El grupo militarista Estado Islámico (EI) tuvo en sus manos un amplio suministro de armas al aprovecharse de las transferencias de armas de Estados Unidos que pudieron haber violado acuerdos internacionales entre Washington y sus aliados, de acuerdo con un nuevo informe.
Se descubrió que hasta 90 por ciento de las armas y proyectiles del EI se fabricaron en Rusia, China y estados de Europa Oriental. Los jihadistas pudieron obtener gran parte de su arsenal como resultado del apoyo del expresidente estadounidense Barack Obama hacia los rebeldes de Siria, informó Conflict Armament Research, una organización con sede en el Reino Unido, tras analizar 40,000 elementos recuperados por sus investigadores a lo largo de distintos frentes de combate de EI entre julio de 2014 y noviembre de 2017. Al adquirir “grandes cantidades” de armas y municiones europeas y desviarlas hacia actores no estatales de Siria, sin notificar de ello a los vendedores, Estados Unidos presuntamente “violó los términos de venta y exportación acordados entre los exportadores de armas… y los receptores.
“Estados Unidos y Arabia Saudí proporcionaron la mayor parte de este material sin autorización, presuntamente a fuerzas de oposición de Siria. Este material desviado, recuperado de las fuerzas del EI, se compone exclusivamente de armas y municiones con un calibre que cumple con el protocolo del Pacto de Varsovia, adquiridas por Estados Unidos y Arabia Saudí a estados miembros de la Unión Europea (UE) de Europa Oriental”, se indica en el informe, utilizando un acrónimo distinto para el EI.
“El abastecimiento de materiales en el conflicto sirio, provenientes de los países extranjeros, notablemente Estados Unidos y Arabia Saudí, ha permitido indirectamente que el EI obtenga cantidades importantes de proyectiles antiblindaje”, se añade más adelante.
El EI es una derivación de Al-Qaeda en Irak y de otros grupos jihadistas que se produjo tras la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003 y el posterior derrocamiento de su líder, el presidente Saddam Hussein. Tras anunciar su creación en 2013, EI se extendió hacia Siria para aprovechar la guerra entre el ejército sirio y los grupos rebeldes y jihadistas que trataban de derrocarlo desde 2011. En el conflicto de Siria, Estados Unidos ha suministrado armas a los insurgentes que se oponen al presidente sirio Bashar al-Assad al menos desde 2012 y, cuando EI dos comenzó rápidamente a ocupar territorios en 2013 y 2014, muchos grupos rebeldes armados por Estados Unidos fueron derrotados por los nuevos militantes o se unieron a ellos. Presuntamente, EI recibió la mayor parte de sus suministros iniciales al tomar posiciones militares sirias apoyadas por Rusia, e iraquíes, apoyadas por Estados Unidos, pero más tarde, recibió un gran impulso por parte de la campaña estadounidense para derrocar a Assad.
Mientras el EI comenzaba a tomar casi la mitad del país, Estados Unidos siguió entrenando y equipando a los rebeldes sirios, utilizando a aliados locales como Jordania y Turquía como intermediarios. En su informe, Conflict Armaments Group incluyó docenas de fotografías de armas fabricadas en la UE, las cuales se cree que fueron proporcionadas por Estados Unidos y Arabia Saudí, enviadas a los rebeldes sirios y, posteriormente, obtenidas por EI, que las transportó entre Irak y Siria. Entre esas armas se incluía un poderoso lanzamisiles antitanque adquirido a un fabricante búlgaro por el ejército estadounidense y utilizado por EI unas cuantas semanas después.
Un miembro del Ejército Libre de Siria (ELS), un grupo rebelde apoyado por Turquía que alguna vez fue respaldado por Estados Unidos, monta guardia frente a un mural de ISIS frente a un edificio en la ciudad fronteriza de Jarabulus, Siria, el 31 de agosto de 2016. Rusia y sus aliados han dicho continuamente que la coalición encabezada por Estados Unidos ha apoyado inadvertidamente o en forma deliberada a ISIS y otros grupos militaristas para perjudicar al gobierno sirio, que ha calificado como ilegal a la presencia de los ejércitos estadounidense y turco. UMIT BEKTAS/REUTERS
Con el paso de los años, la creciente influencia jihadista y las pérdidas territoriales entre los rebeldes sirios llevaron a Estados Unidos a eliminar el apoyo de la CIA a esos grupos y a dejar que aliados como Turquía y Arabia Saudí se hicieran cargo de la atribulada y fracturada oposición. Estados Unidos optó, finalmente, por centrarse en la campaña dirigida por el Pentágono para apoyar a las Fuerzas Democráticas Sirias, una coalición principalmente kurda de árabes y minorías étnicas que combatían únicamente a EI, y no a Assad.
Un año después de que la coalición encabezada por Estados Unidos comenzara a bombardear a EI en Irak y Siria en 2014, Rusia se unió a la refriega organizando una intervención militar directa a favor de Assad, permitiendo que el ejército sirio y sus aliados, entre ellos, las milicias apoyadas por Irán, retomaran la mayor parte del país que previamente se había perdido a manos de los jihadistas y los rebeldes. Las dos campañas anti-EI se han centrado en lo que queda de EI en el este, y la coalición de Siria, Rusia e Irán proclamó su victoria el mes pasado.
Rusia y sus aliados han acusado continuamente a la coalición encabezada por Estados Unidos de apoyar de manera inadvertida o deliberada a ISIS y a otros grupos militaristas para perjudicar al gobierno de Siria, que ha calificado a la presencia militar de Estados Unidos y Turquía como ilegal. Estados Unidos ha negado repetidamente las acusaciones de estar coludido con ISIS y ha acusado a Moscú de apoyar y cometer abusos a los derechos humanos a través de su campaña aérea y de las fuerzas en tierra a las que apoya. Ambos países han negado haber cometido algún delito en el conflicto en Siria, que ya ha durado seis años y en el que han muerto cientos de miles de personas y en el que millones han sido desplazados.
En agosto pasado, la coalición encabezada por Estados Unidos criticó una decisión conjunta tomada por Siria, Líbano y el movimiento libanés musulmán chiíta Hezbollah de permitir a los combatientes derrotados de ISIS y sus familias salir de las afueras de Líbano tras una feroz batalla, para reubicarse en la provincia de Deir Ezzor, en el este de Siria, que en ese momento se encontraba bajo el control de ISIS. Sin embargo, tras una investigación realizada el mes pasado por BBC News, Estados Unidos admitió que sus aliados kurdos permitieron en octubre que cientos de combatientes de ISIS huyeran de su capital de facto en la ciudad de Raqqa, una cifra que posteriormente aumentó hasta sumar varios miles, de acuerdo con un comandante de alto rango de las Fuerzas Democráticas de Siria, apoyadas por Estados Unidos, que posteriormente huyó a Turquía.
Esos militantes de ISIS también fueron enviados a Deir Ezzor, pero esta vez, el ejército sirio y sus aliados luchaban para retomar la ciudad que estaba en poder de ISIS, la cual acabaron recuperando a principios de noviembre. Ahora que los jihadistas están prácticamente derrotados, el gobierno sirio ha resurgido como la principal potencia de ese país destrozado por la guerra, pero aún enfrenta áreas bajo el control kurdo en el norte y pequeñas áreas bajo el control de los rebeldes y los jihadistas en otras partes del país.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek