adecuada y, si bien es cierto que ha promovido programas de inclusión digital y
ha dotado a docentes y alumnos con dispositivos digitales, no ha implementado
políticas adecuadas donde de verdad se dé un adecuado y provechoso uso a esos
programas y dispositivos.
Uno de los principales problemas de las políticas que pretenden incluir la tecnología en la educación es que no se lleva una secuencia
adecuada en su implementación. ¿No pensarían (antes de entregar un
equipo) en capacitar a quien lo recibe, establecer políticas adecuadas de uso y
en ofrecerle herramientas pertinentes para su posterior aplicación en su
trabajo, tanto administrativamente, como en el aula?
¿O pensaron solamente en
dotar de una máquina de escribir moderna a los docentes y alumnos para cumplir
con los ordenamientos de los organismos internacionales donde se busca la
inclusión de la tecnología en el salón de clases?
Si bien es cierto que el nuevo paradigma educativo señala que el docente
se convierte solamente en un guía y apoyo en el proceso de aprendizaje que va
construyendo el alumno por sí mismo, es también cierta la necesidad de que los
docentes sean capacitados en el uso de estas nuevas tecnologías, ya que compiten
con alumnos que nacieron en un mundo digital lleno de información y
dispositivos electrónicos a su alcance, lo que les da una enorme ventaja sobre
sus maestros en ese aspecto.
Nuestros niños y jóvenes demandan una educación coherente con nuestra era
de la información; ellos ya están inmersos en ella. El INEGI, en su “estadística a propósito del día mundial del internet” señala
que: al segundo trimestre de 2016, 59.5% de la población de 6 años o más se
declaró usuaria de internet y que 68.5% de los cibernautas
mexicanos tiene menos de 35 años.
El documento indica también que 47% de los hogares del país tienen
conexión a internet; que el uso de internet está asociado al nivel de estudios; que entre más estudios se tienen es mayor uso de la red; y que 73.6% de la población de 6 años
o más, así como tres de cada cuatro usuarios cuentan con un teléfono inteligente (smartphone).
Con estos datos podemos ver la brecha digital que existe entre la mayoría
de los docentes y sus alumnos, lo que podría darnos una pista de por qué no
funcionan las políticas educativas actuales y dimensionar la urgencia de la necesidad de que los
maestros incursionen en estos temas como parte de su formación básica.
Los miles y miles de millones que se despilfarran en una mala organizada
y diseñada evaluación educativa se deberían reinvertir en capacitar a los
docentes para que adquieran estas habilidades con el objetivo de brindarles las destrezas necesarias para poder
guiar a los alumnos durante su aprendizaje y poder incluir, ahora sí de manera
correcta, el uso de la tecnología en el aula e impulsar a los niños y jóvenes a
desarrollarse en campos tecnológicos que hasta la fecha no están debidamente desarrollados
en nuestro país y limitan en muchas formas nuestro crecimiento social.