El 30 de octubre, una imagen inquietante circuló en Twitter.
Mostraba a activistas de la Universidad de Columbia manifestándose en la Ciudad
de Nueva York contra Mike Cernovich, un autor y reportero pro-Trump que, esa
tarde, pronunciaría un discurso ante un grupo de republicanos en el campus de
la universidad. La imagen presentaba a varias personas levantando una pancarta
que proclamaba: “No supremacía blanca. No Mike Cernovich”.
Pero, entre los dos mensajes, había otro: “No ataques a
pedófilos”. Al calce de la pancarta se veía el colorido logotipo de la North
American Man/Boy Love Association, también conocida como NAMBLA.
De inmediato, los simpatizantes de Cernovich inundaron la internet
con una combinación de burlas e indignación: al parecer, los activistas
liberales y los defensores de la justicia social estaban ya tan desquiciados
que ahora defendían a los pervertidos sexuales. Y hasta sugirieron que la NAMBLA
estaba dirigiendo la resistencia contra la presidencia de Trump.
Bueno, no tanto. La mañana siguiente, Gothamist publicó este
informe en su página web: “Mike Cernovich robó mi foto, mintió al respecto en
Twitter, y vendió a Trump Jr. sobre otra conspiración falsa”, declaraba el
título del artículo, escrito por el reportero independiente Jake Offenhartz,
quien relató haber visto a los contramanifestantes de derecha desplegando la
pancarta.
Offenhartz escribió: “Lo que querían era que la gente
compartiera fotos de su jugarreta en línea; cosa que hice y señalé en un tuit
que la pancarta fue plantada por Alt Right”.
Offenhartz descubrió que Cernovich y sus seguidores postearon
la foto, pero omitieron el contexto deliberadamente; es decir, sugirieron que
los manifestantes de izquierda habían marchado apoyando la pedofilia.
Offenhartz se quejó directamente con Cernovich, quien retiró la foto de su
cuenta de Twitter.
Mas eso condujo a una nueva queja, todavía más falsa: que
Twitter había censurado la imagen. Aquel tuit, de Paul Joseph Watson —autor de
Infowars y eminente teórico de conspiraciones— recibió un “me gusta” del hijo
mayor del presidente, Donald Trump Jr., así como decenas de miles de “likes”
adicionales.
Este episodio forma parte de una tendencia, nueva y
perturbadora, entre los usuarios de medios sociales, los teóricos de
conspiraciones, y algunos periodistas de la extrema derecha: lanzar acusaciones
de pedofilia contra demócratas y liberales con la intención de difamarlos. Esta
acusación ha sido hecha muchas veces por Cernovich; el teórico de
conspiraciones Jack Posobiec; y Alex Jones, fundador de Infowars, el teórico de
conspiraciones más célebre de Estados Unidos, y un estridente simpatizante del
presidente.
Lawrence Rosenthal, quien dirige el Centro Berkeley para
Estudios de Derecha, en la Universidad de California en Berkeley, especula que
las “proyecciones de sueños febriles” respecto a la pedofilia podrían estar
relacionadas con inquietudes sobre la erosión generalizada de los patrones
familiares tradicionales, del tipo que los republicanos solían debatir durante
los años de la “guerra cultural” en la década de 1990 y principios de los años
2000.
Como muchos de los entrevistados para este artículo,
Rosenthal no lograba entender la fijación de la derecha con la pedofilia.
Previa advertencia de que es pura especulación, dice que algunos miembros de la
derecha han recurrido a la acusación de pedofilia porque las “acusaciones”
menores —homosexualidad, matrimonio interracial, hogares monoparentales— ya no
tienen el poder de antaño. “¿Qué puedes hacer para que parezcan peores? Allí
tienes la pedofilia”, propone.
El ataque de pedofilia más reciente y notorio que ha lanzado
la derecha es “Pizzagate”, una teoría de conspiración sensacionalista alegando
que John Podesta, el director de la campaña de Hillary Clinton, había operado
una red de tráfico sexual infantil desde el sótano de Comet Ping Pong, una
pizzería de Washington, D. C. Cernovich fue uno de los primeros proponentes de
esta teoría de conspiración; y lo mismo Jones, cuyo sitio web y programa de
radio, Infowars, actúan como cámara de compensación para las teorías de
conspiración más descabelladas de la extrema derecha.
En diciembre de 2015, Donald Trump, entonces candidato a la
nominación republicana por la presidencia, se presentó en el programa. “No voy
a decepcionarte. Quedarás muy, muy impresionado, espero; y me parece que
hablaremos mucho”, dijo a Jones. No hay pruebas de que Trump creyera o
promoviera el Pizzagate, pero encaja a la perfección con su narrativa de
“Fraudulenta Hillary”. Y Jones se limitó a llevar esa narrativa a extremos
perversos al sugerir que los Clinton estaban implicados en algunos de los
crímenes más atroces imaginables. “Cuando pienso en todos los niños que Hillary
Clinton ha asesinado, destazado y violado personalmente, no tengo el menor
temor de enfrentarla”, declaró Jones cuatro días antes de las elecciones.
La preocupación por la pedofilia acabó con Yiannopoulos, pero
no ha impedido que Posobiec promueva teorías de conspiración, como la de Comet
Ping Pong. FOTOS: DREW
ANGERER/GETTY; CARLOS BARRIA/REUTERS
El Pizzagate recibió el mayor impulso de la derecha en las
semanas inmediatamente posteriores a la elección. Posobiec —quien ganó
notoriedad durante la campaña electoral al hacerse pasar por un manifestante
que levantó un cartel proclamando “Violemos a Melania” en un mitin de Trump— fue
a Comet Ping Pong para grabar un video mientras investigaba el establecimiento.
Sin embargo, “los administradores lo vieron dirigirse con su cámara a una
habitación trasera, donde estaban celebrando el cumpleaños de un niño”, informó
The
Washington Post.
Así que pidieron a Posobiec y su amigo que se marcharan, pero
esto los convirtió en héroes marginales y el Pizzagate se volvió una obsesión.
El furor se desató el 4 de diciembre, cuando Edgar Welch, un hombre de Carolina
del Norte, apareció en Comet Ping Pong con un rifle de asalto y la intención —según
la expresión del Post— de “rescatar a los niños sexualmente maltratados que él
creía estaban ocultos en túneles misteriosos”.
A principios de este año, Cernovich se enzarzó en una disputa
en Twitter con el caricaturista Vic Berger IV, quien se había burlado de él en
un video. Conforme el enfrentamiento escalaba, algunos troles de internet
publicaron comentarios ofensivos en Twitter, algunos de ellos relacionados con
una fotografía en la que Cernovich aparecía con su bebita. A partir de esto,
Cernovich concluyó que los agresores eran pedófilos y que Berger estaba
operando una red de pedofilia.
Jesse Singal, quien cubrió el incidente de Berger para la
revista New Yorker y escribe sobre la extrema derecha, dice que los
provocadores pro-Trump como Posobiec, Jones y Cernovich saben bien qué va a
generar un público en línea y no recurrirían a una acusación de pedofilia a
menos de que resultara popular.
Singal compiló una lista de personas y organizaciones a las
que Cernovich ha acusado de pedófilas o de apoyar la pedofilia. La lista
incluye al compañero de fórmula de Clinton, Tim Kaine, senador por Virginia; al
medio liberal Salon.com; a Mark Thompson, presidente de The New York Times, y a su
antiguo empleador, la BBC (uno de cuyos presentadores, Jimmy Savile,
ciertamente fue acusado por abuso sexual de menores); la revista conservadora
de tendencia principal National Review; y al senador Ben
Sasse, republicano por Nebraska. Asimismo, cierta vez Cernovich tuiteó que
estaba “100 por ciento seguro” de que Singal “era un depredador sexual. Tiene
todas las señales reveladoras de un violador en citas”.
David Carroll, profesor asociado de diseño de medios en la
Escuela de Diseño Parsons, quien estudia a la extrema derecha, dice que
Cernovich y Posobiec rastrean con mucho cuidado los patrones de uso de internet
y saben qué genera clics en su base. Y también entienden la mentalidad de la
derecha. “La gente de derecha está interesada en purgar elementos sucios”, dice
Singal. Diversos estudios han hallado que la respuesta de repugnancia es más
fuerte en personas que se identifican como conservadores políticos. Singal
añade que la fijación en la pureza es particularmente poderosa en Infowars,
donde Jones ya “tiene el tipo de auditorio que cree… que el gobierno [está]
soltando sustancias químicas en nuestra agua”.
Una búsqueda del término pedofilia en Infowars arroja
alrededor de 32,800 resultados, incluidos artículos con titulares como este:
“Como predijimos, los medios de tendencia principal tratan de normalizar la
pedofilia”. Un video de Watson sobre el mitin en Columbia de fines de octubre —“¿Acaso
Antifa respalda la pedofilia?”— argumenta que no debería importar que la
pancarta a favor de la pedofilia fuera una artimaña.
“¿De veras debiera sorprendernos que Antifa esté abrazando la
pedofilia?”, cuestiona Watson, pese a que no hay evidencias de semejante
respaldo. A continuación, afirma que “elementos de la izquierda abrazan
elementos de la pedofilia porque son escoria degenerada que no tiene moral alguna
ni principios”.
Pregunté a Cernovich —quien, a veces, aparece en el programa
de radio de Jones— por qué retoma con tanta frecuencia la acusación de
pedofilia. Durante nuestro prolongado intercambio de correos electrónicos,
defendió sus afirmaciones de que la izquierda apoya a los pedófilos. No
obstante, también dejó claro que esas afirmaciones eran represalias contra los
liberales que habían llamado nazis a los simpatizantes de Trump. “Mi creencia
de que la izquierda está repleta de pedófilos es igual de sincera —y más
sustentada en evidencias— que la creencia de la izquierda de que los
simpatizantes de Trump son nazis —escribió—. Si la gente nos mira cual demonios
malignos, ¿por qué les sorprende que veamos lo peor en ellos, y los definamos
por los peores actos de sus miembros?”.
La preocupación con la pedofilia ha contribuido a baldar la
antaño prometedora carrera de Milo Yiannopoulos, quien se vio forzado a
renunciar en Breitbart News después de que se dio a conocer una grabación en
la que bromeaba sobre el abuso sexual de menores.
Si bien se disculpó después, también parece convencido de que
los alegatos de pedofilia contra los liberales están sustentados. El “tufo de
la putrefacción moral flota densamente en el aire”, me dijo Yiannopoulos.
Tal vez, pero como dice el viejo refrán: el primero en olerlo
lo tiene debajo.
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Publicado en
cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek