Es posible que tus amigos y tú piensen de manera parecida. La actividad cerebral de los amigos fue más similar que la actividad de los cerebros de conocidos más lejanos, sobre todo en ciertas regiones. De hecho, a partir de esta actividad cerebral, los investigadores que realizaron el estudio pudieron predecir cuáles personas tenían probabilidades de ser amigos.
No obstante, sería una pérdida de tiempo que intentaras meter a tus amigos en un escáner cerebral en este momento. “No podemos desentrañar la causa y el efecto de esta observación”, dijo Carolyn Parkinson, neurocientífica social de la Universidad de California, Los Ángeles, entrevistada por Newsweek sobre su trabajo, el cual fue publicado el martes en Nature Communications (Parkinson hizo la investigación cuando era becaria postdoctoral en Dartmouth College).
En otras palabras: es imposible saber si tu amistad con una persona surgió porque, desde el principio, percibían el mundo de manera similar o porque las experiencias que compartieron después de hacerse amigos han moldeado el funcionamiento de sus cerebros.
Una gran variedad de factores puede determinar los individuos que una persona considera sus amigos, así como a la manera como las personas perciben el mundo. La edad, el género, los rasgos de personalidad y hasta la genética; todos pueden desempeñar una función. Sin embargo, incluso tomando en cuenta los factores demográficos, Parkinson y su equipo hallaron que la actividad cerebral es un factor por sí solo.
La actividad de regiones cerebrales específicas -medidas con una máquina para imágenes de resonancia magnética funcional- parecía particularmente similar entre amigos. Algunas de esas regiones (como los lóbulos parietales, el núcleo accumbens, y la amígdala) se han vinculado con la emoción y el procesamiento de las expresiones faciales. Con todo, añadió Parkinson, sería un error sacar conclusiones definitivas sobre el significado de esa actividad. “Algunas de las regiones cerebrales implicadas en esto son funcionalmente heterogéneas; es decir, intervienen en muchas cosas distintas”, explicó.
Aun así, prosiguió Parkinson, es posible que la actividad refleje semejanzas en la respuesta emocional de los amigos ante lo que observan, lo cual correspondería con los videos que proyectaron a los sujetos.
Dichos videos -que eran cortos de comedias, documentales, debates y encuentros deportivos- fueron seleccionados para provocar una respuesta emocional. Y el uso de los videos, agregó Elizabeth Redcay, psicóloga de la Universidad de Maryland, hizo que el estudio fuera particularmente interesante, pues capturaron “el dinamismo y la complejidad” del mundo real.
Ya que fue evidente que todos los participantes tenían algo en común -a fin de cuentas, todos terminaron en el mismo programa de postgrado-, Redcay se sorprendió de pudieran encontrar esas diferencias en los escaneos. “Es probable que tengan muchas más características compartidas que diferencias”.
De los casi 280 estudiantes que participaron en la investigación, casi todos tenían amigos dentro del programa; casi todos. Una de las figuras del artículo muestra a todos los voluntarios estudiados como puntos, con líneas que conectan cada punto con sus amigos (en este caso, “amigos” se definió como la persona que ambos voluntarios reconocían como amigo). No obstante, un punto -una persona- no tenía conexiones mutuas con sus compañeros de clase; nadie a quien esa persona describió como amigo correspondió al sentimiento.
Si eso te entristece, no te preocupes. Para empezar, la persona representada con ese punto tenía conexiones con otros estudiantes, si bien ninguna era correspondida. Y Redcay optó por una postura optimista, proponiendo que esa persona tenía una red social más extensa. “Es probable que ese punto tenga muchos otros amigos, solo que fuera del programa de postgrado”, dijo. “Eso es lo que pensé”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek