Los vecinos han dejado de llamarlo
fraccionamiento y, un poco a manera de broma, le dicen centro comercial Los Bosques.
El número de comercios que operan en la zona ya rebasa
el límite permitido por el Código Municipal para fraccionamientos de su tipo.
Sobre todo, la proliferación de negocios, restaurantes y otros establecimientos
ha superado la paciencia de los vecinos, quienes ven en los tribunales y hasta
en las armas la mejor manera de frenar la gentrificación de su barrio y las
consecuencias que eso ha traído.
La
gentrificación de la colonia de clase alta
La socióloga Ruth Glass fue la primera en hablar
de gentrificación en 1964. Usó el término para referirse a cambios urbanos de
zonas en decadencia. El fenómeno se caracteriza por la construcción y
remodelación de desarrollos verticales, la apertura de cadenas comerciales que
al subir la plusvalía del lugar, expulsan al comercio local y a los habitantes
originales.
Surgidos como fraccionamientos en la década de
1980, Bosques del Prado Norte y Sur parecen haber entrado en ese proceso.
Aunque siguen siendo de nivel socioeconómico medio-alto, la construcción de
otros fraccionamientos más lujosos al norte y sur de la ciudad, y el mismo paso
del tiempo, han hecho que como todo fraccionamiento moderno, pasen de moda.
Por su ubicación siguen siendo privilegiados. Las
avenidas Universidad, Aguascalientes y Convención los conectan con el centro
histórico y el sur de la ciudad en menos de media hora, lo mismo que con la
zona conurbada. Hay escuelas públicas y privadas desde jardín de niños hasta
universidad y los residentes pueden ir a pie al supermercado, al doctor, al trabajo y a la escuela. Tienen a
la mano escuelas de idiomas y de música, centros de copiado y un notario para
donde quiera volteen. Y si el fin de semana quieren comer fuera de casa,
encuentran opciones en cada cuadra. Para los vecinos inconformes, son
demasiadas opciones.
“Pedimos simplemente al municipio que, por favor,
ya deje de permitir tantos localitos, tantos negocios porque esto, se supone,
es un fraccionamiento habitacional. No es un centro comercial; incluso ya le
dicen centro comercial Los Bosques (…) Aparte son horas de la noche y no
puedes descansar, son once, doce, una de la mañana y está abierto el negocio,
están ahí tomando, están vendiendo comida”, se queja Gaby, una ama de casa del
lugar.
En la última década, la presencia comercial en
ambos fraccionamientos creció más de nueve veces, según los datos que la
Secretaría de Desarrollo Urbano Municipal (Sedum) proporcionó a Newsweek
Aguascalientes. A reserva de lo que una medición realizada por expertos arroje,
los datos sugieren que el número de comercios operando en Bosques del Prado
Norte y Sur rebasó el tope de 10 por ciento de la superficie vendible que
permite el artículo 362 del Código de Ordenamiento Territorial, Urbano y de
Vivienda de Aguascalientes.
Viviendas
particulares habitadas 899
Constancias de
alineamiento 267
% de inmuebles destinados a comercio 22.89
Elaboración propia con base en datos del
Inventario Nacional de Viviendas de INEGI e información de la Sedum.
Los comercios establecidos en la zona van desde
los giros más tradicionales y necesarios, como tiendas de abarrotes y
papelerías, hasta spas, cafeterías y restaurantes con venta de alcohol. La
información del ayuntamientos indica que entre 2009 y 2016 se instalaron 37
puntos de venta de alcohol, entre restaurantes, bares, tiendas de abarrotes y
un billar. En el mismo periodo, la Dirección de Reglamentos otorgó 40 licencias
para venta de alcohol en distintas modalidades.
Licencias de venta de alcohol 2009-2017 en |
|||||||
2009: 2
2010: 7 2011: 1 2012: 3 2013: 13 2014: 8 2015: 0 2016: 6 |
Elaboración propia, con datos de la Dirección de Reglamentos del
Municipio de Aguascalientes.
Achacan
inseguridad a proliferación de comercios
El día que comenzaron a funcionar, las cámaras de
seguridad que Adrián instaló en su casa registraron cómo tres personas robaban
su camioneta, estacionada afuera de su domicilio, a las 5:45 de la mañana.
Esa misma semana, ladrones entraron a una casa en
la calle Sierra Nevada, con un botín calculado en 4 millones de pesos. Un mes
después, en otro robo domiciliario, el botín fue de 400 mil pesos. A las casas
de Gaby, de Jaime y de José Luis también se metieron el año pasado.
“Cerré bien las puertas externas, la interna no
la cerré. No tenía la protección de fierro que tengo ahorita ni las “uñas”…
En lo que fui a Bancomer, fueron 20 minutos. Regresé y la puerta blanca externa
abierta, la puerta interna abierta y me salí. No estaba el coche de mi esposa y
dije: aquí pasó algo y me dio miedo, no vayan a estar los tipos ahorita aquí.
“Total que me armé de valor, empecé a entrar y lo
primero que vi fue la biblioteca, los cajones sacados y luego me fui arriba y
ahí fue el acabóse. Los cajones aventados, a mi esposa le robaron joyas, dos
computadoras -una mía y una de mi hijo, de esas chiquitas que pueden meter en
la mochila-, entre eso y las computadoras fueron como 150 mil pesos”, cuenta
Jaime.
A José Luis también le robaron dos computadoras,
pero pudo ser peor. Su hijo, que padece autismo, estaba en la casa y se topó a
los ladrones cuando iban entrando. Fue el muchacho quien dio aviso oportuno a
las autoridades y afortunadamente el robo quedó en el daño patrimonial y no
humano.
Los colonos organizados coinciden en que una de
las razones del repunte de robos es la proliferación de comercios,
principalmente de restaurantes y cafeterías con servicio al aire libre.
“El problema es que al haber tantos negocios, se
presume que es gente de los negocios. Lo que hicimos de investigación, hablando
de la camioneta, son personas que se mueven entre las 5 y las 7 de la mañana y
están viendo a dónde se meten o que roban. Pero el perfil es muy bajo, es
perfil trabajador: la gente que cruza para una tienda, que va para el
agropecuario y todo. Esa es la hora en la que no despiertan tantas sospechas”,
narra Adrián.
La explicación que encuentra Gaby también apunta
al flujo de clientes en los negocios de alrededor.
“Ponen una tienda en la esquina y a los pocos
días me roban a mí. ¿Por qué? Porque estaban metidos ahí checando… No sabes si
están consumiendo el cafecito, te están checando a ti o qué. Entonces, a causa
de eso yo siento que ha habido más robos porque hay más
inseguridad, hay más personas ajenas aquí al fraccionamiento”, se queja.
Los robos a sus viviendas, calculan, les costaron
hasta 1 millón de pesos, tomando en cuenta el daño patrimonial y las medidas
extraordinarias de seguridad que han implementado en sus hogares.
De hecho, prácticamente todas las casas del
fraccionamiento han subido bardas, instalado rejas con “dientes” en la parte
más alta, contratado servicios de alarmas e instalado cámaras de seguridad.
La última Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción de Inseguridad (ENVIPE) del Inegi estimó en 6 mil 272 pesos el costo
per cápita de los delitos en Aguascalientes. Dicho de otro modo, ser víctima de
un delito implica que cada aguascalentense gaste esa suma en promedio. Más de
la mitad del costo de ser víctima, 3 mil 357 pesos, es el que cada hidrocálido
destina a medidas de seguridad extraordinaria, calculó el estudio.
Además, los colonos ya comenzaron a consultar a
abogados. Buscan evitar que se construyan más edificios altos y que se autorice
la apertura de más comercios.
“Una cosa que decían nuestros abogados es que, en
este momento, si hay un permiso, nosotros solicitamos como asociación de
colonos un amparo contra ese permiso que otorga (…) La Asociación de Colonos
puede exigir ampararse ante la resolución de otorgar un permiso. Aunque tenga
derecho la persona y tenga el alineamiento desde hace 20 años de comercio, ya
no puede darlo porque ya ha otros que sí se dieron. Entonces, como está
rebasado, sí podemos hacerlo”, informa Adrián a sus vecinos en una reunión en
la que este medio estuvo presente.
La
radicalización del vecino vigilante
La percepción de no estar siendo escuchados está
generando posturas radicales de vigilancia vecinal entre los colonos de Los
Bosques, incluso entre vecinos.
“A mí me gustaría tener armas para dispararles
-dice Adrián- Claro que hay la propuesta (de armarse”, asegura.
Y según los testimonios, al menos dos vecinos que
participan en la asociación ya portan pistolas y las han usado para “correr” a
los extraños que detectan.
“Me daba vueltas y vueltas, vueltas. Me le
quedaba viendo al tipo, un muchachito de 22, 23 años, texteando. Me le quedo
viendo, se me queda viendo y me doy la vuelta así, en frente de él y sigue
texteando. Le pego en el techo: ¿Qué está
haciendo aquí? Y me dice: ¿por qué? Porque si no te quitas, te quito. Tú dime
cómo le hacemos. No, ya me voy , señor, ya me voy. Y puuum, se arranca”, cuenta
Adrián.
La
gentrificación casa por casa
Hasta 2009, la finca en Sierra de las Palomas 103
fue una casa. Ese año, el municipio autorizó su demolición, su conversión en
local comercial y un centro de fotocopiado se abrió en su lugar.
La licencia de construcción de 2009 decía que el
proyecto era únicamente el local comercial. Pero en 2012, el centro de
fotocopiado habilitó servicio de internet público y un año después se le
autorizó la construcción de otro piso, donde se instaló un billar. Además, el
lugar cuenta con cajones de estacionamiento.
El edificio de Sierra de las Palomas 103 está
rodeado de comercios. En el 101 tiene otro edificio de varios pisos que alberga
una notaría pública, una tienda de conveniencia y, hasta hace poco, las
oficinas del Instituto de Mejora Regulatoria del estado. Del otro lado, tiene
un local que ofrece servicios de ploteo y que también ha sido lonchería. En
frente, parte del centro comercial Plaza Universidad.
Como esa finca, muchas otras se han transformado
en plazas comerciales en los últimos años. Y mientras unos colonos se quejan de
la conversión de su fraccionamiento en un centro comercial, otros buscan sacar
provecho de esa nueva vocación de la zona.
Entre 2009 y 2016, el ayuntamiento autorizó que
10 predios con uso de suelo habitacional cambiaran a habitacional-comercial. En
cuatro calles diferentes, se aprobó construir edificios con locales comerciales
en la planta baja y departamentos en hasta dos niveles hacia arriba.