El oxígeno del mar se acaba rápidamente, y ese agotamiento podría sofocar a gran parte de la vida marina que sustentan esas aguas. Publicada hace poco en Science, una extensa revisión documenta las causas, las consecuencias y las soluciones posibles para lo que, técnicamente, se conoce como desoxigenación. El equipo de científicos de más de una docena de países descubrió un incremento de cuatro a diez veces en las áreas oceánicas con poco o nada de oxígeno, cosa que los investigadores consideran alarmante debido a que el oxígeno de la Tierra proviene del océano.
Creado en 2016, con el nombre Global Ocean Oxygen Network, el equipo de científicos es parte del grupo de trabajo de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de Naciones Unidas. En su revisión, los autores señalaron que la cantidad de agua desoxigenada en el océano abierto se ha cuadruplicado en 50 años, y que el problema es dos veces peor en las aguas costeras, como los estuarios y los mares, donde las áreas desoxigenadas se han decuplicado desde 1950.
El constante agotamiento del oxígeno está vinculado con la creciente temperatura marina. “El agua más templada retiene menos oxígeno”, dijo a Newsweek la coautora del estudio, Lisa Levin, oceanógrafa biológica de la Institución Scripps de Oceanografía en la Universidad de California, San Diego. El oxígeno suele reponerse una vez que el agua superficial se combina con el agua de las profundidades, pero cuando los océanos se calientan, la mezcla vertical es menor. Por eso la creciente temperatura superficial dificulta que el oxígeno llegue a las regiones marinas relativamente profundas.
Sin oxígeno en el agua, la vida marina morirá o migrará. “La vida animal del océano necesita oxígeno para respirar”, señaló Levin. “Si queremos un océano saludable, necesitamos un océano con oxígeno”.
La desoxigenación devasta a los seres marinos y a las personas que dependen de ellos para obtener alimento y trabajo. “Hay un montón de medios de vida que dependen de un océano saludable, que no apeste ni tenga montones de cadáveres”, previno Levin. “Cuando los niveles de oxígeno marino bajan mucho, los animales que pueden migrar lo hacen”. Esas especies se reubican, son devoradas o mueren de hambre.
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Las mortandades de peces también afectan la salud de las personas, porque las comunidades de bajos ingresos que carecen de alimentos adecuados suelen comer peces que han muerto en condiciones de desoxigenación. Las pesquerías pequeñas que no pueden reubicarse también corren riesgo. Y la falta de oxígeno puede asfixiar a los corales, de sí estresados y blanqueándose debido a la elevada temperatura del agua superficial.
Otra manera en que la desoxigenación ha afectado al océano es alterando las aguas costeras, en particular. Aunque este problema no tiene relación con las aguas templadas ocasionadas por el cambio climático antropogénico, los humanos no salen bien librados. El exceso de nutrientes agrícolas y las aguas residuales ocasionan floraciones de algas, y la putrefacción de las algas consume el oxígeno mediante un proceso llamado eutrofización, informa Levin.
Las llamadas “zonas muertas” que resultan de las acciones humanas, como la escorrentía agrícola o de aguas residuales, y las emisiones de gases de invernadero, son un problema ambiental menos conocido, agregó Levin. Con todo, prosiguió, hay maneras como las personas pueden tratar de resolver esta situación. Los autores ofrecieron una estrategia de tres frentes: atacar la contaminación por nutrientes y el cambio climático; proteger a la vida marina del estrés ulterior; y mejorar el rastreo de la desoxigenación en la escala global.
Denise Breitburg, autora principal del estudio y ecóloga marina del Centro para Investigación Ambiental del Instituto Smithsoniano, dijo en un comunicado: “Hacer frente al cambio climático puede parecer muy desalentador, pero hacerlo es crítico para contener la disminución del oxígeno en nuestros océanos, y para casi todos los aspectos de la vida en nuestro planeta”