El cielo estrellado de San Pedro Mártir al sur de Ensenada, ha sido desde finales de los 60 una de las ventanas al universo más importantes en nuestro planeta.
Su observatorio astronómico se encuentra a unos 200 kilómetros de la zona urbana, lejos de la luz artificial pero cerca del mar, de modo que el viento llega desde el océano, permitiendo así la captura de imágenes nítidas del espacio.
Con su instalación en 1967, llegó a Baja California la oportunidad de responder preguntas sobre el origen de la humanidad y todo lo que nos rodea.
Para ese labor, el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) de San Pedro Mártir ha contado con tres telescopios durante casi toda su existencia, pero pronto aumentará este número hasta llegar a 11.
Como referencia el Observatorio de Mauna Kea, en Hawaii, tiene 13 y es el más grande de su tipo en el mundo, según el sitio web de la Universidad de Hawaii.
El proyecto astronómico de 11 telescopios en Baja California planea quedar listo en 2020, pero en el OAN se trabaja con propulsión.
Con la instalación del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir en 1967, llegó a Baja California la oportunidad de responder preguntas sobre el origen de la humanidad y todo lo que nos rodea. FOTO: SOFÍA ÁNGELES
Francia, China, Taiwán y Estados Unidos colaboran con el Instituto Astronómico Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para aumentar la capacidad del OAN.
Pero no lo hacen de forma desinteresada.
Estos países quieren mejorar la calidad de sus investigaciones y aprovechan las bondades científicas que permite la sierra de San Pedro Mártir.
“Ellos ponen el telescopio y nosotros pagamos el edificio”, dice Elena Jiménez, coordinadora de uno de los proyectos que se gestionan en San Pedro Mártir.
Ella es responsable de la infraestructura del proyecto Colibrí, un telescopio pequeño pero veloz, capaz de enfocar en menos de 30 segundos.
Un telescopio como el del proyecto Colibrí, tiene un espejo de 1.3 metros de diámetro y servirá para detectar la luz visible de los estallidos de rayos gamma, las explosiones más poderosas en el universo.
“Vas a estar viendo cosas muy violentas: explosiones de estrellas, la interacción de agujeros negros, o la fusión de dos estrellas de neutrones”, dice la astrónoma Jiménez.
Por ejemplo, este telescopio pequeño estará asociado a una misión espacial francochina.
El cielo de San Pedro Mártir es uno de los únicos cuatro sitios en el mundo que reúnen las condiciones ideales para la observación astronómica. Los otros están en Chile, Islas Canarias y Hawaii.
De acuerdo a la científica, lo que otros países buscan al colaborar con el OAN, es la facilidad de siempre contar con un telescopio que esté apuntando al cielo durante la noche.
Si en China es de día pero tiene un telescopio en San Pedro, podrán ver el espacio las 24 horas del día.
Los astrónomos miran el cielo de noche, porque la luz del sol es mayor a la de otros cuerpos celestes y la intensidad del sol no permite que sean vistos. Además los rayos solares son peligrosos para la vista.
El OAN, por otro lado, alinea sus metas a las de una nueva era para la ciencia.
Elena Jiménez es responsable de la infraestructura del proyecto Colibrí, un telescopio pequeño pero veloz que servirá para detectar fuentes de rayos gamma. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
Se trabaja, por ejemplo en proyectos para la observación de luz en eventos astronómicos detectados por el observatorio LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser en inglés).
En agosto, LIGO sacudió a la comunidad científica al detectar las ondas gravitacionales que resultaron de la fusión de dos estrellas de neutrones.
Las ondas gravitacionales son como las ondas en el agua de un lago al que hemos lanzado piedras.
En un lago se expande y distorsiona la superficie del agua. En el espacio, las ondas gravitatorias distorsionan una tela llamada espacio-tiempo, que se compone de cuatro dimensiones: ancho, altura, profundidad y tiempo.
Estas ondas son el resultado de objetos masivos acelerados en espacios pequeños, y a su paso afectan todo lo que tocan.
DDOTI es capaz de detectar la luz visible de los estallidos de rayos gamma, y ya opera con dos de sus seis telescopios. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
100 años atrás, cuando Albert Einstein las predijo, aseguró que jamás podríamos detectar las ondas gravitacionales.
LIGO hizo merecedores del Premio Nobel de Física a los científicos Kip Thorne, Rainer Weiss, Barry Barish en 2017.
El evento más importante detectado por LIGO son las ondas gravitacionales provocadas por la fusión de dos estrellas de neutrones.
Las estrellas de neutrones son de un radio promedio de 10 kilómetros, pero tienen un empuje gravitatorio mayor al de la Tierra.
Son tan densas, que una cucharada de estrellas de neutrones pesaría 6 mil millones de toneladas, calcula la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Este evento en agosto de 2017 marcó la primera vez que se observa una colisión así.
Ocurrió a 130 millones de años luz.
El estallido pasó cuando los dinosaurios todavía habitaban nuestro planeta, solo que ocurrió a una distancia tan grande, que su luz tardó millones de años en llegar a nosotros.
Gracias a su observación se confirmaron varias teorías.
De la explosión se corroboró el origen de metales pesados como el oro, y el de los rayos gamma. Pero también que la luz y las ondas gravitacionales viajan a la misma velocidad.
Carlos Román Zúñiga, uno de los investigadores del Instituto Astronómico Nacional de la UNAM en Ensenada, trabaja con DDOTI, un telescopio diseñado para cubrir áreas grandes del cielo. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
En el contexto de este hallazgo científico se desarrollan los nuevos telescopios para San Pedro Mártir.
“Es un nuevo tipo de ciencia. Una nueva era de la astronomía”, dice Carlos Román Zúñiga, uno de los investigadores del Instituto Astronómico Nacional de la UNAM en Ensenada, quien labora en la construcción de robots para San Pedro Mártir.
En sus proyectos trabaja con DDOTI, que es capaz de detectar la luz visible de los estallidos de rayos gamma, y que ya opera con dos de sus seis telescopios.
Los rayos gamma son la radiación más energética, y su intensidad va disminuyendo. A los gamma le siguen los rayos X, después los ultravioleta, la luz óptica, el infrarrojo y terminan con radio.
Las ondas del radio que sintonizamos en nuestros autos para escuchar música, también son luz.
La luz visible de una explosión de rayos gamma sería entonces la óptica.
DDOTI además está diseñado para cubrir áreas grandes del cielo, así que si la fusión que detectó LIGO en agosto se hubiera dado en el hemisferio norte del planeta, DDOTI la habría podido observar en una sola captura.
“Está hecho de tal manera que va a ser como un revólver que tiene varios telescopios pequeños de 11 pulgadas. No podrá ver objetos muy tenues pero sí cubrir un área grande del cielo”, dice Román.
Con los seis telescopios que tendrá DDOTI, podrá cubrir 72 grados cuadrados de cielo.
RATIR, un instrumento que fue instalado en el telescopio Harold L. Johnson del OAN en 2011, cubre solo 57 grados.
DDOTI podrá obtener la primera impresión de un objeto y ayudar a identificar el área donde se ubica rápidamente.
Y Colibrí será capaz de ver en varias longitudes de onda con filtros especializados.
“Ahí la gran ventaja es que podemos ver colores de los objetos que estamos observando, mientras que con DDOTI solamente es un brillo”, dice el astrónomo Román.
A la doctora Elena Jiménez se le pregunta si el crecimiento astronómico de San Pedro Mártir tiene relación con los descubrimientos más recientes que condujeron al Nobel.
“Tenemos estos proyectos desde antes… pero hombre, efectivamente todos nuestros proyectos que tienen que ver con rayos gamma (Colibrí, Coatli, DDOTI y ahora RATIR) están enmarcados en la detección de las ondas gravitacionales”, responde Jiménez.
De hecho, astrónomos del Instituto que opera al Observatorio de San Pedro Mártir, participaron en una investigación liderada por NASA para interpretar la fusión de las estrellas de neutrones en agosto.
El Dr. Alan Watson, quien actualmente trabaja en la instrumentación de DDOTI y Coatli (un telescopio de 50 centímetros optimizado para obtener imágenes con alta nitidez) fue uno de ellos.
“Es increíble. Imagínate, tenemos siglos observando luz. Luego vienen las ondas gravitacionales, que no son como el sonido pero tienen cosas similares, entonces digamos, LIGO y Virgo (un detector) son ciegos, pero escuchan. Ahora combinamos los dos. Ellos escucharon esta explosión y nosotros la vimos”, dice Watson.
El grupo se conformó por científicos de nueve países y lo dirigió Eleonora Troja, de la NASA.
La fusión de las dos estrellas de neutrones observada en agosto no pudo detectarse desde San Pedro Mártir, pero Troja, la directora de esta investigación, cree que desde Ensenada podrán seguir futuras alertas que emita LIGO, cuando los eventos se detecten en el norte.
“Pienso que lograremos una observación buenísima si la posición del evento es accesible [para México]”, dice Troja.
Lo harán con DDOTI y la tecnología RATIR (Cámara de reionización y transitorios infrarrojos por sus siglas en inglés), que sirve para dar seguimiento a las explosiones de rayos gamma.
El equipo de investigación que lideró Troja, es uno de muchos que están inscritos a una red creada por LIGO.
Cada vez que el observatorio de ondas gravitatorias detecta un evento astronómico, envía la ubicación y detalles a quienes forman parte de esa red, para que observen la luz.
Esta red, incluyendo el Observatorio de Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, entonces serán “los ojos” de LIGO.
Sin embargo, un acuerdo les prohíbe revelar cualquier información antes que LIGO lo autorice. Por eso, la fusión de estrellas de neutrones que ocurrió en agosto, se reveló un mes después.
“Así funciona la ciencia hoy. Tenemos la contribución de muchas personas para hacer cosas muy grandes. Necesitamos muchos telescopios para confirmar y restringir los modelos”, dice Román.
En la observación de agosto, participaron unos 3 mil científicos alrededor del mundo, calcula Troja.
Uno de los retos que enfrentó su equipo, fue superar en tiempo a otros investigadores que querían el crédito de la observación.
“Fue una carrera entre científicos. Fue muy competitivo y muy desgastante”, dice Troja.
Aún resta mucho por hacer, opina Carlos Román.
El Observatorio de San Pedro Mártir se proyecta en esa dirección.
“Cuando tengamos una lista de estos eventos y podamos saber qué tan frecuentes son, vamos a entender muchas cosas. Vamos a entender mejor nuestra tabla periódica de los elementos, vamos a saber qué tan frecuentes son los eventos de alta energía en el universo cercano, si eran más frecuentes en el pasado que en el presente, y un montón de cosas que nos van a ayudar a contestar preguntas que tenemos sin resolver”.
Adicional a esto, el Observatorio Astronómico Nacional trabaja en la construcción de un centro de datos con capacidad de 5 petabytes de almacenamiento, dice el Dr. Mauricio Reyes, jefe del observatorio.
“Un solo petabyte equivale a 2 mil años de música sin parar”, compara Ricardo Palma, académico del Instituto Tecnológico de Tijuana (ITT).
Mauricio Reyes, jefe del observatorio, cuenta que están trabajando en la construcción de un centro de datos que tendrá 5 petabytes de capacidad de almacenamiento. FOTO NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA EN ESPAÑOL
Mauricio Reyes dice que en el país existen nada más un par de instalaciones, incluyendo la del Instituto Astronómico Nacional de la UNAM, que tienen la capacidad de manejar esa cantidad de datos.
Él tiene a su cargo una colaboración con Taiwán, Canadá y el Centro para la Astrofísica de Harvard, llamada TAOS, para la búsqueda de objetos transitorios en la periferia del sistema solar.
Piedras de aproximadamente un kilómetro de diámetro, y que podrían ser miles de millones en esa región.
Las preguntas sobre el universo no se resuelven de otro modo, sino observando. Y el OAN de San Pedro Mártir hará de aquí a 2020 lo que no hizo en décadas, desde que instaló su tercer telescopio: equiparse para una verdadera “guerra de las galaxias” entre la comunidad astronómica del mundo. Una contienda por encontrar respuestas.
Y como dice el astrónomo Carlos Román: “Aquí apenas empieza. Es una nueva área de la astrofísica y vamos a explorarla lo más posible”.