentro del espectro del autismo. Él apenas levantaba la vista hacia su madre, Donji Cullenbine, los primeros siete años de su vida. Y luego, un día, sus ojos empezaron a parpadear mucho al cruzarse con la mirada de ella.
“¿Esto es real?”, recuerda ella que se preguntó a sí misma. “Luego lo hizo otra vez”, dijo. Por primera vez en su vida, Alex, de 9 años, ha podido sostener el contacto visual más de unos cuantos segundos. Cullenbine le atribuyó el cambio que vio en su hijo a una terapia dudosa para el autismo: Google Glass.
Alex empezó a usar el dispositivo varios días a la semana en enero de 2017 como participante de un estudio piloto en Stanford, que fue publicado el jueves. Los investigadores querían poner a prueba una hipótesis de que estas gafas, usadas con una aplicación para teléfono inteligente, podrían ayudar a los niños con autismo a identificar las emociones y alcanzar metas sociales fundamentales que de otra manera les pasarían desapercibidas, dijo a Newsweek Dennis Wall, autor principal del estudio.
Una cámara montada en las gafas registra el campo de visión del niño, y una pantalla pequeña y un altavoz le dan al niño pistas visuales y auditivas. En cuanto él o ella interactúa con otros, la aplicación identifica y nombra sus emociones a través del altavoz o la pantalla de Google Glass. En solo uno a tres meses de uso continuo, las familias reportaron que los niños con autismo hacían más contacto visual y se conectaban mejor con otras personas.
Durante el estudio, llamado Superpower Glass [gafa superpoderosa], los niños dentro del espectro del autismo se llevaron las gafas a casa por seis semanas. Esto era la continuación de un experimento anterior hecho por el mismo equipo, que observó a niños en el laboratorio. Hasta ahora, los científicos han observado a más de 130 niños.
Los investigadores descubrieron que el niño promedio mostraba un cambio de 7 puntos en su calificación en la Escala de Capacidad de Respuesta Social. Para algunos, ello significó efectivamente que ya no serían considerados autistas, según los estándares del diagnóstico, dijo Wall, profesor de pediatría y de ciencias de datos biomédicos en Stanford.
“Las tecnologías, como Google Glass, podrían revolucionar nuestro tratamiento del autismo. Los tratamientos que se pueden usar en escenarios del mundo real y que no requieren de un terapeuta entrenado y costoso son especialmente atractivas”, dijo a Newsweek Geraldine Dawson, directora del Centro Duke de Autismo y Desarrollo Cerebral.
“Al dar una pista simple, como un emoji, la gente con autismo puede aprender a notar e interpretar el mundo social a su alrededor”, comentó Dawson, quien no participó en la investigación.
La aplicación para teléfono inteligente incluye tres modos de juego. Uno simplemente escanea la visión del niño en busca de rostros. Cuando un rostro es identificado, las gafas alertan al niño, desplegando un emoji. Otro modo es un juego de adivinar. Uno de los padres sostiene una tableta y selecciona una emoción a imitar. El niño adivina la emoción.
“El miedo y la sorpresa se le confundían fácilmente a Alex, por lo que nos motivó, como adultos, a deconstruir cómo se veían realmente estas expresiones con el fin de describírselas a Alex”, dijo Cullenbine.
Muchos niños con autismo de todo EE UU simplemente no tienen acceso a la terapia. Algunos están atrapados en listas de espera indefinidamente y pierden momentos importantes de desarrollo cerebral, comentó Wall.
“Los niños son extremadamente receptivos a la terapia, pero la realidad desalentadora es que no todos la reciben”, opinó él.
El autismo es uno de los trastornos del desarrollo cuyos casos aumentan más rápido en EE UU. Alrededor de uno de cada 59 niños podría ser diagnosticado con él, según información de los Centros de Control de Enfermedades.
Dado que Google Glass es móvil y portátil, las familias pueden usar el dispositivo en casa según sus propios términos. El equipo de Stanford espera que esta tecnología algún día esté disponible para las familias, lo paguen las aseguradoras y sea de fácil acceso. “Queríamos poner el poder en manos de las familias”, dijo Wall.
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Aun así, él advirtió que hay más trabajo por hacer para confirmar estos resultados positivos. El estudio puso a prueba la viabilidad de usar Google Glass en niños, pero carecía de un medio de control. Los investigadores actualmente están concluyendo una prueba controlada, la cual posiblemente se publique después este año.
Pero la retroalimentación de los padres ya es clara. Ellos reportaron que sus hijos se enfocan más en la escuela, se comunican con más efectividad y participan en relaciones de una manera más significativa. Ello es un gran salto para muchas familias, como los Cullenbine.
La madre de Alex notó que algo no iba bien cuando él no hacía contacto visual a los 18 meses de edad. Cuando lo diagnosticaron a los 5 años, ella de inmediato empezó a investigar en línea maneras de ayudarlo. Lo llevó a terapia, pero nada parecía funcionar, hasta que empezaron a usar las gafas.
“Es asombroso. Es la solución que estuve buscando”, dijo ella.
Ahora Alex les sostiene la mirada a sus seres queridos por varios segundos. Puede identificar cuando su madre se ve contenta o triste. Un día en que él estaba sentado en el piso de su hogar jugando con Legos, miró a Cullenbine y preguntó: “Mami, ¿por qué no estás contenta? No estás sonriendo”.
“Estaba tan feliz. Sabía que él estaba en una trayectoria completamente diferente para el resto de su vida”, comentó ella. “Ahora él tiene las herramientas que necesita, va a estar bien”.